La región latinoamericana, extendida por más de 20 millones de kilómetros cuadrados y con más de 600 millones de habitantes, comparte entre la gran mayoría de sus países un elemento en común: el español. En todos los países de habla hispana se comparten palabras, aunque no necesariamente su significado. Por ejemplo, no es mismo ser fresa en México, que serlo en Colombia.
La lengua española ha evolucionado de manera amorfa por toda la región latinoamericana y demás países con población hispana hablante, por lo que cada región ha logrado conjugar sus lenguas nativas con la lengua que propagaron los españoles desde el siglo XVI.
Una de esas palabras polisémicas es “choro”, y no, esto no es choro. “Choro” es una palabra que todos los mexicanos entienden; saben cuando alguien los está “choreando” e, incluso, ya saben cuál es el choro para librar a la tira o para salirse antes del trabajo. Cuando los estudiantes no hacen la tarea, ya saben qué choro echar; cuando un político quiere evadir sus responsabilidades, recurre al choro.
De acuerdo con la Asociación de Academias de la Lengua Española, la palabra “choro” tiene distintos usos en varios países de América Latina. Para Guatemala, Perú, Bolivia y Chile, se usa para referirse a un molusco comestible de forma avalada y color negro. Es de forma estriada en la aparte exterior y lisa por el interior. Por otra parte, en dichos países, así como en Venezuela, Ecuador y Argentina, también puede ser utilizada para referirse a un ladrón, pero de baja categoría; a un carterista.
Es en Chile donde más significados se le atribuye, pues aparte de los ya mencionados, de forma popular es un adjetivo para referirse a una persona audaz. Se afirma que la palabra viene del quechua “churu”, para referirse a personas elegantes o audaces. Incluso, en la actualidad se utiliza para referirse a ladrones de categoría.
El Quechua es el nombre que se les da los pueblos indígenas originarios de la región andina, en la cordillera de Los Andes, con presencia en seis países sudamericanos: Ecuador, Bolivia, Colombia, Chile, Argentina y principalmente Perú.
En el caló español (dialecto de los gitanos en aquel país, principalmente en la región de Andalucía), se usa de igual manera para nombrar a ladrones, pero con algunas variaciones: chorizo, chorata, chori, entre otras.
En tanto que en México, la palabra “choro”, de acuerdo al Diccionario del Español de México, se trata de un “discurso largo, por lo común insustancial o exagerado y poco creíble”. No es necesariamente una mentira, pero tampoco tiene que ser verdadero.
Hay, también, a quien se le venga a la mente el recurso “choro mareador”, el cual el académico Jorge Valencia define como un artificio lingüístico utilizado para librarse de situaciones comprometedoras con la finalidad de ocultar lo que se desconoce o lo que no se quiere decir. Señala que hay “choros mareadores” para toda ocasión. Valencia Munguía le encuentra similitudes con el “cantinflear”, lo cual consiste en pronunciar una serie de juegos de palabras con el fin último de crear confusión.
En México no se le da el mismo uso -o similar- que en otros países de habla hispana. Por el contrario, “choro” es una palabra propia que forma parte de un gran número de mexicanismos.
Por su parte, la palabra “choro” está incluida en la letra de la canción Chilanga Banda escrita por Jaime López y popularizada por el conjunto musical Café Tacvba: “De noche caigo al congal, no manches dice la changa, al choro del teporocho, en chifla pasa la pacha”. Dicha canción contiene una gran variedad de palabras que sólo un chilango puede entender.
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