Entre los meses de enero y mayo de 2022 en México se registraron 396 presuntas víctimas de feminicidio, de acuerdo con los datos más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Las entidades con una mayor incidencia de este delito en el mismo periodo son el Estado de México, Nuevo León, Veracruz y la Ciudad de México.
En el contexto de los altos índices de violencia contra las mujeres, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) publicó una guía dirigida a los medios de comunicación con la finalidad de ofrecer consejos y recomendaciones para realizar la cobertura noticiosa de las violencias y los feminicidios con una perspectiva de género, de manera que no se vulneren los derechos de las personas involucradas y se brinde información de manera responsable a la ciudadanía.
Lo anterior, con base en la consideración de que los medios informativos “tienen una tarea central en la búsqueda de soluciones y son también el vehículo para transmitir mensajes, reproducir hábitos y costumbres y moldear la forma en que vemos al mundo”, destacó el Instituto.
Un manual urgente para la cobertura de violencia contra las mujeres y feminicidios en México, coordinado por Karla Casillas Bermúdez y escrito conjuntamente por Cristina Salmerón Arroyo, Lydiette Carrión Rivera e Isabel Montoya Ramos, ofrece a las y los periodistas una serie de sugerencias para evitar reproducir y normalizar la violencia de la que se habla al abordar noticias respecto al tema.
Fotos, videos y otros recursos visuales
Los materiales visuales utilizados para la cobertura de feminicidios y otras expresiones de violencia de género son uno de los temas principales del manual publicado por Inmujeres.
Al respecto, señalaron que la regla principal para determinar si una fotografía es adecuada o no consiste en preguntar “¿Utilizarías esa foto si la mujer violentada de quien se habla es tu madre, tu hija, tu hermana, tu esposa, tu pareja, tu amiga?”. En caso de que la respuesta sea “no”, el Instituto recomienda buscar otro recurso.
En este sentido, el manual aconseja evitar el uso de las siguientes fotografías al momento de cubrir un feminicidio:
- Del cadáver (no aceptable ni siquiera con distorsiones)
- Que no hayan sido autorizadas por los familiares
- Que violen su privacidad y la de sus allegados (nombres de usuario en redes sociales, fachadas de casas o edificios, lugares de trabajo, Ministerios Públicos donde se está realizando la investigación)
- Que estigmaticen y propicien juicios (bebiendo, fumando, portando armas, ejerciendo trabajo sexual)
- Que sexualicen (en ropa interior, con grandes escotes, desnudas o que muestren un cuerpo atractivo que perpetúe el cliché de la sensualidad femenina)
- Negativas (donde se vean alteradas en sus emociones, violentas)
- Que atenten contra su dignidad (que puedan hacer mofa de su cuerpo, estrato social, de alguna enfermedad o discapacidad)
- Que sean discriminatorias (hacia ciertas ocupaciones, grupo étnico, nivel socioeconómico, preferencia sexual, nacionalidad, religión)
- Que propicien el morbo
- Que muestren a la víctima con personas no involucradas en el hecho
- Donde se muestren violentadas (con golpes, sangre, laceraciones). En este caso, si la víctima subió las imágenes a redes sociales para denunciar o evidenciar la violencia, el Instituto sostiene que los medios pueden retomar las imágenes, pero siempre cuidando el tapar el rostro y sin poner el nombre completo
- Fuera de contexto o editadas al punto de desinformar
- Filtradas por la policía o las autoridades y que violen el debido proceso
- De agresores que no hayan pasado por un proceso penal
Por el contrario, Inmujeres sugiere hacer uso de las siguientes imágenes: fotos autorizadas por la familia, fotografías de familiares que hayan sido entrevistados o protagonicen la historia, imágenes simbólicas (como cruces rosas, pancartas o protestas feministas, ilustraciones alusivas al tema de violencia de género), retratos ilustrados, imágenes de campañas institucionales contra la violencia de género, gráficas y estadísticas, así como imágenes genéricas de policía o juzgados.
El lenguaje fotográfico y audiovisual comunica tanto como el texto, por lo que el manual considera necesario prestar especial cuidado a este rubro para no dar un tratamiento sexista o violento hacia las mujeres víctimas de las agresiones.
Relacionado con esto, cabe subrayar que en febrero de 2021 el Congreso de la CDMX y otros estados aprobaron la llamada “Ley Ingrid”, que modificó algunos códigos penales para sancionar con 2 a 6 años de prisión a los servidores públicos que difundan imágenes o videos relacionados con hechos delictivos, especialmente feminicidios.
Las palabras importan
Además de sugerencias para los recursos visuales, el manual publicado por el Instituto destaca la importancia de la narrativa utilizada por los medios en la cobertura de temas relacionados con la violencia de género.
Por ejemplo, recalcaron el valor informativo que puede aportar el hecho de “darle rostro a las cifras” y a las historias. “No todo son números y estadísticas dolorosas”, puede leerse en el documento.
Otro recurso referido por la guía es el de modificar los nombres de las personas cuando se elabora un reportaje. Dicho manejo de la información tiene el objetivo de proteger sus identidades para evitar poner en peligro su identidad.
En caso de utilizar tal recurso, el Instituto resaltó la necesidad de avisar a las y los lectores con una nota breve en el contenido. Sin embargo, afirmaron, “dentro del medio se deben tener los datos completos y verificados en aras de poder comprobar la veracidad de la historia”.
Sumado a ello, Inmujeres aconsejó retomar las historias de viva voz “de quienes sufren el problema”, así como testimonios de especialistas “que expliquen el contexto” para complementar los datos duros que le dan sustento a la información.
Otra recomendación que ofrece el manual es que, si el agresor es una persona famosa, debe evitarse su exposición de forma positiva o haciendo alusión a su poder, su fama o éxito. Más bien, señalaron, se le debe ubicar como cualquier otro agresor.
Por último, sugirieron hacer uso de los sustantivos femeninos existentes para referirse a distintos cargos y profesiones, como “jueza”, “médica”, “presidenta”, “árbitra”, “ministra”, “socia”, “química”, entre otros.
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