A Clara Elena Laborín Archuleta, también conocida como La Señora u Osiris, solo le queda el recuerdo de sus días de gloria como reina de belleza cuando mira las paredes de concreto que rodean su celda en el Centro Federal de Readaptación Social Femenil Número 16 en Coatlán del Río, Morelos.
La Señora ya se encontraba ahí cuando, en noviembre de 2018, se enteró de la noticia del fallecimiento de su esposo, Héctor Beltrán Leyva, líder de uno de los cárteles más sanguinarios de México, el de los Beltrán Leyva, en un hospital de Toluca, Estado de México, a causa de un ataque cardíaco en la cárcel de “El Altiplano”.
La historia de Clara Elena Laborín Archuleta, detenida el 15 de septiembre de 2016, se asemeja a tantas otras de ascenso y caída en el mundo del narcotráfico; pero a diferencia de otras mujeres, pocas como ella consiguieron alcanzar una posición como la suya en la jerarquía de las organizaciones criminales.
Y es que la esposa de Héctor Beltrán Leyva quedó al frente del cártel tras la detención de su marido en octubre de 2014. Durante su mandato evitó que la organización se fragmentara y afianzó vínculos con otros cárteles como Los Zetas, el Cártel de Juárez y el CJNG.
Incluso llegó a ser considerada como uno de los 50 objetivos prioritarios de la Estrategia de Seguridad en el estado de Guerrero, pues llegó a convertirse en uno de los objetivos prioritarios en el estado de Guerrero, donde se le responsabilizó por la violencia en el destino turístico de Acapulco entre 2014 y 2016, cuando le disputaba la plaza al Cártel Independiente de Acapulco.
La Señora nació el 19 febrero de 1964 en Agua Prieta, Sonora, según los datos de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en cuyas listas fue añadida en 2009. Durante su juventud fue coronada como la más bella de su estado al ganar el concurso Miss Sonora.
Laborín siempre fue una mujer aspiracional, pues procuraba que de ella se dijera que era una sonorense con dinero que quería darse a conocer. En los años noventa se asoció con Guillermo Francisco Ocaña Pradal, ex conductor de televisión y representante artístico (detenido en 2010 por el delito de lavado de dinero), lo que le permitió organizar eventos para la socialité y contratar artistas para fiestas infantiles en diferentes ciudades de Sonora.
También tuvo un breve paso por la industria de los medios de comunicación, pues se sabe que en 1997 fundó la empresa “Rotceh, Noticias y Espectáculos”, al igual que una revista llamada “Jeans”, de la cual solo se publicaron dos números.
Su incursión en el mundo del narcotráfico la pagó con un alto precio. Prueba de ello fue la vez que salió en las noticias en 2010 tras haber sido secuestrada por un grupo armado. Fue liberada poco después, atada de pies y manos y con el rostro cubierto, y junto a ella los responsables dejaron un mensaje: “Nosotros te vamos a enseñar a ser hombre y respetar a las familias… Asesino de niños Héctor Beltrán Leyva aquí está tu esposa por quien no quisiste responder. Te la entregamos viva y sana para que aprendas que para nosotros la familia es sagrada, poco hombre culero”.
El secuestro se atribuyó al Cártel de Sinaloa y supuestamente habría sido en venganza por el asesinato de Alejandro Coronel, de 16 años, unos días antes en un hotel en Nayarit. El adolescente, hijo del capo Ignacio Coronel fue secuestrado y asesinado por los Beltrán Leyva unos días antes.
Los Beltrán Leyva surgieron en 2008 de una escisión del Cártel de Sinaloa tras el arresto de Alfredo el Mochomo Beltrán Leyva, debido a lo que fue considerado una traición de Joaquín “el Chapo” Guzmán, actualmente preso en la fronteriza Ciudad Juárez.
El debilitamiento del cártel provocó que de él surgieran diferentes agrupaciones como los Rojos, los Ardillos o Guerreros Unidos, estos últimos vinculados con la desaparición y presunto asesinato de los 43 estudiantes de la escuela de Ayotzinapa en 2014.
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