Los negocios ilegales del Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) mantienen asegurados sus intereses con emisarios que han innovado la producción de cocaína en Colombia al certificar las utilidades de la empresa del crimen transnacional.
Cual si fueran administradores de compañías legales, los narcos mexicanos participan directamente en el cultivo de la hoja de coca con la introducción de semillas adaptadas, de acuerdo con reportes de la agencia Reuters.
Sin embargo, lugartenientes enviados al país sudamericano no solo supervisan la siembra, sino coordinaciones del envío que garanticen la calidad de la droga exportada por Centroamérica y su paso en México hasta las calles de Estados Unidos, donde el producto aumenta su valor exponencialmente.
Según investigaciones de Reuters, los emisarios de cárteles mexicanos pagan por adelantado a los cocaleros para consolidar el producto básico de su industria. Pese al área limitada de siembra, también han implementado estrategias para incrementar los derivados de plantíos.
La Policía Nacional de Colombia ha identificado que ello ha generado aumentos en la cantidad y pureza de cocaína que se trafica desde el país sudamericano a Estados Unidos y Europa.
De esa manera, las fuerzas de Ismael Zambada García, el Mayo, como de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, dirigen la producción, la compra y el transporte de los cargamentos en territorio extranjero.
“Lo están haciendo para generar tranquilidad y confianza, dicen ellos, en la pureza de la sustancia que se les está vendiendo. Para que se cumpla el fin, que es recibir este alcaloide en su destino final”, explicó el general Fernando Murillo, jefe de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional.
La dinámica de los cárteles mexicanos ha cambiado sustancialmente sus incursiones iniciales, cuando solo enviaban a operadores para compras directas de manera discreta. Aunque aún evitan participar directamente en la competencia interna. Pero campesinos, traficantes capturados e informantes han descrito a las autoridades las innovaciones internacionales en el mundo del narco.
Los enviados del CJNG y el Cártel de Sinaloa mantienen relaciones con todo el espectro de grupos armados en Colombia, negocian los precios e inspeccionan la cocaína desde su origen, así como su cadena de producción en las diversas divisiones del trabajo. Así certifican el financiamiento a los agricultores y agrónomos con experiencia.
Las autoridades de Colombia han detectado 14 adaptaciones para aumentar la productividad, sin embargo no hay pruebas de que las semillas estén modificadas genéticamente.
Militares, policías y cultivadores han coincidido en que la mayor productividad estimulada por emisarios de cárteles mexicanos se debe a una cuidadosa selección de variedades específicas de alto rendimiento.
De acuerdo con un sembrador de Norte de Santander, en la frontera con Venezuela, los representantes del CJNG y del Cártel de Sinaloa distribuyeron adaptaciones desde 2020 con órdenes estrictas para el cultivo.
Hace dos años, la producción potencial anual de cocaína de Colombia subió un 8% a 1.228 toneladas métricas y el rendimiento por hectárea aumentó un 18% hasta los 7.9 kilogramos por hectárea, pese a que el área cultivada con hoja de coca bajó un 7% a 143.000 hectáreas.
Mediante relaciones pragmáticas, cárteles mexicanos compran la base de coca y la cocaína de alta calidad a grupos armados ilegales colombianos como el Clan del Golfo, los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y antiguos miembros de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que rechazaron un acuerdo de paz de 2016.
Aquellos emisarios de México han sido vistos entre selvas y montañas de Cauca, Nariño como en el Norte de Santander. Se distinguen por su acento, así como por la música ranchera y corridos que escuchan a bordo de vehículos todoterreno.
Además de controlar la productividad, también financian narcolaboratorios y narcobodegas para coordinar envíos. En esas acciones también han sido identificados operadores de los Beltrán Leyva y los Zetas, que siguen vigentes a través de células remanentes.
Al menos 60% de cargamentos salen por el Océano Pacífico en semisumergibles y lanchas rápidas. Los pantanos de la selva de Tumaco, cerca de Ecuador, narcos mexicanos también destinan recursos para construir astilleros y fabricar narcosubmarinos.
Según cálculos de autoridades colombianas, un kilo de alta calidad de cocaína multiplica su precio en 18 veces y vale hasta 30 mil dólares en la frontera norte de México. Pero incrementa a 120 mil dólares esa cantidad en su venta por calles principales de Estados Unidos. Mientras tanto, campesinos marginados también se ven obligados a encontrar un sustento en la industria dominada por narcos transnacionales.
*Con información de Reuters
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