Familia Michoacana: el grupo criminal que sigue en pie aun cuando hace una década se presumía su caída

Masacres, asesinatos de policías, vínculos internacionales y nexos con células locales para combatir a enemigos más poderosos forman parte del recorrido que no han extinguido al grupo criminal

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Detenidos familia Michoacana (Foto: Twitter@FiscalEdomex)
Detenidos familia Michoacana (Foto: Twitter@FiscalEdomex)

Aunque hace una década las autoridades federales presumían la decadencia de la Familia Michoacana, el grupo criminal se mantiene imbatible al sur del Estado de México y en límites con Guerrero, Morelos, además del estado en que surgió.

Un informe de la Secretaría de Seguridad Pública federal de noviembre de 2010 indicaba que el grupo criminal decayó luego de llamado Michoanazo, cuando fueron detenidos 11 alcaldes, 18 mandos policiales, un empresario y hasta un juez, por sus presuntos nexos con el narco. Del megaoperativo no hay ningún funcionario tras las rejas, pues fueron absueltos.

Pero el reporte difundido señala que se registraron disminuciones de la Familia Michoacana desde aquel 26 de mayo de 2009, tras intervenciones del Ejército y la ahora extinta Policía Federal. El documento presumido por la dependencia que lideraba Genaro García Luna señalaba que el grupo criminal se vio afectado en su capacidad de enlace, logística y operación.

Según esta presentación, la organización delictiva se replegó a zonas rurales, particularmente a la sierra. De ahí que trasladaron su centro de operaciones de Morelia hacia Apatzingán y la costa de Lázaro Cárdenas.

Así fue como las autoridades destacaron que la Familia Michoacana perdió protección institucional y la interacción con actores políticos que les facilitaban la realización de ferias, peleas de gallos, así como bailes populares que aprovechaban para la venta de drogas.

Eran los tiempos de la guerra contra el narco en su mayor apogeo, durante el sexenio de Felipe Calderón, cuya estrategia de seguridad fallida arrancó precisamente en su estado natal, Michoacán.

Sin embargo, el informe reconoce que esta situación se revirtió con la liberación de la mayoría de los alcaldes y funcionarios detenidos. En aquel entonces, la otrora Procuraduría General de la República no pudo probar las imputaciones para concretar el Michoacanazo.

Las referencias de 2010 apuntaban que la Familia Michoacana buscaba cobijarse con la sociedad, a la cual engañaban que eran una organización protectora contra el crimen organizado. Pero en realidad traficaban drogas como ahora, generan violencia, cometían extorsiones y secuestros.

(Mapa: Infobae México)
(Mapa: Infobae México)

Al final del mandato de Felipe Calderón, en 2011, el cártel que buscó combatir sufrió una fracción que derivó en los Caballeros Templarios y otros que se mantuvieron con el mismo nombre. Aunque la facción ya llevaba al menos tres décadas, pues sus orígenes se ubican en 1980.

Arrestos, traiciones, abatidos y masacres fragmentaron aún más a la Familia Michoacana y luego de 2014 se replegaron al norte de Guerrero, límites de Michoacán, como el sur del Estado de México, Morelos y en el Istmo de Tehuantepec, al sur de Veracruz, donde dominan actualmente.

Los informes de la Secretaría de Marina Armada de México han indicado que la Familia Michoacana ataca con tácticas guerrilleras aprovechando el territorio agreste y domina la zona sur mexiquense bajo el liderazgo de Jhony el Mojarro y José la Fresa, los hermanos Hurtado Olascoaga.

Ellos dos son los principales cabecillas, aunque se agregan lugartenientes de relevancia en la estructura criminal como el Comandante Mala y Silverio Martínez Hernández, alias Fierros.

(Foto: fGJEM)
(Foto: fGJEM)

Con el paso de los años, los remanentes se han unido a otras células para conformar frentes contra enemigos de mayor capacidad en recursos humanos y fuego. Por ejemplo con los Correa y Cárteles Unidos en Michoacán. Otra célula conocida como la Nueva Familia Michoacana también destacó en zonas de Guerrero.

Hasta 2020, la Administración del Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) señalaba que la Familia Michoacana aún seguía vigente en la nación norteamericana, por sus envíos que inundan el mercado negro de consumo de narcóticos.

Aunque fue disuelta oficialmente en 2011, tras el arresto de su último líder, José de Jesús Méndez Vargas, el Chango, siguió operando en células dedicadas a la trata, secuestro y extorsión en Guerrero, Estado de México y la capital del país, especialmente en suburbios de la periferia hasta 2014, refiere un análisis del Servicio de Investigación del Congreso de EEUU.

Según documentos del Departamento de Justicia de EEUU, la Familia Michoacana estableció relaciones con cuatro cárteles en Washington. Se trata de Mexican Mafia, Norteños, Sureños y Peckerwoods. De Mexican Mafia, la DEA señala que se trata de una pandilla con alcance nacional y es principal distribuidor de drogas provenientes de México.

Tres oficiales murieron en una
Tres oficiales murieron en una emboscada en Coatepec de Harinas

Tan solo en mayo pasado, autoridades norteamericanas detectaron una célula criminal vinculada con la Familia Michoacana en Carolina del Sur y Georgia, donde más de 30 presuntos delincuentes utilizaban un restaurante y camionetas de tacos para distribuir drogas.

Alan Wilson, fiscal general de Carolina del Sur, anunció que la facción delictiva está identificada como los Banditos y operaban desde el establecimiento de comida mexicana Los Primos, localizado en la ciudad de Greenville. El presunto grupo de narcomenudistas traficaba dosis de cocaína y metanfetamina.

Del lado mexicano han orquestado ataques contra diversos perfiles políticos y fuerzas de seguridad. El 18 de marzo del año pasado, una emboscada contra policías estatales y efectivos ministeriales dejó un saldo de 13 agentes asesinados. en el municipio mexiquense de Coatepec de Harinas.

Mientras que en un enfrentamiento en la demarcación cercana de Texcaltitlán este 14 de junio reciente dejó 11 sicarios abatidos de la Familia Michoacana, supuestamente, durante un despliegue para la detención de alguien de relevancia. Ambos casos muestran que la facción delictiva no ha decaído, como se presumía.

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