Una de las frases mexicanas más populares en México y en algunos países de habla castellana es la de “A ojo de buen cubero” para referirse a calcular alguna medida de forma aproximada o “tanteando”. A pesar de que cada vez es menos utilizada, la mayoría de los mexicanos sabe a lo que se refiere. Esta frase es considerada un refrán y tiene origen en un antiguo oficio artesanal.
Los cuberos eran los encargados de elaborar las cubas, los cuales son recipientes de madera la cual funciona para contener agua, vino, aceite, etc, actualmente se pueden construir también de chapa metálica. Comúnmente se conocen como barricas de vino, las cuales funcionan para su crianza.
Las maderas más comunes con las que se construyen son las de roble francés y roble americano, además del cerezo, el fresno, la haya o el castaño. Desde las civilizaciones griegas y romanas el vino era un manjar, su almacenamiento y transporte se realizaba en ánforas de arcilla.
Se dice que cuando el Imperio Romano conquistó Galia, descubrieron que los galos utilizaban barricas o cubas de madera de roble para almacenar cerveza. Desde ahí los romanos comenzaron a elaborarlas humidificando y calentando las tablas para darle la forma redonda que se conoce, casi el mismo proceso con el que construían sus barcos.
Pues bien, antes no existían medidas estándar de cuánto tenía que medir o qué capacidad tenía que tener cada cuba, sin embargo se buscaba realizar de la misma manera para que fueran casi iguales. Los artesanos encargados de realizarlas casi idénticas, sin tener ningún tipo de medida, destacaron por su buen ojo.
Fue así que surgió la frase “A ojo de buen cubero” para referirse a los artesanos y reconocer su labor a pesar de ser, como se conoce coloquialmente, “al tanteo”. Se dice que los cuberos eran muy solicitados debido al comercio de vino, pues era una de las principales actividades en zonas urbanas y rurales. Antes se utilizaban las cubas de madera como una unidad de medida y su exactitud permitía el comercio de una manera controlada.
Una cuba está formada por duelas que se unen con aros de hierro para así formar un cilindro convexo, además se cierran con tapas circulares en ambos extremos. Se les deja un hueco para rellenarlo, generalmente de vino y se sella con un tapón.
Los recipientes, también conocidos como barricas se clasifican según su grado de tueste, es decir qué tanto influye en el aroma y el sabor de los vinos, pues la madera de las cubas va cediendo durante el tiempo y se impregna en el vino.
Algunas de las características que se consideran al momento de escoger las maderas para las cubas son la densidad, alta durabilidad, permeabilidad, baja porosidad y alta resistencia mecánica.
Después de su origen, una cuba de cerveza tenía un tamaño estándar de aproximadamente 189.2 litros, mientras que para los vinos eran de 121.1 litros. A lo largo de los años se han fabricado de distintos tamaños y estos contenedores se pueden dividir en dos distintos: las barricas o cubas son las que se pueden desplazar e incluso pueden ser apiladas una encima de la otra.
Por otro lado, las tinas, tunos o fudres son más grandes y usualmente suelen quedarse fijos en posición vertical. Existe el tamaño media barrica, barrica de aproximadamente 210 litros, pipa de 454 litros y bota la cual es la más grande.
SEGUIR LEYENDO: