Moctezuma Xocoyotzin o Moctezuma II, fue el noveno emperador de México-Tenochtitlan, la capital del imperio mexica, que fue fundado en 1325. Ha sido uno de los personajes más destacados de la historia del país, pues fue él quien vio crecer el imperio mexica, pero también fue él quien lo vio caer.
Gobernó por casi 20 años, de 1502 a 1520, y fue el encargado de recibir a los invasores españoles, que eran liderados por Hernán Cortés. Además, los españoles en su paso por varios lugares del territorio de lo que ahora se conoce como México, hicieron alianzas con pueblos indígenas que buscaban liberarse del yugo mexica, por lo que vieron una buena oportunidad de derrotar al pueblo de Moctezuma con ayuda de los invasores extranjeros.
Moctezuma II fue hijo del también emperador Axayácatl, y elegido gran sacerdote por sus pares y gente poderosa de su comunidad. Fue sucesor de su tío Ahuizotl, como emperador de un imperio que se extendía hasta el actual estado de Michoacán, más allá de Tehuantepec.
Se dice que, a la llegada de los españoles, Tenochtitlan contaba con unos 100 mil habitantes. Moctezuma estructuró sus dominios en diversas provincias, con el fin de crear una administración central, regulando así el sistema tributario. Además, siguió con la expansión militar de sus predecesores, lo cual fue la razón de su poderío, aunque no pudo con algunos pueblos enemigos, como Tlaxcala y Texcoco.
Además, impuso una etiqueta real que lo separó totalmente del pueblo, pues no se le podía mirar a los ojos, debían hablarle en voz baja, y estar descalzos en su presencia. Las personas que tenía oportunidad de seguir estas reglas, eran aristócratas solamente. También construyó diversos lugares para su disfrute personal, como un zoológico, y fue uno de los emperadores más seguros de su propia condición divina.
En 1518, llegaron informes al imperio sobre naves del explorador español Juan Grijalva en la costa de Yucatán, y Moctezuma II, en respuesta, envió emisarios y regalos para los extranjeros, a quienes interpretó como enviados del dios de la sabiduría, Quetzalcóatl (la serpiente emplumada), para dar a conocer su retorno.
¿Cómo era físicamente Moctezuma?
Hay una gran cantidad de fuentes del siglo XVI que permiten imaginar cómo era físicamente el noveno emperador mexica. Los detalles del carácter de Moctezuma Xocoyotzin son contradictorios, pues, al parecer, él no deseaba ser elegido como tlatoani.
“Era, pues, Moctezuma hombre de mediana disposición, acompañada con cierta gravedad y majestad real, que parecía bien quien era aun a los que no le conocían. Era delgado de pocas carnes, la color baza, como de loro, de la manera que todos los de su nación; traía el cabello largo, muy negro y reluciente, casi hasta los hombros; tenía la barba muy rara, con pocos pelos negros y casi tan largos como un xeme; los ojos negros, el mirar grave, que mirándole convidaba a amarle y reverenciare. Era hombre de buenas fuerzas, suelto y ligero; tiraba bien el arco, nadaba y hacía bien todos los ejercicios de guerra; era bien acondicionado, aunque muy justiciero, y esto hacía por ser amado y temido, casi de lo que sus pasados le habían dicho, como de la experiencia que el tenía, sabía que eran de tal condición sus vasallos que no podían ser bien gobernados y mantenidos en justicia si no con rigor y gravedad.”, narro Francisco Cervantes de Salazar, en la Crónica de la Nueva España.
Por su parte, Bernal Díaz del Castillo lo describió en una crónica como un hombre de hasta cuarenta años, de buena estatura, proporcionado, cenceño, de pocas carnes, de un color no muy moreno, sino con un color y matiz de indio, con el cabello no muy largo, solo le cubría las orejas, barba negra y rala, rostro alegre, ojos expresivos que denotaban amor o menester de gravedad, pulido y limpio, se bañaba cada tarde, nunca utilizaba su ropa más de un día, tenía muchas mujeres por amigas y dos cacicas por legítimas mujeres, pero era limpio de sodomías. Contaba con doscientos principales en otras salas junto a la suya para atenderlo, quienes tenían que ir descalzos al visitarlo y dirigirse con las palabras: “Señor, mi señor, mi gran señor” sin darle la espalda y con la vista abajo.
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