Paso a paso: la logística para llevar al “Chapo” desde Querétaro a Sinaloa tras fugarse del Altiplano

Después de protagonizar la “fuga del siglo”, el narcotraficante todavía tuvo que hacer varias maniobras para lograr llegar a su natal Sinaloa desde el centro del país

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Imagen: Infobae
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Los hermanos Héctor Ramón y Julio César Takashima Valenzuela, quienes participaron como piloto y mecánico, respectivamente, de uno de los aviones que trasladó a Joaquín “El Chapo” Guzmán desde Querétaro a su natal Sinaloa tras fugarse en 2015 del penal de El Altiplano, fueron sentenciados por los delitos de posesión de arma sin permiso y contra la salud.

Héctor Ramón Takashima Valenzuela, alias “El Cachimba”, fue miembro activo por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) del distrito federal 3 en Sinaloa, que comprende los municipios de Angostura, Navolato, Salvador Alvarado y una parte de Culiacán.

Sin embargo, fue en 2013 cuando su camino se entrecruzó con el de Joaquín “El Chapo” Guzmán, fundador del Cártel de Sinaloa, después de que su primo Paulino López López lo invitara a trabajar como piloto en el aeródromo de La Palma, en Navolato.

En un primer momento, la labor de Takashima era abastecer con despensas de harina Maseca, manteca, frijol y otros abarrotes a varios poblados enclavados en la Sierra Madre Occidental. Según los informes de las autoridades federales, por aquel entonces Héctor Ramón ya era un consumidor asiduo de marihuana y cocaína.

Precisamente fue en uno de esos viajes a la sierra sinaloense cuando conoció al célebre capo que se hizo famoso por sus fugas de prisiones de alta seguridad, y que actualmente cumple una sentencia de cadena perpetua por 10 delitos relacionados con el tráfico de drogas y lavado de dinero.

Fuente:
Especial
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Yo trabajo para ‘El Señor’ desde antes de que lo agarraran, es decir, aproximadamente desde 2013″, dijo “El Cachimba en uno de sus primeros interrogatorios.

En ese tiempo Héctor Ramón contrató a su hermano Julio César Takashima, alias “El Gordo”, como mecánico de aviones, y para que también le ayudase con los cambios de aceite. “El Cachimba” identificó a un sujeto llamado Juan Niebla como dueño del aeródromo y a otro hombre apodado “El Ochenta” como propietario de la empresa.

Fueron los primeros días de julio cuando “El Ochenta” citó a “El Cachimba” en un McDonald´s ubicado cerca del congreso de Sinaloa, según relató el propio piloto: “Me dijo que estuviera listo en unos días más para ir a recoger un cargamento de mota (marihuana) en Toluca, diciéndome también que le dijera a Romano Lanciani (otro piloto) que se alistara y estuviera atento para que nos ayudara en ese traslado de droga, dándome en ese momento 10 mil pesos como viáticos”.

La fecha llegó el 6 de julio. “El Cachimbarecibió una llamada telefónica en la que le indicaron que debía irse cuanto antes en un autobús hacia Toluca, Estado de México, para de ahí pilotar un avión que supuestamente debía llevar un cargamento de droga hasta Culiacán. Al día siguiente, Takashima ya se encontraba en la capital del Estado de México, y el miércoles 8 de julio un sujeto lo llevó al Hotel La Misión, ubicado cerca del Centro de Capacitación de la PGR en Querétaro.

Una vez ahí, “El Ochenta” le hizo llegar vía mensajería instantánea una nueva orden: debía dirigirse a una pista privada, propiedad de la empresa Aerofumigaciones de Querétaro, ubicada en el municipio de Pedro Escobedo, para de ahí pilotar la aeronave hasta Culiacán.

Infografía:
Infobae
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Eran las 11:00 horas del 8 de julio cuando un avión Cessna 206, con matrícula XB-AWL, aterrizó en la pista de la empresa queretana, provocando el desconcierto del dueño de la compañía, quien no supo por qué un avión desconocido y sin permiso para aterrizar en su propiedad había arribado esa mañana.

Sin embargo, a pesar de que le hizo saber al piloto de nombre Lucas que no podía aterrizar ahí porque era una pista privada y que debía irse al aeropuerto de Querétaro, el dueño de la compañía se sintió intimidado cuando el piloto le contestó que “no la hiciera de a pedo” y que “no pasaba nada”.

“Me intimidé un poco porque esta persona tenía el acento norteño y me sentí con miedo, por lo que tuve que aceptar”, declaró el dueño de Aerofumigaciones de Querétaro a las autoridades

Al día siguiente, el 9 de julio, aterrizó otro avión -un Cessna 206 con matrícula XB-HCM- en la pista en punto de las 15:30 horas. El piloto, Romano Lanciani Llanes, quien se dedicaba a fumigar en La Palma, Navolato, iba servir como señuelo. Los pilotos de ambos aviones que llegaron sin avisar a la pista privada dijeron a los dueños que estaban ahí por que iban a poner las aeronaves a la venta.

Sin embargo, en los dos días siguientes no hubo ninguna venta. Fue la madrugada del 12 de julio, a las 1:20 horas, cuando entraron a la pista una pick up Cheyenne y una Honda CRV gris, de la cual bajaron cuatro sujetos. Uno de ellos de estatura baja, con camisa café y pantalón de mezclilla, resguardado por hombres armados.

Joaquín Guzmán Loera (Foto: Especial)
Joaquín Guzmán Loera (Foto: Especial)

Aquel hombre de baja estatura abordó el Cessna 206 con matrícula XB-AWL y despegó a las 01:35 horas. Era “El Chapo” Guzmán, que tan solo unas horas antes se había escapado de la cárcel del Altiplano a través de un túnel subterráneo y a pesar de que la prisión contaba con cámaras de circuito cerrado, sensores de movimiento y un sinfín de medidas de seguridad que sugerían a “La Palma” como un penal del que parecía imposible escapar.

Minutos después del despegue, “El Cachimba” recibió un mensaje de “El Ochenta”. Eran las coordenadas del sitio de aterrizaje: una pista clandestina en la sindicatura de El Tamarindo, en Sinaloa. Tres horas después la aeronave aterrizó en un camino de terracería. Ahí los esperaba otro avión Cessna 206, el cual abordaron “El Chapo”, su cuñado Édgar Coronel Aispuro, otro de sus hombres de confianza y Takashima.

El piloto voló el avión por una hora hasta llegar al poblado de Los Remedios, en la localidad de Tamazula, en el estado de Durango. Ahí bajaron “El Chapo”, su cuñado y el otro hombre. Los tres abordaron unas cuatrimotos que ya los esperaban. “El Cachimba”, por su parte, se fue a Villa Juárez, Navolato, pues le dijeron que ya había cumplido su parte en la misión.

La aeronave de Romano Lanciani, que había despegado minutos después de la pilotada por “El Cachimba”, y que pretendía servir como distractor para las autoridades, se siguió hasta Culiacán, pero durante las maniobras de aterrizaje se terminó por salir de la pista. Para reparar las averías que sufrió, “El Cachimba” llamó a su hermano “El Gordo” para que fuera a reparar el avión.

Un mes después, el 19 de agosto, efectivos de la Marina detuvieron en Culiacán a “El Cachimba” y a su hermano con armas y una maleta de cocaína. Ambos fueron sentenciados a seis años de prisión, periodo de tiempo que se cumplió en el año 2021; sin embargo, seguirán recluidos en el Altiplano por los otros delitos mencionados.

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