Las primeras tres semanas del 2022 dejaron ver que en la Ciudad de México (CDMX), considerada una capital innovadora y de derechos, aún queda mucho en qué trabajar en cuanto a la no discriminación y derechos, pues tan sólo en los primeros 20 días de enero se registraron 5 agresiones contra personas de la comunidad LGBT+.
Y es que a pesar de los avances legales, México es el segundo país de América con más violencia por homofobia y transfobia, después de Brasil y antes que Estados Unidos, de acuerdo con el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT de la fundación Arcoíris.
En tanto, según datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), seis de cada 10 personas de la comunidad ha sufrido algún tipo de discriminación, mientras que más de la mitad reportó haber sufrido expresiones de odio, agresiones físicas y acoso.
Asimismo, la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género (Endosig) resaltó que la pandemia agudizó la discriminación hacia las personas LGBT+ en el país, pues cerca del 49% de la comunidad lésbico-gay tuvo problemas en la atención médica.
Este incremento de la violencia física y verbal ocasionó que el 16 de enero un joven fuera atacado por un hombre de entre 28 y 30 años tras abrazar a su pareja mientras esperaban su pedido en una taquería de la colonia Narvarte.
“No dejaba de verme con una mirada muy particular, que las mujeres y personas LGBT+ conocemos bien, una mirada que he aprendido a identificar en la que no es fácil distinguir el odio y repulsión”, relató el afectado en su momento.
Otro de los ataques se registró la madrugada de ese mismo día, pues a través de sus redes sociales, la activista trans y trabajadora sexual, Natalia Cruz, mejor conocida como Natalia Lane, fue atacada con un arma blanca en la avenida Calzada de Tlalpan.
“Me acuchillaron en la nuca y me estoy sintiendo muy mal”, narró la joven en un video compartido en sus perfiles.
No obstante, los ataques y la discriminación se viven de diferente manera dentro de la misma comunidad, como señaló a Infobae México Emil, activista trans por los derechos LGBT+.
“No me siento del todo seguro, nunca sé si alguien me va atacar”
Emil estudió su primera carrera en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde recordó, pasó muchísima discriminación por parte de sus compañeros, maestros y los administrativos tras su transición.
“Eso lo hace más complicado, porque si de por sí hacer una carrera universitaria es pesado, el que te pongan tantas trabas lo hace todavía peor”
Relató a Infobae que durante ese tiempo no hizo nada para evitar la discriminación, ya que “me daba mucho miedo que hubiera repercusiones contra mí”, además no conocía ningún organismo que lo apoyara.
Con los años de activismo mejoró su autoestima, además de que se generaron leyes y organismos que lo respaldaron. Sin embargo, a pesar de ello, su percepción de la seguridad como hombre trans continúa siendo mala.
Y es que como activista de la comunidad trans, normalizó sentirse seguro porque “te rodeas de personas que te entienden y que son más abiertas. Se normaliza que te sientes seguro, pero porque te mueves en espacios seguros”. Pero eso no implica que sea del todo la realidad, lamentó.
Emil indicó que “le cayó el 20″ de cómo se sentía respecto a la situación en la Ciudad de México hace unos meses, cuando una de sus amigas, Natalie Lane, sufrió un intento de feminicidio en la capital.
“Como que esto fue un recordatorio de que siempre va a haber para las personas activistas ese peligro de que te asesinen (…) Y más hacia la comunidad trans, que es una de las poblaciones más agredidas. A veces a uno se le olvida que el hecho de tanta violencia hacia la propia población bajan nuestra expectativa de vida”
“Me siento seguro de caminar libremente”
Contrario a lo que indicó Emil, Benito García, activista por los derechos LGBT+, aseguró a Infobae que se siente seguro al caminar por las calles de la capital, aunque, al igual que a gran parte de la comunidad, ha sufrido ataques por su orientación sexual.
Una de las primeras agresiones que sufrió fue en 2017, cuando iba con su novio en el Metro de la Ciudad de México. Benito recordó que unos señores que repartían propaganda religiosa se acercaron y les extendieron los volantes, pero la rechazaron con un gentil movimiento; las personas, molestas, se fueron a sentar y comenzaron a agredirlos verbalmente.
En un acto de valentía, el activista decidió bajar la palanca de emergencia para solicitar ayuda de algún elemento de seguridad. No obstante, el apoyo llegó para los agresores, pues el oficial decidió bajar a los jóvenes mientras que con caras molestas, los usuarios del transporte se quejaron del tiempo de retraso que ocasionó su acción
Meses después, Benito sufrió otra agresión verbal en una plaza comercial por parte de un hombre mayor, sin embargo, dos mujeres se acercaron a apoyarlo.
Ante este contexto, Benito continúa firme en su postura sobre cómo se siente al ser parte de la comunidad LGBT+ y vivir en la Ciudad de México, pues aseguró, hay capitalinos que no dudarían en ayudar ante una agresión, así como instituciones que lo respaldan y visibilizan con mayor frecuencia a la población.
“Si me siento en una ciudad segura, me siento seguro porque hay campañas continuamente de concientización, tanto en redes sociales, pero más en las instituciones públicas (…) No he sufrido otras agresiones, aunque soy consciente de que sí se llegan a dar, pero sé que la gente te llega a defender”
Un avance en los derechos, pero no en la visibilidad
Los dos activistas coincidieron que en la Ciudad de México se ha avanzado entorno a los derechos de la comunidad LGBT+, pues la capital del país fue la primera entidad en reformar su Código Civil en 2009 para añadir el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Los temas en los que más se ha avanzado son matrimonio igualitario, identidad de género y sancionar las terapias de conversión”
En 2014, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) publicó el Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren la orientación sexual o la identidad de género.
Para 2017, la Procuraduría General de Justicia (PGR, ahora FGR), en colaboración con organizaciones de la sociedad civil y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), elaboraron el Protocolo Nacional LGBTI+.
El 7 de julio de 2021 fue aprobada por el Congreso local la Ley para el Reconocimiento y la Atención de las Personas LGBT+ de la Ciudad de México, con el objetivo garantizar y evitar la discriminación contra la personas de este colectivo.
En ella se reconoció la diversidad sexual y de género, el derecho al trato digno y sin discriminación en los servicios de salud públicos y privados, a la educación, al trabajo, a la salud, a la cultura, a la certeza jurídica y la participación política, entre otros.
Sin embargo, algunas de las deudas que el Congreso capitalino tiene con la comunidad son las políticas laborales, el reconocimiento de las infancias trans, así como la atención y programas de salud dignos.
“El gran pendiente que queda es el de las infancias trans, es decir, permitir a los niños, niñas y adolescentes que se identifiquen como personas trans su cambio de identidad en documentos”, manifestó Benito
Asimismo, Emil destacó que las instituciones públicas y privadas han visibilizado a la comunidad, pero no de manera equitativa; según expresó, “pareciera que dentro de las siglas LGBT, la G está en mayúsculas”.
“Cuando se habla de la comunidad LGBT, la gente en automático piensa en hombres gay. Ya están más normalizados los hombres gay, y mucho más en temas referentes a los derechos”
Detalló que aún dentro de la misma comunidad activista, se habla más de hombres gay que sobre los derechos para mujeres lesbianas, personas bisexuales, intersexuales o personas no binarias. “Aun dentro de la comunidad trans, ha habido más visibilidad hacia mujeres trans que hacia los hombres trans”, añadió.
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