Este libro llega no solo para hacer la denuncia del desabasto que existe en el sistema de salud y la falta de medicamento para las personas con cáncer, sino que también explica cómo es que funcionaba el Seguro Popular y como es que el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) abandonó a pacientes y a empresas que distribuían medicamento.
De igual forma, se muestra cómo ahora es imposible que los médicos te den una receta, pues si se llegan a enterar los directivos pueden perder su trabajo. El cual están impidiendo que el médico ayude a las personas por el mal problema de salud que existe en México.
Es por eso que Infobae habló con Xavier Tello, médico cirujano por la UNAM, que en su libro “La Tragedia del Desabasto” explica cada uno de estos temas. Además, de que muestra una visión para este 2022 que, sinceramente, no es tan alentador.
Al principio muestras las vivencias que hay de falta de medicamentos en tu libro Desabasto, pero algo que me marcó demasiado fueron los casos de doctores, donde describes las “sanciones a los doctores” ¿Hay algún país en Latinoamérica que llegue a sancionar a los doctores?
El problema surge, precisamente, con la estructura del sistema de salud que tenemos.
Como en el sistema de salud mexicano los médicos, al final, terminan siendo de salud pública, empleados de diferentes organizaciones o instancias de gobierno al final son servidores públicos y hay que entender que ellos han estado muy golpeados después de una pandemia, vienen de una historia tradicional de tener salarios bajos y lo que están cuidando los médicos y todos los profesionales de la salud, personal de enfermería etc, es cuidar su trabajo.
Si ellos llegan a subir el tono de las reclamaciones, si ellos llegan a hablar con la prensa, si ellos llegan a hacer cosas que no les están permitidas son sujetos a actas administrativas o inclusive a que los suspendan.
Entonces tengo yo compañeros míos de mi generación, de la escuela, que están buscando ya próximamente su retiro en las instituciones y que lo último que quieren es estarlo arriesgando junto con ello.
Lamentablemente existe este ambiente de miedo que no pueden expresar muchas de las cosas que tienen, sobre todo la angustia de que con las carencias no pueden darle la atención necesaria a un paciente.
Otra de las cosas que me sorprendió fue el cambio del Seguro Popular a Insabi ¿Cómo trabaja este nievo instituto?
El Insabi comenzó en enero del año 2020 como una instancia que en ese momento no se sabía para qué era, lo único que se sabía es que iba a desaparecer el seguro popular y con pandemia iba a desaparecer.
Aquí el problema fue la coyuntura de dos cosas.
1: El venir de una historia de quedarnos sin medicamentos por un mal proceso administrativo.
2: Todavía no empezaba, pero iba a empezar la pandemia, pero en medio justo aparece el Insabi cuya única función, hoy lo sabemos, es de adueñarse de los recursos del sector salud y administrarlos. Es quien reparte los dineros, es quien decide que se compra, es quien decide qué le voy a dar a cada uno de los hospitales.
Hablar de que está funcionando, es decir un supuesto porque en realidad no está cumpliendo con una función.
Entre las cosas que yo digo en el libro es que el problema comienza por una ignorancia, porque no sabían, después por una incompetencia y creo que esta incompetencia esta muy bien marcada en lo que está haciendo el Insabi.
El Insabi no sabe qué hacer porque desconoce completamente el tema y lo único que está buscando es viendo cómo administra estos recursos: haciendo los tratos con la Unops, compra por su cuenta, haciendo como que quiere darle la estructura a un sistema de distribución que aún es inexistente, no podríamos ya decir que el Insabi esté dando resultados de algo, yo creo que ni siquiera saben qué es lo que tienen que hacer.
Describes los intermediarios que realizaban, anteriormente, el envío de medicamentos, pero por no estar en la 4T y sorprende que la Guarda Nacional es la que se encarga de administrar estos medicamentos ¿A la fecha se manifiesta esta distribución?
Uno de los principales errores y que yo le achaco a esa ignorancia era el desconocimiento completo de cómo era la cadena de distribución. Una vez que tú has comprado un medicamento y llevarlo a alguna parte, que no iba a aparecer milagrosamente, y que los fabricantes nunca, en ningún lugar del mundo tienen la capacidad para entregarlo.
