“Las niñas y niños no sabemos muchas cosas acerca del mundo y por eso nuestra mente es más abierta para imaginar cosas”, fue la respuesta que una niña de 8 años dio a su profesora cuando hablaban de lo que era la imaginación. Esta frase es representativa de lo que significa ser niña o niño, la capacidad ilimitada de crear realidades posibles de vivir, que toman forma en eso que llamamos la imaginación.
Sin embargo, el mundo adulto sigue en deuda con la niñez en México. En nuestro país cada día asesinan a 7 niñas y niños y 37 sufren violencia física, esto sin contar los múltiples casos que no son identificados ni denunciados. Para 2022, tan solo en el primer trimestre se han registrado 595 homicidios de niñas y niños y un aumento del 83.52% de reportes de violencia familiar con respecto del año 2015.
En el caso particular de las niñas y adolescentes se suma la violencia de género, que en 2021 registró 9 feminicidios de niñas y adolescentes por mes. Además, el constante riesgo de sufrir agresiones sexuales, ser víctimas de explotación sexual, además de la inseguridad financiera y el abuso emocional, puede hacerles creer que casarse o unirse con una pareja es la única opción para asegurar su futuro. Como evidencia, en el año de 2020 más de 8,800 niñas de entre 12 y 14 años se convirtieron en madres, y en 2021 se registraron 259 niñas y adolescentes víctimas de trata.
Este no es el único derecho que no se le ha garantizado a la niñez. Para dar otro ejemplo, el 60% de las niñas, niños y adolescentes no contaban con acceso a la seguridad social antes de la pandemia. Otra situación es el trabajo infantil, que en los últimos 5 años ha afectado hasta a 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes, al tener que realizar actividades peligrosas y prohibidas.
Adicionalmente a las niñas, niños y adolescentes de México, la niñez migrante también ha sido afectada. Durante 2021 llegaron al país más de 75,500 niños, niñas y adolescentes en situación migratoria irregular y en condiciones de inseguridad que han puesto en riesgo su vida, integridad y libertad. Esto, particularmente en acciones de control migratorio, que les ha forzado a tomar rutas más peligrosas y con mayor presencia de organizaciones criminales dedicadas a la trata de personas, al narcotráfico y al secuestro.
Todas estas situaciones no solo violan los derechos de las niñas, niños y adolescentes, sino que además no les permiten vivir su niñez a plenitud. No existe el contexto o el espacio para que puedan imaginar y poner en marcha sus capacidades de crear, jugar y construir. Les repite, a través de acciones, que sus sueños están coartados y que su vida no la construyen ellas y ellos, sino alguien más. Que su vida estará marcada por la violencia, golpes y abusos, o que sólo vinieron a este mundo a producir, a costa de lo que sea.
Para que cada una y uno de ellos, desde su diversidad, pueda vivir su niñez y ejercer sus derechos, se requiere de la participación y compromiso de todos los sectores institucionales y las personas, especialmente del Estado. Si no se generan las políticas con presupuesto suficiente para su implementación, y si como sociedad no hacemos un cambio cultural que fomente la voz y participación de las niñas, niños y adolescentes, no podremos lograr el México que niñas y niños imaginan y tienen derecho a vivir.
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María Josefina Menendez es CEO de Save the Children en México*.
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