Ni las capturas, las bajas por ejecuciones y los bloqueos financieros a las empresas de los principales líderes, han logrado frenar la expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en México, considerado la organización de trasiego de drogas más grande y poderosa del país.
Su avance expansivo es reconocido por las autoridades mexicanas y estadounidenses. De acuerdo con un mapeo de reciente publicación del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), detalla que el cártel dirigido por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, opera en 24 de los 32 estados de la República, el resto son dominados por grupos criminales rivales como el Cártel de Sinaloa, del Noreste y Juárez.
La investigación revela que en algunas de estas 25 entidades, el CJNG tiene todo el control y en otra mantiene enfrentamientos con las células delictivas locales. En los estados de Jalisco, Michoacán, Colima, Guanajuato, Aguascalientes, Nayarit, Zacatecas, Baja California, Baja California Sur, Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Hidalgo, Guerrero, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Quintana Roo, Chihuahua, Nuevo León y Tabasco, fueron identificados distintos brazos armados del cártel de las cuatro letras.
Los tentáculos del CJNG han penetrado también en partes de Sudamérica. La detención de Jhonis Enrique Boya Meza, El Maturana, presunto operador del CJNG, el año pasado en Colombia, muestran la movilidad del Mencho en el Cono Sur.
Obstaculizan avance del CJNG
En 2020, el mapa del avance del CJNG en México se coloreó casi en su totalidad; sin embargo, ocho estados continúan en poder de otras organizaciones criminales, por ejemplo, Sinaloa (al noroeste del país) donde operan Los Chapitos e Ismael El Mayo Zambada. En 2019, su fundador, Joaquín el Chapo Guzmán, fue sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos; sin embargo, eso no fue suficiente para desarticular a la organización criminal.
Otro estado donde el CJNG no ha logrado expandir su emporio es Sonora, donde opera el Cártel de Sinaloa y la célula delictiva comandada por Rafael Caro Quintero: el Cártel de Caborca.
En este estado, localizado al noroeste de México, se ha hecho fuerte Caro Quintero, a quien han descrito como más sanguinario e impredecible de lo que fue en la década de los ochenta.
El legendario criminal, quien actualmente se encuentra prófugo de la justicia, ha fragmentado al Cártel de Sinaloa, con quien pelea la codiciada plaza de Sonora. Ambos quieren la ruta de la droga, las armas y los migrantes.
Los demás estados donde no hay presencia del también llamado cártel de las cuatro letras son Chihuahua, Nuevo León, Nayarit, Campeche, Chiapas y Yucatán.
Descrito como uno de los cárteles más peligrosos y poderosos del mundo, el CJNG nació en 2010, de los restos del extinto Cártel del Milenio. En ese año, luego de la muerte de Ignacio Coronel (1954-2010) —lugarteniente de Joaquín el Chapo Guzmán— aquel grupo criminal, que desprendía del Cártel de Sinaloa, se fragmentó y surgieron dos células delictivas: La Resistencia y el Cártel Jalisco Nueva Generación, encabezado por Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho y Erick Valencia Salazar.
Entonces, se desató una guerra entre el CJNG y La Resistencia para tomar el control del trasiego de drogas a través de la ruta del Pacífico. Entre los años 2010 y 2012, el cártel de las cuatro letras lograría derrotar a La Resistencia e iniciaría su expansión a Michoacán, Guerrero y Veracruz. En 2012, Erick Valencia fue detenido y el Mencho asumió el liderazgo total.
Desde su aparición, el CJNG ha utilizado la violencia como método de control. En 2009, lo hicieron con un video subido a redes sociales, en el que aparecían hombres con uniformes tácticos y fuertemente armados, amenazando a tres presuntos integrantes de Los Zetas, y cuyos cuerpos fueron abandonados dentro de una camioneta. A esa grabación le siguieron otras hechas en Guerrero, Veracruz, Jalisco, Michoacán y Guanajuato.
Transcurrieron seis años más (2015) y el Cártel Jalisco derribó un helicóptero militar y paralizó por horas distintos puntos de Jalisco (al occidente de México). Al menos una veintena de sicarios participaron en el ataque para el que usaron rifles de asalto de alto poder, incluso un fusil Barret de calibre 50.
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