Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, uno de los mafiosos más buscados por la Policía Federal, fue arrestado el 30 de agosto de 2010, pero aún así desde el penal del Altiplano, en el Estado de México, continuó dirigiendo su organización criminal, recién enemistada de sus antiguos socios, los hermanos Beltrán Leyva.
Desde su confinamiento en la cárcel, donde gozaba de privilegios como acceso a televisión, alcohol y mujeres, La Barbie mandó organizar una reunión como la que dio nacimiento al Cártel de La Unión Tepito en una vecindad del Barrio Bravo. El lugar de este nuevo encuentro fue un rancho ubicado en las afueras de San Miguel Ajusco, en la alcaldía Tlalpan, al sur de la Ciudad de México.
La plan de Valdez Villarreal era apoderarse de los territorios de los Beltrán Leyva en el Valle de México. Para ello contactó a Eznel Cortés Jiménez, alias El Teniente, un ex mando de la Policía Federal que había sido arrestado en 2010 en Acapulco; y que el 4 de octubre de ese mismo año le abrió las puertas de su casa en el Ajusco a varias células criminales de Ciudad de México, Estado de México, Acapulco y Morelos.
En el caso de Acapulco y Morelos, las pretensiones de La Barbie fracasaron, pues sus antiguos socios, Héctor Beltrán Leyva y Sergio Villarreal Barragán, El Grande, lo señalaron de haber traicionado a Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, quien murió asesinado en 2009 por elementos de la Marina en su residencia de lujo en Cuernavaca, Morelos, tras un operativo.
Al rancho acudieron Óscar Oswaldo García Montoya, El Compayito, antiguo escolta de El Barbas; Emilio Chamorro Almazán, El Tejón; Juan Casas Rodríguez, El Casas; Alessandro Barocio Ricalde, El Ricalde; y Carlos Montemayor González, el suegro de la Barbie al que poco tiempo después detuvieron en el centro comercial Santa Fe de la capital mexicana.
“Según lo que narraron a las autoridades capitalinas algunos de los asistentes, la junta transcurrió en un ambiente tenso. No había simpatía entre la mayoría de los capos y cada uno pretendía imponer su voluntad y conservar sus territorios”, describe el libro Narco-CDMX, El Monstruo que nadie quiere ver, de editorial Grijalbo.
Los grandes ausentes a la reunión fueron José Jorge Balderas Garza, alias el JJ, famoso por casi matar al futbolista Salvador Cabañas en el Bar Bar; y Adrián Soria Ramírez, El Hongo. Al termino de la junta, La Barbie y el Compayito ordenaron la ejecución de la familia Sánchez Pérez, cuyo cabecilla era Clemente Sánchez Salinas, un narcotraficante que durante la reunión se había negado a seguir las órdenes de Valdez Villarreal y porque supuestamente se negó a pagar la droga que le proporcionaron los Beltrán Leyva tras la ruptura del cártel.
La muerte de este viejo lobo de mar en el tráfico de drogas serviría como escarmiento para aquellas familias que no quisieran acatar el nuevo orden
El crimen se le atribuyó a la que desde entonces se llamó la “Nueva Administración”, un grupo caracterizado por su extrema violencia que mediante la intimidación obligó a sus enemigos a cambiarse de bando para apoderarse de la zona sur de la capital, después empezó a operar en el municipio de Huixquilucan, en el Estado de México.
A partir de ese momento una oleada de ejecuciones y asesinatos pondrían en jaque a las procuradurías de la Ciudad de México y el Estado de México, hasta entonces ajenas a las mayores expresiones de violencia del narco y poco preparadas para la llegada de los grandes cárteles de la droga al Valle de México.
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