Maru Campos, gobernadora de Chihuahua, dio a conocer que agentes de la Fiscalía local lograron dar con el paradero de los cuerpos de los dos sacerdotes jesuitas asesinados el pasado lunes 20 de junio en Cerocahui.
De acuerdo con la mandataria, el cuerpo del guía de turistas también fue recuperado, cuyas identidades fueron verificadas gracias a trabajos de medicina forense realizados por personal de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua (FGE).
La gobernadora dio a conocer desde el poblado de Cerocahui, en el municipio de Urique, que “el día de hoy (...) hemos logrado localizar y recuperar, esto comprobado por medicina forense, los cuerpos de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos y Jesús Mora, y del guía de turistas Javier Mora”.
De la misma forma, la mandataria informó que autoridades del estado darán a conocer mayor información sobre el hallazgo de los cuerpos en las próximas horas, el cual se presume que haya sido realizado en el mismo poblado donde fueron ultimados alrededor del mediodía del lunes 20 de junio.
El mismo día, la Fiscalía de Chihuahua anunció que ofrecerá una recompensa de cinco millones de pesos por cualquier información que lleve a la captura de José Noriel Portillo Gil, El Chueco, identificado como el presunto asesino de las tres personas, además de ser señalado como el líder de Gente Nueva, célula criminal al servicio del Cártel de Sinaloa.
Según testigos que presenciaron los hechos, el guía de turistas Javier Mora ingresó alrededor de las 12 horas del pasado lunes 20 a un templo jesuita ubicado en el poblado de la Sierra Tarahumara chihuahuense, pues era perseguido por El Chueco.
En el interior del templo, los sacerdotes trataron de proteger al sujeto agredido, contra quien el agresor ya había disparado en diversas ocasiones, pues los religiosos intentaron tranquilizarlo y convencerlo de abandonar sus intenciones.
A pesar de las peticiones de los sacerdotes, El Chueco ejecutó al guía de turistas, y posteriormente abrió fuego en contra de los dos jesuitas, quienes también perdieron la vida a causa de las heridas de bala provocadas por el fuego del líder criminal.
Un tercer sacerdote que se encontraba en el lugar presenció cómo los ayudantes del criminal subieron los tres cuerpos a una camioneta tipo pick up, por lo cual el padre le pidió dejar los cuerpos para darles la sepultura que marca su religión.
El Chueco se limitó a negar la petición y posteriormente emprendió su huida con rumbo desconocido, tras lo cual el clérigo dio aviso a sus allegados y compañeros de la iglesia, entre quienes se encontraba el padre Javier Ávila.
El padre fue amenazado por criminales para evitar que informaran a personas ajenas a la comunidad, pues aseguraron que atentarían contra su vida si la información salía a la luz por obra de religiosos.
Después de que la noticia fue revelada, Javier Ávila dio a conocer más detalles del crimen, pues afirmó que El Chueco estaba completamente bajo la influencia de la drogas y el alcohol, lo cual se le notaba en el semblante.
“Según dicen, iba fuera de sí; “Iba fuera de sí, drogado”: el padre describió la conducta del Chueco tras el asesinato de los sacerdotes jesuitas, alcoholizado…”, manifestó el padre después de revelar que uno de los sacerdotes “le dijo: ‘cálmate, espérate’ y también lo mató; (al Chueco) lo conoce porque es líder de la región”. El religioso también resaltó que el ataque fue perpetrado por una sola persona y no por un comando armado, lo cual manifestaría el poderío que el líder criminal tiene en la zona.
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