A 45 minutos de Tulum y a 50 de Valladolid en Quintana Roo, se encuentra Cobá, un sitio arqueológico a la altura de Tikal o Calakmul, que atrae a muchos viajeros curiosos de la cultura maya, asentada hace tiempo en lo que actualmente conocemos como la Península de Yucatán.
Algo curioso de este sitio, es que los visitantes solo pueden apreciar durante una visita lo equivalente al 1 por ciento de lo que Cobá llegó a ser: una metrópoli maya que alcanzó los 70 kilómetros cuadrados, que se posicionó como una de las urbes más importantes de la región a cargo de dos grandes mujeres: Ixic Yopaat y Ixic K’Awaiil Ajaw.
Octavio Esparza, el epigrafista que forma parte del grupo multidisciplinario que descubrió la dinastía de 14 gobernantes a la que pertenecieron esas dos reinas, ha recalcado su importancia argumentando que las monarcas llevaron a Cobá a tener contactos suprarregionales que hicieron que la urbe fuera más conocida en otros sitios como Tikal, Eszná, Xul, Motul de San José.
“A partir del gobierno de Ixic K’Awaiil, que se da durante la primera mitad del siglo séptimo [hacia el año 500 d.C.], es que Cobá alcanza estas dimensiones de potencia en el mundo maya comparable a lo que fue en su momento Tikal y Calakmul”.
Estos hallazgos fueron producto de una investigación científica que lleva por nombre “Proyecto Cobá”, liderada por la arqueóloga María José Con Uribe y que desde 1992, junto con especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la UNAM, busca indagar sobre el pasado de los seis grupos arquitectónicos que conformaban la antigua ciudad: Cobá, Navarrete, Nohoch Mul, Copó, Maya y Macanxoc; esto a través del análisis epigráfico, arqueológico y de restauración de las diversas estructuras presentes en el sitio.
De esta forma, fue como se dieron a la tarea de descifrar los glifos grabados en 59 monumentos esculpidos, desde estelas y altares hasta dinteles y demás relieves, que presentaban inscripciones e imágenes.
Para interpretar los mensajes que dirigieron a los descubrimientos difundidos en julio de 2020, se utilizaron diversas técnicas, por ejemplo la reconstrucción 3D o el método de la luz artificial rasante: alumbrar los relieves de noche desde distintos ángulos para contrastar las formas. Con estas metodologías, observaron sitios como el Juego de Pelota de Navarrete y una serie de patios en Cobá.
Para Esparza es evidente que ha dejado de ser un secreto el hecho de que las mujeres hayan tenido un papel preponderante en la sociedad maya, varios descubrimientos como este lo han demostrado:
“Los mayas no tenía ningún problema en que hubiera mujeres gobernantes, estamos hablando de que son féminas que alcanzaban el grado más alto dentro de la jerarquía social. En Cobá tenemos estas dos mujeres detectadas que fueron gobernantes ambas con periodos muy, muy exitosos”
Cobá no es como cualquier sitio arqueológico del sureste. En realidad fue una de las metrópolis más importantes de la región en la que se construyeron numerosos centros ceremoniales, un observatorio astronómico redondeado, un juego de pelota y varias bases piramidales, entre ellas la de Nohoch Mul o la más alta de la Península de Yucatán, así como una red de más de 50 caminos de piedra elevados que conectaban a la ciudad con los asentamientos aledaños.
A estos caminos se les conoce como “sacbé”.
La historia de Cobá no terminó con la dinastía de los 14 gobernantes; la ciudad perduró por varios siglos más. En este tiempo se hicieron de varios rivales, como Calakmul, Tikal o Chichén Itzá; este último terminó por derrotarla entre los siglos IX y X y degradarla a un segundo plano político. Sin embargo, Cobá siguió reconociéndose como centro religioso y comercial hasta mediados del siglo XV, cuando su poder ya se había debilitado por completo.
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