La Torre Latinoamericana, también conocida como la Latino, comenzó a ser construida en 1948, hasta ocho años después terminaron su edificación, en 1956. Su origen viene de una famosa empresa de seguros llamado la Latino Americana, conformada por personajes cercanos a Porfirío Díaz.
Gracias a su crecimiento monetario y la expansión de su clientela lograron obetener gran poder adquisitivo y fue en 1948 que el consejo consultivo de la empresa decidió formar parte del edificio, justo donde se había demolido uno antiguo el año anterior.
Con la idea de que el proyecto denotara la importancia de la empresa Latino Americana, se propuso que tuviera 27 pisos pero eso cambió conforme a la visión de quienes estaban detrás de la ambiciosa planificación. Con la idea de que el edificio representara el crecimiento del país, finalmente se acordaron 40 pisos.
En ese entonces México estaba bajo el gobierno de Miguel Alemán y la modernidad urbana poco a poco comenzaba a figurar en las calles de la gran ciudad. El edificio fue inaugurado el 30 de abril de 1956, y la compañia de seguros se mudó, ya que la torre se convirtió en un espacio para alquilar oficinas.
Conforme avanzó el plan arquitectónico se le añadieron más pisos y una antena de televisión. Por su parte, los constructores tenían el objetivo de proyectar una cimentación estructural que fuera ejemplo para los paradigmas de la ingeniería moderna.
La cimentación no fue nada sencilla debido al fango y al ser una zona sísmica. Sin embargo, con 361 pilotes de concreto con 34 metros de profundidad y estructura de acero, el edificio logró soportar 25 mil toneladas.
El rascacielos se encuentra ubicado en la esquina de las calles Francisco I. Madero y Eje Central, en el Centro Histórico de la capital, además de tener una espectacular vista hacia el Palacio de Bellas Artes. Mide alrededor de 181. 33 metros de altura con 44 pisos dentro de ella.
Desde su construcción hasta el año 1972 fue el edicio más alto de la Ciudad de México y obtuvo un récord del rascacielos más grande del mundo en competencia con Estados Unidos. Su fachada está compuesta por cristal y aluminio, mientras que sus cimientos se forjaron con vigas de acero.
Se ha convertido en uno de los edificios más emblemáticos del centro del país, puesto que sobrevivió a los terremotos de 1957, el de 1985 y el último y más actual, en 2017, por esa razón también está catalogada como una de las estructuras arquitectónicas más seguras de la capital.
“El sol cruza las viguetas y rebota en los cientos de remaches. Luces, destellos y sombras se fusionan con el crucigrama de acero a más de cien metros de altura. Arriesgando el físico, agarrándose con uñas, dientes y sus pies en temblorina, los fotógrafos Faustino Mayo y Nacho López habían subido por una escalera marina hasta el piso 32, el último de la Latino en ese momento, donde ‘solo con alargar el brazo podía acariciarse a aquella nube’. La vista desde las alturas valía el vértigo, pues había que retratar al rascacielos que no solo ponía a México un paso más cerca de la modernidad, sino que era un símbolo de ella”.
Ese es un párrafo que forma parte de un fotorreportaje de 1951, publicado en la revista Mañana 27 de octubre por el periodista Carlos Argüelles, con el título Pasos en el cielo. En el texto se puede observar la magnificencia que representó la construcción de la Torre Latino para los mexicanos de aquella época y que hasta nuestros días sigue siendo un espectáculo increíble para la vista.
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