Sin duda alguna, uno de los máximos representantes del muralismo en México fue Diego Rivera, un artista que dejó plasmadas varias pinturas en México, tanto cuadros como grandes murales. Él tuvo una relación amorosa con otra gran artista que se ha convertido en un ícono de la cultura mexicana: Frida Kahlo.
Rivera, a lo largo de su carrera, logró realizar varios trabajos excepcionales, como el gran mural que realizó en el Estadio Olímpico Universitario, ubicado en Ciudad Universitaria, titulado La Universidad, la Familia y el Deporte en México, al cual definió como la realización más importante de su vida, simplemente porque a sus posibilidades individuales de invención y construcción, se sumó el trabajo de 70 obreros, albañiles y canteros; así como 12 pintores y arquitectos.
Otros de los grandes murales que realizó el artista mexicano fueron los que se encuentran en Palacio Nacional, actual residencia del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Estos murales le fueron encargados por el entonces titular de la Secretaría de Educación Pública, el humanista y escritor José Vasconcelos. El conjunto de murales lleva por título Epopeya del pueblo mexicano, y se extiende a lo largo de 276 metros cuadrados y representa varios siglos de historia del país.
El motivo de dicho mural fue porque, en ese momento, la década de los años 20 del siglo pasado, la mayoría de los mexicanos eran analfabetas, por lo que el muralismo, además de ser una técnica pictórica en auge, era una herramienta didáctica para transmitir mensajes a quienes observaban las obras.
Otra de las grandes ceraciones de Rivera fue el mural que se encuentra actualmente en San Ildefonso, llamado La Creación. Este fue el primer mural que realizó el artista, y en él surge la figura del hombre con los brazos abiertos en la cruz, con algunos otros detalles con significados muy específicos.
Sin embargo, Rivera también llegó a pintar cuadros de algunas personas. Tal es el caso del cuadro que hizo a la primera actriz Silvia Pinal, quien hace unas semanas llamó la atención por su apariencia tras su regreso al teatro.
Este cuadro es una de las obras más famosas de Rivera. De acuerdo con una anécdota contada por la propia actriz, ella y Rivera se conocieron gracias a un amigo en común, un arquitecto que trabajaba en un proyecto en la casa de Pinal. Cuando esta persona los presentó, se llevaron bien desde el primer momento. Ahí, Rivera quedó impactado por la belleza de la mujer que actualmente cuenta con 90 años, y que en ese momento era una joven de 25.
Tras una larga y amena charla, el muralista se atrevió a decirle a Silvia que ella sería una extraordinaria musa para un retrato al desnudo, sin embargo, la primera actriz no aceptó la propuesta, pues le dijo que prefería modelar para algo más recatado ya que no quería incomodar a sus visitas, ya que pensaba poner el cuadro en la sala de su hogar.
Rivera accedió a la petición y comenzó la pintura. La primera actriz decidió posar de pie, a pesar de la extensa jornada que le esperaba, y con un ajustado vestido negro. Pinal llegó a declarar que por las noches terminaba con dolor en las piernas, pero muy contenta por la compañía y plática del muralista.
La jornada de trabajo de Rivera tuvo una duración de tres meses, y al entregarlo, Pinal se mostró maravillada por formar parte del haber de un pintor de la talla de Rivera. Otro detalle que ha revelado la actriz es que al terminar de posar, su mayor preocupación era el precio en el que le saldría la obra, sin embargo, su preocupación desapareció cuando el mismo artista le dijo que era un obsequio.
El cuadro está firmado con la fecha del 3 de noviembre de 1956.
El cuadro, por tratarse de una obra de uno de los máximos representantes del muralismo mexicano, tiene un precio sumamente alto en la actualidad. De acuerdo con Radiofórmula, el cuadro podría tener un valor de USD 3 millones, o sea, unos 60 millones de pesos.
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