José Manuel Sánchez Cruz, Manu Vaquita, dueño del bar donde fue asesinado el exgobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, admitió su encubrimiento en la escena criminal al pedir al personal que el sitio quedara limpio ante el temor de que el restaurante Distrito 5 fuera clausurado.
Durante su audiencia de vinculación a proceso, el empresario negó que fuera responsable de la ejecución del priista, pero relató sus intervenciones que entorpecieron las indagatorias de las autoridades, pues a 16 meses de los hechos aún no hay responsables concretos por el caso que conmocionó al país desde Puerto Vallarta.
“Sí, tuve miedo de una clausura, no sabía lo que estaba pasando”, argumentó sobre sus peticiones para que la sangre fuera limpiada y la alfombra manchada también fuera retirada.
Por querer que no me clausuran el lugar dejé que lo dejarán limpio
Aunque la audiencia para determinar si Sánchez Cruz es procesado continúa este 16 de abril, las confesiones sobre su participación son distintas a las imputaciones de las autoridades de Jalisco, quienes señalaron que Manu Vaquita participó directamente en las lesiones por arma de fuego contra el político que convivia con otras personas.
Según sus declaraciones en la audiencia por homicidio calificado, detalló que alrededor de las 20:00 horas de aquel 17 de diciembre de 2020 fue a una cita de trabajo en el bar Coppa del centro de Puerto Vallarta. Pero recibió una llamada de alerta cerca de las 01:20 horas.
Era Brisa “N”, la gerente del bar Distrito 5, quien pidió auxilio ante la balacera que estaba en progreso. Enseguida abordó su vehículo y dijo que hizo cinco minutos, al pasarse los altos en un trayecto de un cuarto de hora.
Al llegar, el dueño del lugar observó a un herido que dijo reconocerlo, de ahí que decidió llevarlo al hospital Joya y tras dejarlo en el nosocomio volvió al local. Cuando regresó, señaló que no vio a nadie más, sino los cristales en el piso, sillas caídas y todo el caos por la refriega entre escoltas del exgobernador contra los sicarios.
Llamó a la gerente, quien contestó que los trabajadores estaban ocultos junto con clientes en el piso superior y les ordenó que salieran. Entre el piso resbaloso por la sangre y el retiro de las personas, reveló que notó la limpieza realizada por un mesero.
Otro de los empleados bajo su mando se acercó para preguntarle qué haría con la alfombra manchada de sangre, a lo cual ordenó que se deshicieran de ella. Esta pieza fue recuperada a un mes del asesinato en un predio cercano, junto con el vehículo utilizado para transportarla.
Reiteró a los trabajadores que debían limpiar para evitar problemas y se retiró de ahí. Ya en su residencia verificó que su celular no tenía carga y al conectarlo pudo revisar que se informaba en redes sociales del atentado contra Aristóteles Sandoval.
Según su narrativa, pasó de nuevo por el restaurante bar para llevar a casa a la gerente y entonces cayó en cuenta que había cometido el error de limpiar. Ya había más policías y patrullas. Después huyó. Tras una balacera en el restaurante los Otates de Zapopan, casi dos meses después, se reportó su secuestro y posterior asesinato, algo que fue descartado por las autoridades.
De acuerdo con reportes locales, la comparecencia estaba prevista a las 09:30 de este Sábado de Gloria, pero inició una hora y media más tarde. La esposa de Aristóteles Sandoval, Lorena Jassibe, y Javier García, asesor jurídico de la familia, arribaron al Juzgado de Control y Juicio Oral Distrito VIII de Puerto Vallarta.
Llorando, Manu Vaquita se dirigió a la esposa del exgobernador y lamentó que de haber sabido que el político estaba entre las víctimas, lo hubiese ayudado. Su proceso judicial se fue a receso y queda pendiente en las próximas horas que se determine la situación jurídica. Mientras tanto, ha narrado su encubrimiento indirecto.
La Fiscalía de Jalisco ya había informado que la limpieza del lugar fue un elemento clave para retrasar las investigaciones, de ahí que los empleados fueron arrestados, procesados y después liberados tras acogerse a procedimientos abreviados.
Según las autoridades, también actuaron en retirar las cámaras de videovigilancia, pero algunas imágenes sí fueron recuperadas. De los videos se logró obtener la participación de un hombre y una mujer, identificados como autores materiales y por quienes se ofreció una recompensa de hasta un millón de pesos, pero no han sido capturados.
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