La carta de amor de Francisco I. Madero a su esposa

El líder político estuvo casado con Sara Pérez, quien fue su cómplice durante los años de lucha revolucionaria

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Francisco I. Madero se casó
Francisco I. Madero se casó con Sara Pérez, a quien envió múltiples cartas antes de pedirle matrimonio. Fotos: Gob.Mx institutooviedo.edu.mx Twitter/@andregrupo

Francisco I. Madero es reconocido como el iniciador de la Revolución Mexicana, al ser quien se opuso por primera vez a la reelección de Porfirio Díaz, mediante el Plan de San Luis, en el cual desconoció el último triunfo del dictador mexicano. Sin embargo, poco se sabe de su relación con Sara Pérez, su esposa y acompañante incondicional durante el movimiento revolucionario.

Las cartas de Madero a
Las cartas de Madero a Sara no solo eran un reflejo se amor por ella, sino de la ideología de la época. Foto: Twitter/@ivan_garcia1973

Madero y Sara se hicieron novios en 1897 y durante el noviazgo él escribió cartas de amor. En una de ellas, escrita poco antes de la boda, el revolucionario expresó sus sentimientos a su futura esposa, a quien aseguró que nunca nadie la trataría de la misma manera que él lo hacía. Así, algunas de las líneas iniciales de la misiva dicen: “No sé si será pretensión mía, pero te aseguro que nadie te tratará ni te ha tratado nunca, como yo sé, voy a tratarte, porque yo no soy de los que se aprovechan para dominar a los más débiles”.

En la epístola, que además refleja la imagen de debilidad que se tenía de las mujeres en esa época, Madero explicó también que su comportamiento ante la gente de clase alta eran tan solo una máscara. En ese sentido, quien fuera presidente de México, relató: “Cuando me veas tratar a las personas de elevada condición social, te admirarías de ver lo distinto que soy, y hasta podrás creer que soy orgulloso, pero es que no me gusta que nadie quiera humillarme, ni se crea más que yo, porque es precisamente al contrario.”

El mensaje también es un reflejo del gran arraigo del catolicismo a principios del siglo XX. Ya que en el texto, Madero señaló que para él la mayor virtud era la humildad, sin importar la jerarquía social y escribió: “Eso que te digo nos lo enseñó Jesús, pues él nos dijo: los que se eleven serán rebajados, los que se humillen más escalados.”

Tras la boda, Sara se
Tras la boda, Sara se convirtió en cómplice de Madero durante la lucha revolucionaria. Foto: mediateca.inah.gob.mx

Un año después de que el líder escribió esta carta, fechada en 1902, se casó con Sara Pérez. La ceremonia civil se celebró en el 26 de enero en la Ciudad de México y al día siguiente se llevó a cabo el casamiento católico en Santo Domingo. Desde entonces, su esposa se convirtió en su cómplice durante la turbulencia política de los años subsecuentes, cuando se postuló a la presidencia, se reveló en contra de Porfirio Díaz y luchó por ser mandatario.

Es sabido que Sara estuvo con él incluso cuando fue encarcelado. Vivió en prisión junto al mandatario, cuando estuvo retenido en Monterrey y cuando fue trasladado a San Luis Potosí, aunque ya no pudo acompañarlo en la cárcel, rentó una casa muy cerca. Además se encargó de conseguir el apoyo del abogado Pedro Antonio de los Santos, quien tramitó la fianza para que Francisco I. Madero pudiera salir libre y continuar en la lucha.

Sarita, como era conocida, organizaba actos proselitistas, además de que estaba presente en muchas reuniones de obreros y clubes políticos, donde se trataba diferentes problemas sociales. Así fue hasta que en 1913 una serie de sucesos, ocurridos en la llamada Decena Trágica, llevaron al asesinato de su cónyuge.

Madero falleció sin ver cumplido
Madero falleció sin ver cumplido el sueño del que le habló a Sara en cartas. Foto: Twitter/@9voces

Madero murió sin poder cumplir la promesa que le hizo a su esposa, a quien escribió en otra carta: “Te aseguro, cielo mío que muy pronto terminará esta situación y podrás disfrutar de esa dicha sin mezcla alguna que crees no encontrarás nunca. Ya has tenido tus temporadas felices, pero te aseguro que después de esta ruda prueba por la que pasamos, días llenos de ventura nos esperan... sin nubes que turben nuestra felicidad.”

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