“Arriba y adelante” es una de las frases más representativas de Luis Echeverría Álvarez, quien se desempeñó como presidente de México de 1970 a 1976 y falleció este fin de semana a los 100 años de edad.
Dicha frase fue su lema durante su campaña presidencial, tras haber sido elegido por Gustavo Díaz Ordaz como su sucesor al considerar que era apegado a su gobierno y podría darle seguimiento bajo el bastión del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Al igual que otros lemas, como “Para vivir mejor” o “La esperanza de México”, la frase “Arriba y adelante” le sirvió a Echeverría Álvarez para quedar grabado en la cabeza de las y los votantes. Su propaganda no dejaba de sonar en la mercadotecnia política electoral de esa época.
Al machacar la cabeza de las personas, aún hoy en día se recuerda la frase del político, quien, con esas palabras, prometía crecimiento y prosperidad para todos los mexicanos y mexicanas bajo su mandato presidencial.
Tras confirmarse su deceso muchos han recordado su mandato, así como su relación con la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco ocurrida el 2 de octubre de 1968. Aunque en ese momento el presidente era Díaz Ordaz, según testimonios, él tuvo un papel clave en dichos acontecimientos.
A pesar del servilismo que había mostrado al todavía mandatario federal, cuando comenzó su proselitismo desplegó un discurso completamente diferente e incluso, crítico del gobierno saliente, lo cual no complació a Díaz Ordaz.
Una vez en la silla presidencial, las represiones volvieron a verse, en esta ocasión fue un 10 de junio pero de 1971, cuando ocurrió “El Halconazo”, también llamada “La matanza del Jueves de Corpus” que dejó a decenas de jóvenes muertos durante una manifestación pacífica contra Luis Echeverría.
Según cifras oficiales, la masacre dejó al menos 22 fallecidos, numerosos desaparecidos y 50 heridos.
Diversas organizaciones han señalado que cuando menos hubo un centenar de muertos, decenas de desaparecidos y cientos de heridos, ya que la marcha del 10 de junio de 1971 convocó a unos 10 mil estudiantes.
El hecho se considera uno de los episodios más violentos de la “guerra sucia” del Gobierno mexicano contra movimientos de oposición política y armada entre fines de los años sesenta y principios de los ochenta del siglo pasado.
Además de los hechos violentos en contra de civiles, es considerado como un presidente que polarizó a la sociedad mexicana, al generar enfrentamientos en contra de quienes denominó “riquillos” y mostrar su enfado contra los empresarios.
Por otro lado, también fue criticado su manejo de las finanzas públicas, pues algunos indican que “destrozó la estabilidad” que hubo en años anteriores. Respecto a este tema, se le acuña otra famosa frase: “Las finanzas se manejan desde los Pinos”.
Y es que removió a su primer secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, quien no habría estado de acuerdo en los gastos propuestos por Echeverría. Después de que el entonces mandatario tomara las riendas de la economía las reservas internacionales de México se vieron severamente afectadas, lo cual decantó en una terrible devaluación del peso.
Cuando terminó su mandato, su sucesor, José López Portillo, quien tuvo una estrategia similar a la que él hizo en la transición con Díaz Ordaz, lo “exilió” enviándolo como embajador a las Islas Fidji.
Aunque posteriormente fue acusado por genocidio por lo ocurrido el 2 de octubre y 10 de junio, solo estuvo bajo arresto domiciliario y nunca fue condenado, supuestamente por “falta de suficientes pruebas”, por lo que ahora a su muerte, muchos esperan que se reabra su caso, y aunque ya no sea en vida, sea reconocido como el culpable de la muerte de decenas de personas.
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