Los adolescentes y las personas adultas siempre están en constante pelea, no importa la época o el país y parece ser que es un requisito que estas peleas perduren de generación a generación. Sin embargo, en estos años sucedió algo distinto, pues a causa de la pandemia los cambios en el comportamiento y la evolución tecnológica hicieron que los comportamientos de padres e hijos tuvieran otro efecto en el proceso familiar.
Este proceso llega también a integrar la conducta y los retos que ocasionan a los adultos, en especial a los padres quienes son aquellos que tienen que poner orden a estas generaciones.
Es así como Cathy Calderón de la Barca, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de las Américas (UDLA) con posgrado en Terapia Familiar, contó a Infobae México que tanto los adolescentes como los adultos, en México, sufrieron por la pandemia que afecto a la salud mental.
La especialista que tiene más de 25 años trabajando con adultos, jóvenes y niños confesó que esta problemática tiene un espectro muy grande.
“Hay papás que están aprendiendo a tener mayor conciencia ya que la pandemia le puso un foco impresionante a la salud mental. Gracias a esto, muchos adultos, adolescentes, se empezaron a atender y preocupar e informar acerca de qué es esto de la mente, emociones, conductas que tenemos, los trastornos que vivimos”, dijo.
Para la Maestra Cathy Calderón este fue el lado positivo de cómo la pandemia “nos enseñó a mirar el por qué es importante hablar de esto”, aunque confesó que aún hay una falta tremenda de educación. “En nuestro país, el general de educación, y particularmente de educación emocional”.
“Había lugares en donde a veces lo único que yo podía hacer era salir a trabajar para que mis hijos y familia coma y pueda librarla, y a veces ni siquiera el colegio, porque a veces tengo que poner a mis hijos a trabajar desde pequeños”.
De igual forma recordó que en México “hay miles de comunidades que no tienen la posibilidad de alcanzar una educación y bueno, la socioemocional es mucho menos, entonces hay una distancia tremenda en donde los maestros a veces son los únicos que pueden tocar a estos niños en donde los padres ni siquiera han oído hablar en esta parte de la importancia de las emociones en la conducta”.
En cuanto a esta referencia de la conducta en los adolescentes, la maestra menciona que “todavía falta muchísimo que hacer en el tema de educación. Hay una necesidad enorme porque si nosotros realmente pudiéramos agregarle esta etapa, información o conocimiento, aparte de la educación, creceríamos mucho más equipados”.
La emoción es una realidad en los adolescentes y la especialista en terapia confesó que “sí se tiene conflictos emocionales, todos vivimos en relación y a lo mejor no todos vamos a trabajar con una carrera de matemáticas o biología literatura, pero todos vamos a participar en las relaciones y si nosotros lográramos que la educación tuviera justo esta emoción”.
De acuerdo con la especialista, a partir de esta emoción se podrá trabajar no solo en la pareja, sino de manera individual, en el trabajo y hacia uno mismo “y si no tienes las herramientas no te puedes hacer responsable”.
En el libro Adolescencia, oportunidad y reto, de la editorial Urano, Cathy Calderón hace referencia a que los adolescentes tienen emociones y necesidades, los cuales ha podido ver la diferencia que se genera con ellos.
“Lo que se observa es, individuos con mayor seguridad emocional, que pueden estar contentos pasando tiempo en su casa, con mayor nivel de compromiso y responsabilidad en sus estudios y entregas de trabajo, cumplimiento de horarios y buenas conductas con adultos como profesores, entrenadores o figuras de autoridad”, escribió.
En el mismo texto hace referencia ala investigación de Susan McHale, profesora de desarrollo humano y directora del “Social Science Research Institute at Penn State” de la cual comparte los resultados que obtuvo de los adolescentes el cual “muestran la necesidad de los adolescentes de pasar tiempo de calidad con sus padres y que, particularmente, el tiempo con la figura paterna tiene implicaciones muy importantes en el desarrollo psicológico y social del adolescente”.
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