El asesinato de dos sacerdotes Jesuitas, en la comunidad Tarahumara de Cerocahui, en Chihuahua, ha puesto a un sujeto en la mira de las autoridades estatales y federales: el líder criminal, José Noriel Portillo, El Chueco.
Este capo sería el cabecilla de la célula criminal “Gente Nueva”, considerada como el brazo armado y operativo del Cártel de Sinaloa en la entidad- el cual, junto al Cártel de Juárez, figura como el de mayor presencia en la demarcación.
Cabe señalar que la identidad de El Chueco había sido inicialmente señalada por medios locales. Luego de ello, los niveles de gobierno aseguraron tener plena identificación del mismo, pero sin confirmar que se tratase de dicho criminal.
Fue hasta la mañanera de este 22 de junio que el presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), corroboró a José Noriel como el principal responsable y “homicida” quien, agregó, cuenta con una orden de aprehensión desde el 2018.
Sin embargo, el historial delictivo del líder criminal se remonta hasta el 2017: desde entonces, el alias El Chueco ha causado estragos entre la población de la Sierra Tarahumara, y su captura un fallido menester del Gobierno estatal.
En 2016, Javier Corral triunfó como el entonces gobernador de Chihuahua comprometiéndose desde aquel octubre (cuando comenzó sus funciones) a enfrentar la inseguridad del estado - misma por la cual se vio rebasado tras brincar de 1,232 homicidios dolosos registrados en su primer año, a cerrar el 2020 con 2,295 casos.
Fue en medio de esa ola de violencia, que, en 2017, a El Chueco ya se le atribuía el ataque a la comandancia de la Comisión Estatal de Seguridad de Urique - mismo municipio donde serían asesinados los dos clérigos cinco años después.
Según se dio a conocer, en la noche del 6 de septiembre del 2017, un convoy abrió fuego contra el inmueble. Posteriormente, los agresores ingresaron para sacar y golpear a los agentes ministeriales. Al menos dos oficiales resultaron heridos.
Sin embargo, José Noriel Portillo no figuró como objetivo principal del gobierno de Corral hasta el 2018, tras el homicidio del turista estadunidense, Patrick Braxton-Andrews.
El profesor universitario fue asesinado y desaparecido el 28 de octubre en un lugar conocido como La Playita, pero su cuerpo fue localizado casi un mes después, el 18 de noviembre, en un camino que conecta a los municipios de Urique y Batopilas.
De acuerdo con Corral, el cadáver del joven de 37 años fue enterrado por sus homicidas, quienes lo exhumaron para posteriormente abandonarlo cerca de la localidad de Guapalayna; esto, en razón del operativo de seguridad desplegado tras el reporte de desaparición.
“Se buscará el apoyo de todas las instituciones para capturar a este delincuente y que pague caro lo que ha hecho”, sentenció.
Con dicha advertencia, el gobernante prometió concentrar todas (o una gran parte) de las fuerzas estatales para capturar a El Chueco, en coordinación con la Policía Federal. Pero el incremento de las cuadrillas policíaca fue proporcional a los reportes ciudadanos sobre la presencia del líder criminal.
Algunas de estas denuncias señalaban que José Noriel se encontraba en las inmediaciones de una mina en Bahuichivo acompañado de un convoy de personas armadas abordo de 30 vehículos, y con el cual habría agredido a varios oficiales de Urique.
Fue así que el 3 de marzo, 250 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) chihuahuense y 30 de la Guardia Nacional se trasladaron a la zona para capturar al líder de “Nueva Gente”. No obstante, los resultados fueron en vano y no lograron dar con el paradero.
Finalmente, Javier Corral dejó la gubernatura de Chihuahua sin aprehender a uno de los criminales más buscados del estado, relevando esa piedra en el zapato a Maru Campos Galván, cuya administración ya se enfrentó al primer crimen de El Chueco: el asesinato de los dos sacerdotes Jesuitas y un guía de turistas.
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