La historia de Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, quienes estuvieron al frente del Segundo Imperio de México, fue una historia trágica, en la que se crearon profundos malentendidos. Fue el 28 de mayo de 1864 cuando los emperadores desembarcaron en el Puerto de Veracruz, sin sospechar del trágico final que les esperaba.
En el momento en el que llegaron, México era un país profundamente dividido e inestable, además de endeudado y la mayoría de su población, en la miseria. Habían pasado ya cuatro décadas desde la Independencia del país, que se consumó el 27 de septiembre de 1821, y durante todo ese periodo, la recién formada nación soberana había estado sumida en profundas crisis y divisiones.
Para el año en que Maximiliano y Carlota llegaron a México, el país ya había perdido más de la mitad de su territorio en una fatídica guerra contra Estados Unidos, en 1848, y había tenido más de 27 presidentes, y la mayoría de ellos ni siquiera había terminado su mandato.
También acababa de ocurrir una sangrienta guerra civil por diferencias ideológicas entre conservadores y liberales: La Guerra de Reforma, también conocida como la Guerra de los 3 años. Dicho conflicto terminó con la derrota de los conservadores, y con Benito Juárez, quien era líder de los liberales, como presidente del país.
Con México en la bancarrota, Juárez decide suspender el pago de la deuda externa y la medida provoca amenazas de intervención por parte de los tres países más afectados: España, Inglaterra y Francia, quienes en 1862 envían expediciones armadas a Veracruz.
Tanto España como Reino Unido llegan a un acuerdo con Juárez y deciden retirar sus tropas, mas no así Francia, quien bajo el reinado de Napoleón III, ordena a su ejército avanzar con dirección a la capital. La suspensión de pagos de la deuda externa de México es una excusa ideal para las ambiciones expansionistas de Napoleón III.
Además, el país vecino del norte, Estados Unidos, se encontraba consumido por una guerra civil, la Guerra de Sucesión, y Napoleón III vio factible su viejo sueño de restaurar la presencia francesa en el continente americano, y de poner un alto al expansionismo anglosajón.
Además, los conservadores mexicanos, que habían luchado y perdido contra los liberales, le pidieron ayuda a Francia para la restauración de sus antiguos privilegios, y promueven la instauración de un segundo imperio de México. De esta manera, Napoleón III escucha a los conservadores mexicanos, quienes quieren que la salvación del país venga de fuera.
Deciden que, como la república no funcionó en México, lo mejor es regresar al gobierno monárquico, con el cual, creen, por fin van a poner orden en el país.
Fue así que las tropas francesas ocuparon la capital mexicana en 1863, y Juárez y su gabinete huyeron al norte del país, con la intención de establecer una estrategia para retomar el poder. Con la derrota de los liberales, los conservadores vieron la oportunidad de reinstaurar la monarquía con un aristócrata europeo que les permitiera recuperar el poder y eliminar las leyes de reforma liberales.
Fue así como se convenció a Maximiliano a gobernar México. Sin embargo, poco duró el encanto, pues el emperador austriaco vio con buenos ojos las Leyes de Reforma de Juárez, por lo que decide dejarlas, lo que hace que se enemiste con los conservadores mexicanos.
Además, tras terminar la guerra civil en Estados Unidos, el presidente Andrew Johnson, presiona a Napoleón III con retirar su tropas de América, por lo que acaba cediendo. Lo que había comenzado como una gran aventura para Maximiliano y Carlota, pronto se convirtió en una pesadilla. Sin apoyo de los liberales ni franceses, Juárez avanza hacia la capital y recupera el control del país.
Carlota viaja a Europa, pidiendo ayuda a Napoleón III y al Papa Pío IX, pero no recibe ayuda alguna. Maximiliano es arrestado y fusilado en el Cerro de las campanas, en Querétaro, el 19 de junio de 1867. El emperador tenía apenas 35 años cuando fue fusilado por las tropas de Juárez.
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