La movilidad ha sido una necesidad en la vida de las personas, sin embargo, no siempre se contó con los medios de transporte que se tienen hoy en día. Es casi imposible imaginar la cotidianidad en las ciudades sin camiones, combis, el metro o el Metrobús, pues muchos de estos son los aliados de varias personas para llegar a diferentes puntos del territorio, también son elementales para ir al trabajo o la escuela.
En México el transporte público ha atravesado varias etapas, la revista Arqueología Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalla que la primera data del período prehispánico, cuando diversos grupos indígenas se trasladaban en canoas debido a que sus grandes avenidas estaban formadas por cuerpos de agua.
La construcción de este recurso sorprendió mucho a los españoles, esto se sabe por las crónicas del europeo Bernal Díaz de Castillo, donde escribió “por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, y veíamoslo todo lleno de canoas y en la calzada muchos puentes de trecho en trecho”.
Posteriormente, llegaron las carretas y los carruajes, los cuales se hicieron posibles por la llegada de animales como caballos, mulas y burros. Cabe destacar que no cualquiera podía acceder a estos servicios, puesto que era un recurso muy costoso que sólo podía disfrutar las clases altas.
Tuvieron que pasar dos siglos para que llegara al país el primer automóvil, el cual arribó en 1895 durante el gobierno de Porfirio Díaz. De acuerdo con el historiador Jesús Rodríguez este hecho propició el desarrollo del transporte público, el cual ya se encontraba en marcha con los avances del ferrocarril.
La misma fuente detalla que al poco tiempo Díaz conseguiría la confianza de una compañía de origen inglés que se encargaría de traer el “tranvía, el alumbrado público y el suministro eléctrico; la empresa operó como único oferente del servicio de transporte en la ciudad durante casi 17 años”.
Por otra parte, el transporte no experimentó cambios hasta 1917, época en la que comenzaron a circular por las ciudades los primeros camiones de pasajeros con “un motor de combustión interna”. Parte del desarrollo gradual de estos grandes vehículos se debió a que las clases altas comenzaron a cambiar su residencia a lugares más alejadas de la zona céntrica, por tal motivo se empezaron a buscar soluciones para la aristocracia de aquel entonces.
Rodríguez comparte que otro de los factores que motivaron la presencia de medios de transporte para la ciudadanía fue el rápido crecimiento demográfico de inicios del siglo XX, pues “la población registró un crecimiento de 50%, de los 500 mil habitantes que tenía alcanzó los 750 mil, distribuidos en una superficie de 40.5 kilómetros cuadrados”.
Fue así como el tranvía pasó de 1 a 14 líneas, sin embargo, poco después los camiones empezaron a inundar las calles y tal y como ocurre hoy en día, se iban llenos de personas, muchas veces algunos pasajeros iban casi saliéndose. Además, no estaban exentos de los choques o de percances automovilísticos, ya que durante un largo período se hizo muy común que los transportes colisionaran.
Por otro lado, el presidente Álvaro Obregón se encargó de dar prioridad a las vialidades y brindó apoyo a los choferes para que incrementara el transporte de camiones en la capital. “El gremio de los camioneros pronto se incorporó a la base de apoyo social del régimen y, a partir de la idea de la utilidad mutua, creó vínculos con el grupo gobernante”.
Desde ese momento empezó el auge de los transportes como se conocen hoy en día y con el tiempo fueron incrementado los servicios para la ciudadanía y los trabajos para los conductores. Con Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho se empezaron a crear sindicatos y agrupaciones para regular los sueldos y organizar mejor las rutas.
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