En todos los países del mundo existen empresas de distribución de productos de Salud. El mercado mundial de distribución de productos de salud y medicamentos es un mercado de más de USD 400 millones al año, algo así.
Hay empresas poderosísimas en el mundo que lo hacen y aquí en México tenemos (o teníamos) una colección de distribuidores que se han ido especializando y que han ido aprendiendo todo esto durante muchos años, y súbitamente se les quita ¿por qué? Al no entender el sistema se piensa que son simplemente intermediarios y que son personas que están ganando dinero. Solución fácil, quita a los intermediarios y nos vamos a ahorrar un dinero que, por cierto, en la mente de no sé quién creyeron que representaba el 30% de ahorros, lo cual ni siquiera es cierto.
El momento de que se le plantea al presidente de la república el problema ¿cómo los hacemos llegar? Se le hizo muy fácil decir: se les puede llegar a todos los lugares del país y esto es como repartir “papitas o refrescos” o lo que sea y desde ahí se pensó, primero que nada, la estructura más básica de todos ¿Qué necesitamos? Manos de obra de gente, seres humanos que carguen cajas y de vehículos que tengan ruedas. Conclusión: el ejército.
Esto es un disparate, esto es el no querer entender lo que hace un distribuidor que tiene que recolectar los medicamentos, almacenarlos, ver fechas de caducidad, hacer una labor complicada que se llama “Picking&Packing” para que le estés entregando exactamente el número de cajitas que necesita cada farmacia de cada lugar, llevarlo con vehículos de temperatura controlada por monitoreo, estar valorando las caducidades en sistemas de cómputo.
Todo eso requeriría crear una empresa que valiera pues tantos millones de dólares que se gasta en distribución. Entonces es realmente una utopía querer hacerlo así y al estar poniendo al ejército lo único que te dice es, bueno, primero es esta desvaloración del trabajo de las Fuerzas Armadas que hemos visto durante esta administración que los tienen haciendo lo que sea y el otro es estar buscando proveedores logísticos o casi gente que tiene cualquier tipo de vehículos para estarlo haciendo.
Es esta parte de la ignorancia de cómo debe de funcionar un sistema de distribución para productos de salud.
Lo que es el punto clave del libro, y es algo que la verdad se está viviendo es el desabasto de medicamentos, sino el que tengan los niños con cáncer ¿Cómo fue este proceso de estar en contacto con los médicos y familias que estan desesperados por comprar medicamento?
El escenario nunca ha sido bueno. El escenario siempre ha sido bueno obtener algún retraso o tener alguna carencia, sin embargo, había una carencia, una salvaguarda, una mala salvaguarda que era el tener una oportunidad, de alguna manera, de encontrar los medicamentos o encontrar los insumos por fuera para que el paciente los comprara. Esto no es el ideal, porque primero que nada tienes un sistema que supuestamente es gratuito.
Digo “supuestamente” porque nos cuesta a todos, pero en ese tenor los pacientes no deben de estar pagando de más. Si tú tienes acceso al seguro social o estas pagando algún derechohabiencia, de alguna institución, de alguna manera tú deberías de estar cubierto y esto, lo que se hace es que se pague y por eso tenemos ese gasto de bolsillo tan grande en la población mexicana.
La población mexicana que paga su seguro social, pero que no lo utiliza y termina pagando una consulta en la farmacia de la esquina. En ese mismo tenor ocurría con los pacientes oncológicos pediátricos, pudiera no tener el medicamento y de alguna manera si les daban la receta veían lo que hacían o veían de dónde sacaban dinero y lo compraban.
Hoy, precisamente, después de la salida del Seguro Popular ya no es posible. Cuando todavía existía la estructura anterior, con el Seguro Popular, los hospitales públicos tenían mecanismos en los cuales podían tener cuotas de recuperación, recuperaban muy poco o lo que fuera, pero era un dinero que les podía entrar y le cobraban a la gente, dependiendo de un estudio socioeconómico y este dinero podía ser pagado a través del Seguro Popular. No había problema, todo iba a quedar así pagado.
