Una casualidad lo llevó a nacer en Ciudad de México a finales de los años 50, aquellos del “milagro mexicano”. Japón entonces era un país luchando por levantarse de la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial y faltarían aún algunos años para que experimentaran su propio “milagro”.
Tras un peregrinar por algunas ciudades de EEUU, la familia de Noriteru Fukushima, el actual embajador de Japón en México, se asentó en el Distrito Federal y fue en un hospital de Polanco donde Noriteru Jaime Fukushima nació en 1958.
Aunque volvió muy pequeño a Japón, parte del “alma” mexicana quedó impregnada en su familia, así que el regreso de Noriteru Fukushima a México no fue una casualidad porque ingresó al servicio exterior de su país y estuvo en nuestro país en los años 80.
“Cuando mis padres llegaron en 1954, México tenía una mucha mejor situación. Japón todavía estaba en reconstrucción, para ellos era un choque cultural grande. Acá ya existía la Torre Latino, grandes calles, para mí era un sueño desde chico trabajar en México, me contaba mi mamá de cómo eran los parques, las tiendas, la gente tan alegre y tan amable. Siempre quise volver de alguna manera, por eso intenté hacerme diplomático, siempre pedía que me mandaran, es la tercera vez que trabajo aquí. Es un gran orgullo y placer”, declaró en entrevista exclusiva para Infobae México.
A finales de 2021 nuevamente regresó a México, pero como embajador. El señor Fukushima visualiza un objetivo claro en su misión: “Tenemos que trabajar juntos para el futuro del mundo, es importante trabajar con México para el futuro del mundo”.
En la misma charla exclusiva, el señor Fukushima adelantó que tiene grandes expectativas respecto de las relaciones económicas de los dos países. Lo que sí evitó fue cualquier crítica respecto de la violencia en México. Y es que de las mil 300 empresas japonesas actualmente asentadas en el país, alrededor de 80% están enfocadas en la industria automotriz y tan solo en Guanajuato, uno de los estados más afectados por los estragos del narcotráfico, hay más de 280 compañías niponas.
En lo que abundó el señor Fukushima fue en las coincidencias de México y Japón. Lo mismo destacó cómo una empresa llamada Sakata, asentada en Sinaloa, está detrás de la tecnología para la producción de gran parte del brócoli que se consume en nuestro país. También habló de cómo a los japoneses les gusta mucho la raza chihuahua de perros.
Algo que nunca olvidó Fukushima fue la amabilidad de la gente y el colorido de México. Por ello, para el funcionario japonés uno de los grandes legados que dejó su país al nuestro son las famosas jacarandas que cada primavera llenan de lila el paisaje de Ciudad de México.
Este carismático funcionario, que logró miles de seguidores en Twitter en apenas unos días, lo mismo puede publicar en su red social una fotografía de su reunión con empresarios del país, que paisajes de los diversos estados de México, así como fotos de su familia o comida típica (hace unos días mostró lo parecidas que son las tradicionales conchas de México con los Melón Pan japoneses).
Si bien considera que el principal legado que México dejó a Japón fueron los tratados comerciales que permitieron a la nación asiática abrirse al mundo, en cuanto a cultura popular aseguró que la música mexicana ha impregnado a su nación.
“Cuando pensamos en México algunas canciones salen, como Bésame Mucho. Siempre la puerta o entrada a Latinoamérica era México. Ahora también hay tequila, comida, tacos, lucha libre, muchas cosas ya entraron a Japón. Realmente es un gran legado que ustedes están dando...No hay país que ame tanto la lucha libre como Japón, después de México”.
Recordó además que el Premio Nobel Octavio Paz tradujo el libro de haikú Sendas de Oku y se convirtió en un puente de ambas culturas, así como los muchos intercambios, incluida la migración japonesa a nuestro país, ocurrida hace 125 años.
Por supuesto, ni la comida ni las famosas jacarandas podían faltar en el recuento del intercambio México-Japón. “Hace 100 años el presidente Álvaro Obregón recibió la propuesta del jardinista japonés Tatsugoro Matsumoto, México quería tener cerezos pero no se adaptan al clima, él recomendó jacaranda que tenía de Brasil” y es así como hoy en día las calles de la capital lucen un espectacular color lila cada primavera.
“Ojalá México tenga más presencia en Japón, los japoneses aman la cultura milenaria de México”, añadió el funcionario, quien además adelantó que una magna exposición sobre los aztecas podrá verse en el Museo Nacional de Japón.
Por ahora, a unos meses de su regreso al país, lo que considera como su deber “es aumentar las relaciones de amistad entre las dos naciones en todos los aspectos. Después de este asunto de Ucrania el mundo va a cambiar, queremos trabajar junto a México en este nuevo mundo”.
“Seguro vamos a tener un buen futuro”, dijo confiado, no sin antes mencionar cuál sería su segundo objetivo: conocer los 32 estados de México.
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