A lo largo de su carrera, que fue muy extensa, el muralista mexicano Diego Rivera realizó grandes obras que mostraron el gran talento que tenía al mundo entero. Entre las obras que realizó y que más destacaron, estuvieron La creación, Epopeya del pueblo mexicano, El hombre controlador del universo y Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
Esta última obra tiene un gran significado, pues, como acostumbraba hacerlo Rivera en sus murales más emblemáticos, muestra varias etapas de la Historia de México a lo largo de los años, pero con una perspectiva surrealista. Se trata de un “sueño” cargado de simbolismo que convoca a más de 70 figuras que abarcaban más de 400 años de historia, que se encuentran en uno de los parque públicos más importante de toda América: La Alameda Central.
Además de tratarse de uno de los murales más importantes de la carrera de Rivera, también se ha convertido en una de las obras de arte más importantes de México y el mundo, gracias a la complejidad, lo expansivo y su fascinante historia.
Fue en el año de 1947, una década antes de la muerte del muralista, que el arquitecto Carlos Obregón Santacilia le propuso a Rivera pintar un mural para el salón comedor Versalles del Hotel del Prado, un lujoso recinto que estaba por abrir en el centro de la Ciudad de México, justo frente a la Alameda Central. Este parque fue el tema a abordar en el mural.
Considerado el jardín público más antiguo del continente americano, la Alameda Central, a los ojos de Rivera, era un testigo silencioso de los cambios en la historia de México, al tratarse de un lugar de relajación y entretenimiento para los mexicanos a lo largo de varios siglos.
Así, el mural que tiene grandes dimensiones, con una superficie de 4.17 metros de alto por 15.67 de largo, fue pintado al fresco entre julio y septiembre de 1947 con la ayuda de los artistas Pedro A. Peñaloza y Rina Lazo. El mural permaneció en el restaurantes hasta el año de 1960, cuando se decidió trasladarlo al vestíbulo del lujoso hotel, donde se construyó una estructura especial de metal para soportar esta pieza, que tiene un peso de 35 toneladas.
“La composición (del mural) son recuerdos de mi vida, de mi niñez y de mi juventud y cubre de 1895 a 1910. Los personajes del paseo sueñan todos, unos durmiendo en los bancos y otros, andando y conversando”, llegó a explicar el mismo autor de la obra, la cual se puede dividir en tres partes.
Personajes del mural
Además de incluir personajes célebres de cada periodo de la historia del país, Rivera incluye a personajes comunes de un domingo en el parque, como son los vendedores de globos y dulces, así como figuras sin nombre que representan a aquello que enfrentaron cada periodo histórico y cuyas historias suelen pasarse por alto en los relatos oficiales: trabajadores de clase baja y grupos indígenas.
La sección de la parte izquierda del mural habla sobre la historia de México, desde la conquista hasta finales del siglo XIX. Ahí se encuentran importantes personajes como el conquistador español Hernán Cortés, Fray Juan de Zumárraga, quien llevó la primera imprenta al continente americano; Sor Juana Inés de la Cruz, la célebre poeta del siglo XVII; los emperadores Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo, así como el presidente Benito Juárez García.
En la parte central se ven artistas y figuras que marcaron la vida de Rivera desde una visión un tanto surrealista. La gran protagonista de esta parte del mural es La Catrina, una caricatura satírica creada por el grabador José Guadalupe Posada, a quien lleva del brazo derecho. A la izquierda de esta emblemática caricatura representativa de la cultura mexicana, se ve a Rivera de niño, con un atuendo elegante y una serpiente y un sapo en los bolsillos. Detrás se ve a Frida Kahlo, con quien tuvo una complicada relación amorosa.
También se ve al poeta Manuel Gutiérrez Nájera, y al escritor y filósofo cubano José Martí.
La tercera parte aborda la Revolución Mexicana, y por ende, se ve a importantes figuras de esta etapa, como Francisco I. Madero y Porfirio Díaz. También se ve a un gendarme expulsando del parque a una familia indígena, mientras una familia adinerada mira sobre el hombro, lo que es una crítica al racismo que imperaba en México en la época.
Tras el terremoto del 19 de septiembre de 1985, el Hotel Prado, donde se encontraba la obra, sufrió daños irreversibles, por lo que tuvo que el mural tuvo que cambiar de hogar. Para 1986, se mudo a su nueva casa, que fue en un predio ubicado a unos metros del hotel, ubicado en las calles de Balderas y Colón. Ahí se construyó el Museo Mural Diego Rivera, que abrió sus puertas en 1988, y que se encuentra abierto hasta la fecha, en donde en ocasiones se albergan exposiciones temporales, o simplemente puedes acudir a admirar la belleza del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
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