Podían recibir donativos o en el último de los casos, cualquier médico te podía dar una prescripción para que fueras a la farmacia de la esquina, insisto, no es el mejor escenario, pero eso se podía hacer.
A partir del cambio constitucional que se hace y de la orden del presidente los hospitales dejan de pedir cuotas de recuperación, esto les representa ya un impacto económico los hospitales, porque hay muchísimo material y muchísimos costos que no van a poder sufragar.
Queda prohibido que acepten donativos o queda prohibido que los pacientes compren sus cosas y evidentemente queda prohibido que los médicos prescriban y les permitan ir a comprarla.
Conclusión: hoy los pacientes están en el peor escenario, porque si están siendo sujetos a un tratamiento dentro de un hospital, está prohibido que les den una receta para que compren. Es decir, no hay un tratamiento en el lugar, pero está prohibido que ellos lo adquieran por fuera.
¿Cuándo vamos a saber sobre el precio o el costo que tuvieron las vacunas de COVID?
El gasto que México ha tenido específicamente, en vacunas para COVID, es desconocido. Han puesto ahí algunas cifras como de 50 o más de 56 millones de dólares, pero es básicamente lo que no les queda nada más. No es que esté auditado, ojo, es lo que ha tenido que ser transparentado a través de lo que se refleja en el presupuesto.
Hay que entender que en el total de las vacunas COVID hay: vacunas que fueron compradas y pagadas y cuyos precios son publicados, por ejemplo los del mecanismo COVAX. Ahí es una multiplicación y eso lo pagó el gobierno o se supone que lo pagó porque el antiguo secretario de hacienda había dicho que se había pagado.
De ahí en fuera tenemos cifras que nunca vamos a saber: Los contratos que están ocultos, los contratos con Pfizer, porque así es la mecánica de estos contratos que no se van a dar a conocer hasta después de cinco o seis años, esto ¿qué implica? No necesariamente que hay un mal manejo, más bien que no vamos a saber realmente cuántos sí compramos y cuánto fue donado.
En algunos momentos llegaron vacunas donadas por el gobierno norteamericano, esas ¿entran o no entran? Yo creo que va a ser un misterio que vamos a tener que resolver en los cinco años sobre cuál fue la erogación del gobierno para vacunas COVID.
¿Cómo ves este 2022 tanto para los hospitales y si va a llegar el medicamento a tiempo?
A corto plazo y en este año, y seguramente el año entrante, vamos a seguir viendo grandes problemas de abasto.
Porque cualquier mecanismo que quieran tener para resolverlo va a tardar. Hay que recordar una cosa, los fabricantes de medicamentos no los tienen aquí listos para dártelos, el negocio funciona de la siguiente manera: yo necesito tener un contrato, tener una proyección de producción de medicamentos y en ese momento calcular mis costos y mandar a hacer los medicamentos, no los tengo ya prefabricados. Con base a los contratos que yo tuviera es cómo voy a fabricar, pronosticar y cómo voy a entregar.
Habrá medicamentos muy rápidos y muy fáciles de hacer que te entreguen inmediatamente, pero habrá medicamentos con lotes muy especiales que te voy a tener que estar dando poco a poco y eso no se va a resolver. Si hoy lo estamos haciendo seguramente no lo vamos a tener resuelto por el resto del año.
Hay otra cosa que va más allá, hay una cuestión, un nuevo concepto del cual se habla de la inercia de la industria y esto, lo pueden decir los fabricantes, ya se perdió. El no tener este ritmo es como venir en una carrera y de repente tropezarte, este tropiezo tan grande que la industria farmacéutica y la cadena de suministros médicos ha tenido durante dos años y medio no es algo que se resucite la semana que entra.
Por muy buena voluntad, aunque firmáramos todos, la semana que entra no estamos operando, eso va a tardar muchísimo en que volvamos a adquirir el ritmo que tenía la industria de productos y de insumos para la salud de México.
Entonces no hay buenos pronósticos, lamentablemente a corto y a mediano plazo.
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