Sonia Solórzano Romo tenía 19 años aquel 22 de abril de 1992 e iba rumbo al trabajo. Tomó el camión, que apenas avanzó unos metros cuando quedó en medio de una terrible explosión que lo hizo elevarse algunos metros y luego caer de lado. Los pasajeros del transporte aún no lograban entender lo que había pasado cuando segundos después se desató otro estallido y comenzó el horror.
Tirada en el piso, Sonia sentía encontrarse en medio de un bombardeo y, si bien no fue así, sí fue una de las víctimas del hecho que marcó la historia de Guadalajara para siempre: un derrame de gasolina del poliducto Salamanca- Guadalajara en la colonia Álamo Industrial provocó que 13 kilómetros del Sector Reforma de Guadalajara explotara dejando 212 personas muertas, 69 personas desaparecidas y más de mil 800 lesionados.
A 30 años de aquel fatídico día sigue sufriendo secuelas en su salud por aquel terrible hecho y contó su testimonio a Infobae México.
De acuerdo con el informe de este año de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) se tiene el recuento de mil 142 viviendas afectadas, 450 comercios, 100 escuelas, 600 vehículos y ocho kilómetros de calles dañadas. Las colonias que mas sufrieron daños fueron la Álamos, Atlas, Olímpica y Analco.
“El suceso rebasó la respuesta del Estado mexicano. Las personas rescataron de entre los escombros a sus propias familias, vecinos y amistades. El siguiente paso fue la exigencia de justicia”, declaró la CEDHJ.
“Yo iba en la parte de atrás, iba parada y cuando termina todo recobro el conocimiento, estoy tirada atrás del asiento del chofer, entonces recorrí todo el camión. Tirada en el piso lo que recuerdo es que detrás de las ventanas tú veías como si hubieran bombardeado, pero nadie te decía nada. A mí nada más recuerdo que sentía que me picaba la espalda e iba escuchando ‘sí está viva, se está moviendo, ¿te duele algo, te puedes parar?’”, recordó sobre aquellos segundos de confusión que cambiarían para siempre su vida.
Reaccionó que le hablaban a ella, en ese momento no sentía nada y trató de levantarse pero en ese instante sintió como si estuviera pegada al piso del camión: su pierna derecha estaba sostenida solo por su piel y se encontraba completamente volteada, el brazo izquierdo estaba totalmente fracturado, fue entonces cuando empezó a sentir dolor y no se podía mover.
El CEDHJ declaró que los días anteriores, los ciudadanos vecinos del sector Reforma habían reportado a las autoridades que de las alcantarillas se desprendía un fuerte olor a gasolina y que en algunos puntos se observó humo, pero los indicios fueron ignorados por las autoridades públicas. Los hospitales de Guadalajara se saturaron y muchos civiles se unieron como voluntarios para rescatar a aquellos que se encontraban atrapados, tal es el caso de Sonia Solórzano.
“Nadie se atrevía a subirse al camión para rescatarnos. Hubo un rescatista que se atrevió a subirse y fue quien nos ayudó a rescatar a los que quedamos con vida de ese camión, íbamos 56 personas contando al chofer y nada más nos bajan con vida a 11 personas”, contó Solórzano.
Después la trasladaron a Cruz Verde para evaluar su situación, donde le dijeron que tenían que operarla por lo que tuvo que esperar para ser trasladada a otro hospital. “Llega un señor y en ese momento me dice ‘perdóname, discúlpame pero es la única forma en la que te puedo llevar’. No entendía por qué el señor se disculpaba pero cuando me sacan de la Cruz verde, mi forma de trasladarme de esa cruz verde al hospital que iba a ser operada fue a través de una carroza funeraria; por eso el señor me pedía perdón”, comentó.
Al ser trasladada a la Clínica 14 del Instituto Mexicano del Seguro Social donde le aseguraron que la operarían, sólo le enyesaron la pierna y a las tres o cuatro de la madrugada del día siguiente le dijeron que no podían operarla porque no era derechohabiente y tuvo que buscar atención médica en otro lugar; por lo que su familia tuvo que sacarla de la clínica del IMSS a las 7 am del 23 de abril.
El entonces gobernador Guillermo Cosío Vidaurri señaló que los bomberos hicieron todo lo que estaban en sus manos para impedir la tragedia, sin embargo según los testimonios, 15 minutos antes de la primera explosión los vecinos emitieron la alarma de que algo no estaba bien y el cuerpo de Bomberos de Guadalajara afirmó que no había nada de qué preocuparse. Esa misma noche el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari llegó a Jalisco a recorrer toda la zona.
Sonia explicó a Infobae México que al paso de los años el tema de salud ha sido lo más complicado porque “las secuelas van cobrando día a día”. Mencionó: “Mis diagnósticos han sido diversos: quedar con vida vegetal únicamente moviendo los ojos y hablar. El siguiente diagnóstico fueron tres cirugías donde entraba al quirófano con riesgo de amputación de la pierna derecha, aún conservo mi pierna. Posterior a ello era quedar de por vida en silla de ruedas, podía caminar. Después me dijeron que iba a usar aparatos ortopédicos desde cadera hasta tobillo de por vida, hoy ocasionalmente dependo de una rodillera o un bastón”.
Otro diagnóstico fuerte que le dieron es que nunca iba a poder tener familia, sin embargo, hoy lleva 23 años de casada y tiene dos hijos: una chica de 16 años y un muchacho de 22 años.
Además afirmó que a 30 años de lo ocurrido puede dar gracias a Dios de seguir aquí a pesar de tantos diagnósticos negativos. “Quiero tener más vida, hace pocos días me acaban de decir que posiblemente estoy en recta final, mi cuerpo ya está cobrando, la columna ya está muy dañada, estoy empezando a perder movilidad en piernas y brazos pero sigo viva, sigo aquí y pienso que lo mejor que tengo es la vida, tengo a mi familia y si ya he vencido tantos diagnósticos malos no creo que no pueda vencer este diagnóstico también”, declaró.
Durante 18 años pudo seguir trabajando después de lo ocurrido, primero con silla de ruedas y después con aparatos, pero ahora no puede trabajar por los daños severos que le dejó este siniestro. Actualmente se dedica a hacer manualidades en casa y está enfocada en su familia, además de ser la representante del Grupo Unido de Personas con Discapacidad, principalmente de las víctimas del 22 de abril.
Explicó con la voz quebrada que hace cinco años pudo conocer a la persona que la rescató del camión y pudo darle las gracias por salvar su vida. “Hoy a 30 años, en la mañana tuve la oportunidad de verlo y volverlo a ver en este día es recordar que por algo sigo aquí y que me falta mucho por vivir”.
Sonia Solórzano terminó diciendo: “Nos dejaron con una discapacidad permanente en mi caso crónica degenerativa, significa que no hay cura para nosotros. Como personas, como humanos no hay una mejor alianza que al menos una palmadita y digan ‘estamos con ustedes, los entendemos’ que sepan que somos víctimas y que buscamos justicia”.
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