Desde hace décadas, la Playa del Amor, una de las agrupadas en la localidad oaxaqueña de Zipolite, se ha caracterizado por ser una paradisiaca cala cuya principal bandera ha sido la libertad. Es un lugar nudista. Es LGTBQ friendly. Prácticamente, han descrito sus conocedores, no hay nada que no se pudiera hacer ahí. Pero como en todo, hay un límite. Y a medida que se corrió la voz de ese oasis libre de prejuicios -en un país en el que eso resulta casi utópico-, empezaron a llegar cada vez más visitantes, tanto nacionales como extranjeros. La gentrificación que eso supone ha resultado en el inicio de restricciones en el lugar que presumía de no temer una sola.
Según cuenta una leyenda urbana, en los años sesenta hubo un eclipse total de sol, por lo que la gente se congregó en esta playa que era totalmente virgen para observarlo. Mientras esto sucedía decidieron disfrutar de las aguas bajo la influencia de esa esencia hippie que se vivía al momento, es decir completamente desnudos.
“Durante décadas, este antiguo pueblo de pescadores convertido en un lugar de encuentro hippie se ha transformado en un oasis para la comunidad queer, atraída por sus playas doradas, su ambiente contracultural y una práctica del nudismo que abarca cuerpos de todas las formas”, describe sobre ese lugar un artículo del New York Times publicado este miércoles. “Pero a medida que su popularidad ha ido creciendo, atrayendo a un número cada vez mayor de visitantes homosexuales y heterosexuales, la ciudad está empezando a transformarse: los extranjeros están acaparando terrenos, los hoteles se multiplican, los influentes acuden en masa a la playa, y muchos residentes y visitantes temen ahora que lo que una vez hizo mágico a Zipolite pueda perderse para siempre”, repone el texto.
Y es que la ilusión de ese paraíso sufrió un fuerte golpe de realidad el pasado febrero, cuando los habitantes de la localidad acordaron frenar las libertades en la playa nudista con la finalidad de “recuperar formas de convivencia más armónicas entre residentes y turistas”, y no perder el reconocimiento internacional que como destino se han ganado.
Eso luego de que los locales empezaran a quejarse de la aparición de residuos en el mar, como condones usados, inhaladores conocidos como poppers, latas de cerveza o ropa interior. También las denuncias señalaban exceso de ruido por la noche y prácticas sexuales en la Playa del Amor.
Entoonces, la asamblea de los pobladores decretó delimitar un espacio exclusivo para el nudismo, con lo que prohiben que las personas se paseen sin ropa en lugares públicos fuera de dicha playa. Además dejaron estrictamente prohibido las pr{acticas sexuales en cualquier lugar público de la localidad.
La amenaza de la gentrificación
Hasta 2019, en las playas de Zipolite, donde es común realizar diversas actividades, desde bucear, surfear, practicar buceo y adminrar la caída del sol en el horizonte, el hospedaje solía ser económico, con una oferta que iba una pequeña cabaña hasta una habitación sencilla y rústica, desde 250 a 350 pesos (15 a 18 USD) por noche. Ahora, una suite frente al mar puede costar hasta 500 dólares por noche.
“El pueblo, donde el turismo está en auge, los recursos naturales son escasos y tantos extranjeros están comprando propiedades, que el precio de los terrenos se ha vuelto en gran medida inasequible para los habitantes locales”, advirtió el New York Times.
En ese texto también recogen el testimonio de varios visitantes asiduos a Zipolite y sus playas que apuntan varios aspectos en los que la gentrificación del lugar est{a afectando su esencia. Uno de ellos es el inexitente estigma de la imagen corporal. Y es que aseguran que mientras hace unos años nadie parecía inmutarse por las diferencias en los cuerpos de las personas que dejaban fuera sus inhibiciones al arribar al lugar, ahora esa diversidad ha quedado atrás.
“A medida que la popularidad de Zipolite ha crecido, su ambiente hippie está cambiando. Los bares son más ruidosos, los restaurantes se vuelven más ostentosos. El turismo LGBTQ también está cambiando: cada vez más dominado por los estadounidenses, se vuelve menos diverso”, apunta el texto.
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