La evolución de la tecnología ha ido demasiado rápido, tanto que en la actualidad el acceso para conocer la hora es tan cercano que basta con voltear a casi cualquier parte e identificar un reloj inteligente o usuarios con relojes súper modernos en sus muñecas, quienes no están acostumbrados a cargar con uno solamente hace falta mirar sus celulares para conocer la hora.
Pero en tiempos pasados no cualquiera podía saber la hora con precisión, solamente se conocía por medio de enormes relojes ubicados en edificios de Ciudad de México (CDMX).
La capital hasta la fecha sigue conservando algunos relojes con los que se apoyaban los antecesores para saber la hora, convirtiéndose en partícipes de acontecimientos históricos importantes y evolucionando con las generaciones.
Uno de los relojes más viejos de la Ciudad de México es el de la Catedral Metropolitana, que se encuentra ubicado en el Zócalo Capitalino, siendo el más importante del país.
Fue hasta el año 1698 que el templo pudo lucirlo, posteriormente pasó por dos reemplazos, uno en el año 1807 y otro en el 2006.
Por mucho tiempo se consideró como el reloj que marcaba la hora oficial y algunos medios de comunicación llegaron a utilizarlo como referencia.
Su sistema es mecánico y pasa por remontajes cada tercer día, cuenta con dos timbres de bronce enormes que no suenan y el único de los relojes de la iglesia que sigue en funcionamiento.
Arriba del reloj de la Catedral Metropolitana se encuentran tres esculturas que representan: la Fe, la Esperanza y la Caridad, forman parte de la decoración de esa pieza que creó Manuel Tolsá, el mismo que creó el Caballito y otros lugares icónicos de la capital.
El segundo de ellos se trata del que está ubicado en el Palacio Postal, el reloj mide dos metros de diámetro y se puede ver arriba de la entrada principal, fue inaugurado el 17 de febrero de 1907, todavía hace 20 años se podían escuchar sus campanadas a una distancia de cuatro kilómetros, indicándole a los capitalinos el cambio de hora.
El arquitecto Adamo Boari diseñó en 1904 su carátula en bronce y fue fabricada por la Fundación Artística e Industrial Mexicana. Una vez por semana se le debe dar cuerda para que el mecanismo marque bien la hora.
El precio de su maquinaria en el año 1905 fue de un total de 5 mil 515 pesos, la carátula costó mil 500 pesos y la instalación tuvo un valor de 250 pesos.
El último de la lista es el reloj Otomano el cual fue un regalo de la comunidad otomana, inmigrantes libaneses que vivían en la calle Venustiano Carranza. El principal motivo de su instalación fue por los festejos del Centenario de la Independencia de México.
Porfirio Díaz, ex presidente, lo recibió el 16 de septiembre de 1910. El artefacto ha prevalecido a lo largo de los años, su maquinaria suena cada 15 minutos y tiene 4 caras, de las cuales 2 de ellas marcan la hora con números árabes.
Tiene tres simbologías: una que representa a Líbano con un cerdo, Turquía con una media luna y México con un águila devorando una serpiente. Al cumplir un siglo, en 2010, fue restaurado.
Está ubicado en el cruce de las calle Bolívar y Venustiano Carranza del Centro Histórico de la CDMX, destacando gracias a sus bellos azulejos y arcos característicos de su cultura.
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