“Por el bien de todos, primero los pobres” es la consignia base que Andrés Manuel López Obrador utilizó durante la campaña electoral de 2018, misma que lo llevó a la presidencia y que ha retomado a lo largo de los casi cuatro años que lleva ejerciendo como líder del Ejecutivo en México. Si bien su preocupación por ayudar a las comunidades más vulnerables del país lo han colocado como uno de los mandatarios más populares y queridos a nivel internacional, la realidad es que la autodenominada Cuarta Transformación también se ha movido por aguas turbulentas para mantenerse en el poder.
Un claro ejemplo de dicha forma de operar es el polémico Tren Maya, pues, pese a que en un inicio Andrés Manuel López Obrador anunció la obra como un magnoproyecto que llevaría progreso a las comunidades más endebles de la Península de Yucatán, su planeación y construcción han estado llenas de irregularidades que permean hasta el más mínimo detalle de todo lo que implica efectuar un proyecto de tal magnitud.
Así lo ha denunciado en múltiples ocasiones el colectivo Sélvame del Tren, mismo que -conformado por académicos y activistas defensores del medio ambiente- se ha posicionado como uno de los principales opositores al proyecto estrella que el mandatario tabasqueño planeaba construir sin ningún tipo de plan ejecutivo o estudios de impacto ambiental.
Cabe mencionar que, aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador ha acusado al colectivo de responder a intereses del bloque opositor a su administración, las y los académicos y activistas que conforman Sélvame del Tren han declarado ser totalmente apartidistas por lo que su lucha está motividada únicamente por la defensa de la selva maya y el patrimonio biocultural, cuestiones que han considerado como verdadera seguridad nacional.
En conferencia de prensa, el pasado miércoles miembros de Sélvamen del Tren denunciaron la falta de planeación y transparencia bajo los cuales el Gobierno de México comenzó las obras del Tren Maya, así como las implicaciones que a corto y largo plazo tendría no solo para los múltiples ecosistemas que convergen en la zona sino también para las comunidades y el legado cultural que está en riesgo de ser destruido.
Destrucción del patrimonio biocultural anunciada
Hace aproximadamente 66 millones de años un meteorito impactó en la Tierra -específicamente en la Península de Yucatán- provocando la extinción de los dinosaurios, no obstante, también propició a la creación de un sistema de cuevas subterráneas que hasta el día de hoy conforman la peculiar geología de la región.
Además del inmenso tapete verde que es la Selva Maya, el subsuelo de la Península de Yucatán alberga una incalculable cantidad de cenotes y uno de los mantos acuíferos más importantes de México; estos factores ha influido para que que en la zona converjan diferentes tipos de ecosistemas que le han dado esa incomparable característica paradisíaca que año con año atrae a miles de turistas nacionales y extranjeros.
Aunque uno de los argumentos principales del Tren Maya fue que los mil 460 kilómetros de vía férrea se construirían sobre una zona que ya contaba con cierto impacto ambiental por la construcción de una carretera, el Tramo 5 que conecta a Playa del Carmen con Tulum es el que más indignación ha generado por los múltiples cambios de ruta que ha presentado derivado del desastre ecológico que implicaría y, de acuerdo con el colectivo Sélvame del Tren, también por los intereses económicos a los que responde.
Bajo ese tenor, Rodrigo Medellín -Doctor en Ecología y Conservación de la UNAM- detalló que la construcción del Tren Maya no cuenta con un plan ejecutivo para su realización, así como que hay “muchos parches” que las mismas autoridades han puesto para ignorar la catástrofe ambiental anunciada que la obra traería para la Península de Yucatán y, en consecuencia, para las comunidades que ahí residen.
De acuerdo con el académico, actualmente los recursos naturales de la zona son casi insuficientes para la población que habita en la región, lo cual sumado al desastre ecológico suponen un riesgo inminente tanto para los seres humanos como para las múltiples especies de flora y fauna que alberga la selva maya.
Por su parte, el biólogo Roberto Rojo hizo gran hincapié en resaltar las condiciones del subsuelo de la región argumentando que, si la obra continúa con el curso previsto, el Tren Maya atravesará el área con mayor densidad de cuevas en el país lo cual también implicaría un peligro para el mismo proyecto puesto que el fenómeno geológico de la región es dinámico.
Los cenotes colapsan naturalmente y a lo largo y ancho de la Península de Yucatán ya se han registrado hundimientos en el suelo derivado de las condiciones del sistema de cuevas subterráneas característico de la región. Bajo esa premisa, no sorprendería que en un futuro el peso, las vibraciones, y la fuerza del Tren Maya terminaran por colapsar parte del sistema de cuevas de la zona.
