El cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo murió asesinado a balazos el 24 de mayo de 1993, hace exactamente 28 años, pero aún no se logra determinar si su muerte fue producto de una confusión entre pistoleros de los cárteles de la droga que buscaban ejecutar a Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Guadalajara amaneció ese día con una inusual presencia de policías y elementos del Ejército mexicano en el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo, pero nadie imaginó que horas más tarde ahí mismo ocurriría un hecho que a la postre se convertiría en uno de los más representativos en la historia del narco en México.
Eran las 15:40 horas. El cardenal, que había acudido a la terminal aérea del Aeropuerto Internacional de Guadalajara para recoger al entonces nuncio apostólico Gerónimo Prigione, se encontraba dentro de su coche cuando fue asesinado de 14 disparos a corta distancia.
El asesinato de Posadas causó un fuerte impacto en la población tapatía. Decenas de hombres, mujeres y niños derramaron lágrimas durante el velorio celebrado al interior de la Catedral de Guadalajara, donde por primera vez un presidente de la República en funciones acudió a las exequias de un cardenal en el recinto religioso más significativo de la tercera ciudad más importante del país.
“Queremos saber, tenemos derecho a saber quién y por qué, siquiera para saber a quién perdonar”, dijo el arzobispo Juan Sandoval Íñiguez al inicio de la misa dominical.
La versión oficial afirmó que sicarios del narcotráfico habían confundido el vehículo del cardenal con el de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ex líder del Cártel de Sinaloa, que por aquel entonces enfrentaba una sangrienta guerra contra los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix.
“Ahí es cuando el capo se convirtió en ‘El Chapo’ Guzmán. Ese es el momento que lo catapultó hacia la fama”, dijo en 2019 en entrevista con Infobae México Alejandro Almazán, co autor del guion de la serie El Chapo, producida por Netflix.
La profesora y analista en crimen organizado, Guadalupe Correa-Cabrera, coincidió entonces con Almazán en que a partir de ese momento se empezó a gestar la figura mítica del narcotraficante sinaloense.
De hecho, en el memorándum que se presentó ante un tribunal de Nueva York durante el juicio de El Chapo Guzmán, se hizo alusión al asesinato del cardenal Posadas Ocampo como consecuencia del conflicto entre Guzmán Loera y el Mayo Zambada contra los Arellano Félix por el control de Tijuana.
Poco después del asesinato del cardenal, el doctor Mario Rivas Souza, médico forense del Estado de Jalisco, hizo pública su inconformidad y concluyó en su dictamen forense que Posadas había recibido 14 disparos a corta distancia “directísimos”, y que incluso tenía una huella de pólvora en el mentón, algo que regularmente sucede cuando se dispara a una distancia no mayor a un metro.
Debido a la incertidumbre reinante, la LIV Legislatura del Congreso de Jalisco creó una comisión especial integrada por cuatro diputados para dar seguimiento al caso y en julio de 1998 se integró al Grupo Interinstitucional; conformado por personal de la PGR, del gobierno de Jalisco, del Episcopado Mexicano y el cardenal Juan Sandoval Iñiguez.
Sin embargo, no fue posible llegar a una conclusión conjunta debido a que algunos sostuvieron la hipótesis del homicidio doloso del cardenal y otros se inclinaron por la hipótesis del homicidio derivado de la confusión entre las bandas de narcotraficantes.
Las autoridades eclesiásticas continúan apoyando la versión de que Posadas Ocampo fue asesinado porque sabía algo sobre las relaciones entre narcotraficantes y funcionarios de gobierno.
La Iglesia Católica de México ha sostenido que su muerte involucró a criminales, pero también a personajes de “alto nivel” que han evitado que el caso se aclare. Y es que casi tres décadas han pasado y el caso no avanza sino que, por el contrario, la autoridad “ha dado largas” para encontrar y castigar a los culpables.
Veintiocho años después nadie ha sido condenado por el homicidio.
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