La noche del pasado 15 de mayo y durante la madrugada del domingo 16, en gran parte de América Latina la luna se pintó de un penetrante color rojizo y su tamaño hizo parecer que se encontraba más cerca de la Tierra. No fue coincidencia, ni un evento aislado, se trato del primer eclipse lunar de este 2022.
Desde el inicio de nuestra existencia, el sol y la luna han jugando un papel fundamental en el desarrollo de distintas civilizaciones pues han estado siempre presentes, acompañando a la humanidad a través del tiempo y el espacio.
Si bien ambos astros sirvieron de guía para que antiguas civilizaciones explicaran sus orígenes y asentaran sus ciudades, fenómenos astronómicos poco habituales como los eclipses han sido la cuna de cientos de mitos que, aunque con el tiempo se han desmentido, han guiado el actuar de las personas cada que acontecen.
Uno de los mitos que fue ligado por años a los eclipses son los terremotos. Esta creencia tiene su origen en la biblia católica pues en el libro del Apocalipsis se presagia que acontecerán distintos fenómenos astronómicos que darán pie al inicio de catástrofes en la Tierra.
De este modo, las personas suelen entrar en pánico cuando los eclipses ocurren puesto que, de acuerdo a lo descrito por su religión, este fenómeno astronómico anuncia el principio del fin de los tiempos.
No obstante, dicho mito ha sido desmentido en diversas ocasiones por astrónomos, académicos e investigadores quienes afirman que los eclipses no son presagios de terremotos o catástrofes ya que, si bien el sol y la luna tienen influencia gravitatoria en fenómenos como la marea de los océanos, ocurren más temblores que eclipses a lo largo del año, por lo que no existe relación entre ambos casos.
Las abuelitas solían decir que cuando ocurre un eclipse las mujeres embarazadas debían amarrar un hijo rojo alrededor de su panza para evitar que “la luna se coma al niño”. Aunque en diferentes culturas, el satélite natural de la Tierra está ligado al concepto de fertilidad, cuando estos fenómenos astronómicos sucedían era necesario extremar precauciones.
Y es que se cree que si una embarazada ve directamente un eclipse su hijo nacerá con alguna discapacidad o mal formación; el mito apunta más al labio leporino e incluso a un aborto espontáneo.
También se tenía la creencia de que si la mujer embarazada se exponía directamente a la luz del eclipse su hijo podría nacer mudo o con una serie de inexplicables manchas rojas o negras en todo su cuerpo.
Por ello, durante siglos se mantuvo un cuidado especial para aquellas mujeres que se encontraban en estado gestacional sobre todo cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna.
Al igual que en los casos del terremoto, este mito se ha desmentido en distintas ocasiones ya que no existe evidencia científica o explicación que relacione al fenómeno astronómico con las malformaciones o discapacidades de los infantes.
Una de las cuestiones que más causa preocupación cada que ocurre un eclipse es la cantidad de radiación que este fenómeno astronómico puede desprender, pues se tiene la creencia que los altos niveles puede causar daños irreparables en la salud de todo aquel que decida observarlo.
Del mismo modo, por años se ha advertido sobre cocinar mientras el eclipse ocurre, ya que los alimentos podrían absorber la radiación que emiten los astros y echarse a perder. En casos más extremos incluso se llega a considerar que la comida se vuelve venenosa.
Dichos mitos sobre la radiación han resultado ser mentira puesto que astrónomos han confirmado que la radiación que se emana de los astros mientras el eclipse ocurre no es diferente a la que día con día se percibe por el sol.
Por el contrario, mientras este fenómeno astronómico ocurre la luna tiende a bloquear todos los rayos de los diferentes tipos de radiación que emite el sol.
Si bien el avance tecnológico y científico ha permitido desmentir muchos de los mitos que rodean a los eclipses, lo innegable es que este peculiar fenómeno astronómico siempre causará un sentimiento místico de intriga y respeto por la naturaleza y el cosmos.
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