Asimismo, Octavio del Río -arqueólogo subacuático- resaltó el incomparable valor cultural que dicha demarcación tiene pues datos históricos han señalado que fue precisamente en la Península de Yucatán en donde se asentaron los primeros pobladores en América.
Octavio del Río alertó sobre el peligro de la destrucción del sistema de cuevas pues en dichos lugares se han hallado importantísimos vestigios prehisóricos, tales como la osamenta de Eva de Naharon, mujer de 25 años que habitó en una de las cavernas de Tulum hace más de 13 mil años y cuyo descubrimiento es el resto humano más antiguo del continente americano.
Todo eso sin mencionar que la cultura maya asentó gran parte de su cultura en los cenotes de la zona, llegando incluso a nombrar dicho sistema de cuevas como Xib’al’ ba que, de acuerdo con su mitología, era el mundo subterráneo regido por los espíritus de la enfermedad y la muerte.
El colectivo Sélvame del Tren ha emprendido una incansable lucha por preservar tanto el patrimonio natural de la Selva Maya de la Península de Yucatán como el cultural que forma parte de la historia de México y de toda una población.
Ilegalidad, impunidad y el capricho presidencial
Además del evidente ecocidio que la construcción del Tren Maya traería para la Península de Yucatán, el colectivo Sélvame del Tren también reveló todas las lagunas legales a través de las cuales el Gobierno de México comenzó las obras de construcción del tan anhelado proyecto de Andrés Manuel López Obrador.
Francisco Torres Landa, abogado y activista, hizo un llamado a la ciudadanía y a autoridades para atreverse a vivir dentro del margen que dicta la ley en un país en donde históricamente ha permeado la impunidad. Destacó que en un modelo democrático de gobierno, son las mismas autoridades quienes deberían ser el ejemplo de orden, lo que implicaría un correcto acato de la ley en todos los sentidos, situación que no ha ocurrido con la autodenominada Cuarta Transformación.
En el tema específico del Tren Maya, Francisco Torres delató que el Gobierno de México no ha respetado las normas plasmadas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) que garantizan la preservación del medio ambiente y el equilibrio ecológico, comenzando por las Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) que debieron ser emitidas antes del inicio de las obras de construcción.
De acuerdo con el abogado, la Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) no son un capricho sino un estudio que dictamina qué tan viable es un proyecto de ese calibre. Del mismo modo, detalló que la importancia de que el documento se emitiera antes del inicio de su construcción recae en el análisis de las consecuencias adversas que se podrían presentar para que, bajo ese tenor, se integraran medidas de mitigación o control.
El orden de los factores sí afecta el producto
Cabe mencionar que las Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) del Tren Maya se emitieron tiempo después de que las obras ya habían arrancado y en un modelo segmentado, es decir, se emitió un estudio por cada tramo de proyecto lo cual, además de ser ilegal, ha sido calificado como una práctica “mañosa” que autoridades adoptaron para justificar el verdadero daño ambiental que la obra generará a los ecosistemas de la región.
Francisco Torres puntualizó que dichas omisiones tienen connotación de delitos ambientales y que, aún así, ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ni la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) han hecho nada al respecto, por lo que acusó a las y los funcionarios de dichas dependencias de tener conflictos de interés y de estar al servicio del capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Adicionalemte, el litigante evocó la máxima juarista que sostiene “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley nadie” para pedir a los jueces que han atendido las denuncias ciudadanas no doblegarse ante la presión que se ejerce desde Palacio Nacional así como para invitar a la ciudadanía a salir a las calles para defender el patrimonio biocultural si falla la defensa por la vía legal.
Son muchas las aristas a considerar sobre el magnoproyecto que tanto Andrés Manuel López Obrador como las y los militantes de la Cuarta Transformación han defendido a capa y espada, no obstante, la visión crítica, objetiva y sustentada del proyecto amplia el panorama sobre las consecuencias que la construcción del Tren Maya traería para preservación del medio ambiente y de la vida de todos aquellos quienes habitan el paraíso que es la Península de Yucatán.
Finalmente, resulta pertinente mencionar que el debate sobre la construcción del Tren Maya no se motiva por una visión política o antisistema, sino por la preocupación que la ciudadanía ha adquirido por defender la vida en todas sus manifestaciones y porque las obras que pretenden llevar desarrollo económico y social a las comunidades vulnerables se hagan con pleno apego a la legalidad y a la sustentabilidad que urge implementar ante la crisis ambiental que atraviesa no solo México sino el mundo.
SEGUIR LEYENDO: