La época prehispánica heredó a la sociedad mexicana un sinfín de costumbres, técnicas y comidas que hoy en día son aspectos fundamentales de la identidad nacional. Como ejemplo se encuentran el Día de Muertos, las chinampas como método de agricultura y una gran lista de alimentos, entre los que destacan los tamales.
El tamal es uno de los manjares favoritos de las y los mexicanos. Se trata de uno de los muchos tesoros que las culturas precolombinas heredaron al territorio y aunque la receta original sufrió diversas modificaciones con la llegada de la gastronomía de otros países, en específico la española, es un hecho que esta comida nació hace muchos siglos.
Qué sería de la personas sin el clásico “guajolocombo” es decir, una torta de tamal con su respectivo atole, una combinación a un precio justo que le quita el hambre a cualquiera. Hoy en día es muy frecuente ver puestos que ofrecen al alimento en cuestión, sin embargo, poco se sabe acerca de la historia de este comestible ancestral.
Un artículo del Gobierno de México indica que era uno de los platillos favoritos para servir en las grandes fiestas, específicamente en las que se agradecía la fertilidad de la tierra, aunque también era común encontrarlo en diversos eventos sociales, incluso, eran un elemento importante en las ofrendas de los muertos. El aspecto del tamal “era más firme y apelmazado, elaborado con verduras como calabaza y chile”.
Por otra parte, la existencia de los tamales se dio después de un largo proceso de desarrollo, ya que para su elaboración era necesario el uso de instrumentos para desgranar las mazorcas, hacer el nixtamal, moler el grano y para cocer la masa.
Además se desarrollaron técnicas específicas como la nixtamalización, la molienda, el amasado, la envoltura y la cocción. Cuestiones que dan testimonio del gran avance de las antiguas civilizaciones.
Cabe destacar que el mismo documento menciona que el dicho popular de “dar atole con el dedo” se remonta a la época de los aztecas, pues “cuando la población estaba ansiosa porque no llovía, les daban atole y tamales” para que olvidaran el mal rato.
Es bien sabido que el maíz ha sido un elemento clave en el desarrollo cultural, social, económico y nutricional de la población del país desde muchísimo antes de la Conquista. La revista Arqueología Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalla que antes del período Posclásico no se tiene registro de que la tortilla fuera un elemento común entre los grupos originarios.
Por tal motivo, a través de una serie de investigaciones, las y los expertos llegaron a la conclusión de que posiblemente, la manera más común de preparar el maíz “en muchas regiones, y desde épocas remotas, fue lo que conocemos como tamal, es decir, una porción de masa de maíz –mezclada o rellenada con otros ingredientes–, envuelta en hoja y cocida al vapor”.
Asimismo, la revista recalca que existe una ”relativa ausencia de evidencia física sobre el consumo de tamales en la época prehispánica que se ve compensada por la existencia de evidencia iconográfica, lingüística y epigráfica que proporciona algunos indicios sobre el tema”.
La mayoría de la información que se ha encontrado se remonta al período Clásico en el área maya, incluso “se ha descifrado un glifo para referirse al tamal, el cual significativamente también está asociado a nociones de fertilidad y abundancia”.
El Códice Florentino ha sido una de las fuentes de investigación más importante para los especialistas, ya que en él se explica la diversidad de los tamales y se específica como se consumían y hasta “se dan indicios de las maneras en que se les preparaba”.
Se tiene más evidencia de que esta era una práctica en la cultura maya y mexica, no obstante, también hay registro de que se consumían en las costas de Oaxaca, donde se preparaban con camarón, acuyo y pepita, “y que entre los purépechas, además de las corundas, se hacían tamales especiales rellenos de frijol para las bodas”.
Posteriormente, en tiempos de la Nueva España se agregó la manteca, el pollo y la carne. Actualmente hay tamales de todos los tamaños, colores y sabores que siguen consintiendo el estómago de varias personas.
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