El día que “La Barbie” y los hermanos Hernández Gómez firmaron el “acta de nacimiento” de la Unión Tepito

La Unión Tepito, el cártel que sin tener los reflectores del CJNG, el Cártel de Sinaloa, del Golfo o Los Zetas; logró posicionarse en pleno corazón de la Ciudad de México como una de las organizaciones criminales más letales

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El martes 18 de mayo de 2010 sería la fecha oficial del origen de la Unión Tepito (Infobae México)
El martes 18 de mayo de 2010 sería la fecha oficial del origen de la Unión Tepito (Infobae México)

Si los cárteles de la droga tuvieran actas de nacimiento, el martes 18 de mayo de 2010 sería la fecha oficial del origen de la Unión Tepito, el cártel que sin tener los reflectores del CJNG, el Cártel de Sinaloa, del Golfo o Los Zetas; logró posicionarse en pleno corazón de la Ciudad de México como una de las organizaciones criminales más letales.

Aquella tarde, aproximadamente a las 15:00 horas, uno de los subordinados del comandante Andrés Velasco, de la Policía Judicial del Distrito Federal, le avisó por radio a su superior que en las calles de Tepito, posiblemente el barrio más emblemático y folclórico de la capital, estaba ocurriendo algo inusual: un centenar de hombres habían descendido de varios autobuses estacionados en el Eje 1 Norte y se habían apostado, de manera ordenada, en varias calles del Barrio Bravo.

Lo hicieron en grupos de cuatro o cinco. Todos llevaban gorras negras. Su acento, a decir de los policías que patrullaban el barrio, parecía del norte de México. Sin embargo, lo que más los inquietó fue que durante las seis horas que permanecieron de pie en las calles de Tepito, casi no hablaron. Su presencia alertó a las autoridades de la Procuraduría Capitalina, del Estado Mayor Policial, de la Secretaría de Seguridad Pública y del Grupo Especial de Reacción e Intervención. Incluso, el entonces gobernador de la ciudad, Marcelo Ebrard, estuvo al tanto de aquellos movimientos.

Algo que consternó a Velasco fue que durante aquellas horas sus superiores le ordenaron no comentar nada al respecto a las autoridades federales y, sobre todo, que a las 21:20 horas, poco antes de que los hombres de gorras negras se subieran de nuevo a los autobuses y se marcharan, a todas las autoridades que estaban ahí les ordenaron “desde arriba” que se retiraran inmediatamente del lugar y que no asentaran el hecho en ningún informe.

El día que Edgar Valdéz Villareal, alias "La Barbie", ex feje de sicarios de la familia Beltrán Leyva, fue presentado en el Centro de Alto Mando de la Policía Federal (Foto: Cuartoscuro)
El día que Edgar Valdéz Villareal, alias "La Barbie", ex feje de sicarios de la familia Beltrán Leyva, fue presentado en el Centro de Alto Mando de la Policía Federal (Foto: Cuartoscuro)

Días después se conoció la verdad. Aquellos hombres estaban resguardando a uno de los mafiosos más buscados por la Policía Federal en aquella época: Edgar Valdés Villarreal, La Barbie. El capo, recién enemistado de sus antiguos socios, los hermanos Beltrán Leyva, se había encargado de organizar una “junta” en una vecindad de la calle Hortelanos con los principales narcomenudistas de Tepito. Su intención: unificarlos en un solo grupo.

En aquella reunión de seis horas de duración, donde hubo comida y brindis, estuvieron presentes una veintena de personas, entre ellas Ricardo Castillo López, El Moco, un expolicía judicial vinculado con Los Zetas; los hermanos Francisco Javier Pancho Cayagua y Armando Hernández Gómez; la familia de Jorge Castro Moreno, El Abuelo; los hermanos Romero Romero, entre otros.

El trato fue el siguiente: a partir de entonces solo habría un solo grupo de narcomenudistas en Tepito, y todo aquel que decidiera hacer las cosas por su cuenta, pagaría las consecuencias. La Barbie se encargaría de proveerles todo lo necesario —cocaína y anfetaminas a 180 mil pesos el kilo— pero también debían encargarse de una nueva modalidad de delito hasta entonces no tan explotada: el cobro de derecho de piso a comerciantes y empresarios a cambio de supuesta “protección” por parte de la organización.

El resto de las familias que no estuvieron dentro del pacto fueron eliminadas en relativamente poco tiempo. Los primeros asesinatos de la Unión Tepito ocurrieron el 1 de octubre de 2010. Sus víctimas fueron María Teresa Fortis Mayén, de 35 años, y Yéssica Crisostomo Rico, de 27. Sus cuerpos fueron encontrados maniatados y con el tiro de gracia en la alcaldía Gustavo A. Madero. La familia Fortis Mayén llevaba desde la década de los ochenta dedicada al negocio del narcomenudeo en Tepito.

Francisco y Armando Hernández Gómez, alias Pancho Cayagua y El Ostión, cabecillas de la organización, estuvieron detrás de aquellos asesinatos (Foto: Twitter@siete_letras)
Francisco y Armando Hernández Gómez, alias Pancho Cayagua y El Ostión, cabecillas de la organización, estuvieron detrás de aquellos asesinatos (Foto: Twitter@siete_letras)

El 27 de octubre la Unión de Tepito asestó otro golpe: un grupo de jóvenes que estaban por partir hacia la iglesia de San Hipólito para celebrar a San Judas Tadeo, el patrón de las causas imposibles, fueron asesinados a tiros frente a una tienda abarrotes en la calle Granada. El principal objetivo era Óscar Jonathan Aguinagua Torres, alias El Cholo, un joven de 21 años que estaba al frente de una banda de narcomenudistas.

El Cholo, a decir de uno de los sobrevivientes del ataque, llevaba varias semanas ansioso. Dormía con una pistola Glock 9 mm bajo la almohada por las amenazas que le había hecho la Unión Tepito: le dijeron que debía darles un porcentaje de la marihuana que vendía o abstenerse de seguir en el negocio. El Cholo decidió continuar por el mismo camino, sin saber que así sellaba su destino.

Francisco y Armando Hernández Gómez, alias Pancho Cayagua y El Ostión, cabecillas de la organización, estuvieron detrás de todos esos asesinatos. Fue su forma de abrirse paso en el mundo del crimen y de mandar un mensaje al resto de las familias de narcomenudistas de Tepito que no quisieron acatar los nuevos lineamientos del nuevo cártel formado en el barrio bravo.

Sin embargo, el ascenso de los hermanos Hernández Gómez sería vertiginoso, al igual que su caída. Su historia estuvo marcada por “un ascenso veloz hasta la cumbre de la mafia capitalina y una caída inevitable marcada siempre por muertes propias y ajenas”, describe el libro Narco-CDMX, El Monstruo que nadie quiere ver, de editorial Grijalbo.

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