Emiliano Zapata ha deslumbrado en la historia mexicana por ser uno de los héroes más importantes del siglo XX, esto se debe a sus múltiples victorias durante la Revolución Mexicana, a su activa lucha por los derechos de los campesino y a su búsqueda eterna por la libertad y la justicia.
Mucho se cuenta de su trayectoria como militar y de su intervención en la política del país, sin embargo, poco se sabe de su vida personal, sus aspiraciones y sus pasatiempos. El también llamado Caudillo de Sur creció en una familia de clase media-baja que siempre fue unida y trabajadora, así lo detalla el autor Arturo Ríos.
No cabe duda que su lucha agraria siempre fue legítima, ya que su amor por la tierra comenzó cuando era muy pequeño. Desde el 8 de agosto de 1879 (fecha en la que Zapata nació) fue cercano a las labores del campo, pues su padre, Gabriel Zapata, se dedicaba a cuidar sus cultivos, los cuales fueron el sustento económico de su familia durante mucho tiempo.
Incluso, de acuerdo con un artículo de la Cámara de Diputados, se podría decir que su gusto por defender las siembras se encontraba de forma natural en sus raíces, puesto que Anenecuilco, la localidad morelense en la que creció y vivió Emiliano, se caracterizó desde la época Colonial por ser una de las zonas en las que los vecinos se organizaban para luchar por sus territorios.
La defensa de la tierra se volvió un elemento de identidad colectiva en los habitantes del sitio, de hecho, gracias a eso varios pobladores pudieron conservar sus parcelas a pesar de los intentos de las autoridades por expropiarlas.
No obstante, sembrar y comer sandías no fueron sus únicas aficiones, la misma fuente apunta que desde muy joven se convirtió en un amante del pasado de México, pues cuando se encontraba cursando la primaria siempre destacó por sus conocimientos en español, aritmética y principalmente en historia.
El morelense contaba que conoció su gusto por la historia gracias a las clases que le dio su profesor Emilio Vara, quien aparte de ser un experto en la materia, era el vivo recuerdo de algunas batallas del siglo XIX, debido a que él siempre narró a sus alumnos sus anécdotas de cuando se enfrentó al tropas de Maximiliano de Habsburgo y a los conservadores durante el Segundo Imperio mexicano.
Además, el sociólogo Felipe Ávila comenta que el Caudillo del Sur creció escuchando las vivencias de sus tíos Cristino y José María, pues en diversas ocasiones le detallaron las aventuras que vivieron cuando formaron parte del ejército de Benito Juárez.
Ellos, al igual que su maestro, lucharon del lado del bando liberal durante la Guerra de Reforma, hecho que no sólo despertó su interés por los enfrentamientos bélicos, sino que también causó que el revolucionario sintiera una gran admiración por el Benemérito de las Américas.
Aparte del cultivo y la historia, otro de los pasatiempo de Emiliano Zapata, y el más importante en su vida, fue montar a caballo. Siempre dijo que esos eran sus animales favoritos, por tal motivo su papá, quien además de ser jornalero en la hacienda de Mapaztlán se dedicaba a la venta de ganado y caballos, decidió darle a su hijo su primera yegua.
El regalo que recibió sería uno de los elementos que cambiarían su vida, puesto que fue ahí cuando conoció sus habilidades para montar a muy temprana edad. Aprendió a domarla en muy poco tiempo, hecho que pronto lo llevó a destacar en el pueblo como uno de los jinetes más jóvenes.
En parte, su gusto por diversos animales surgió a causa de que creció alimentando y cuidando el ganado de su familia. Cuando se convirtió en adulto, disfrutaba fumar puros y tomar café o atole.
Finalmente, no cabe duda que todas estas características fueron parte fundamental de su identidad como mexicano y como revolucionario.
SEGUIR LEYENDO: