Durante las últimas semanas, los migrantes que se encuentran de pasada (en su mayoría) por México, la mayor parte centroamericanos y de origen haitiano, han recurrido a una práctica a manera de protesta en contra de lo que consideran como poco o nulo apoyo por parte de las autoridades nacionales: la sutura de labios o las huelgas de hambre. Ante eso, las autoridades migratorias mexicanas les hizo un llamado a no autolesionarse, considerando que se convirtieron en rehenes de los intereses de terceros.
“El Instituto Nacional de Migración (INM) de la Secretaría de Gobernación hace un llamado a las personas migrantes a no autolesionarse ni a convertirse en rehenes de intereses de terceros, quienes dicen defender sus derechos humanos, pero los motivan a cometer acciones que dañan su integridad física y psicológica”, indicó la dependencia este domingo a través de un comunicado.
El INM también dijo lamentar dicha práctica en busca de la atención de las autoridades e insistieron en que existen leyes y normas mexicanas en la materia establecen rutas e instancias de atención para mantener una migración segura, ordenada y regular.
Como solución el instituto propuso a los migrantes que acudan a sus oficina para regularizar su situación, “como ya lo han hecho otras que también salieron en la misma caravana de Tapachula, entre ellas, grupos vulnerables como mujeres, menores de edad, adultos mayores o con alguna discapacidad”, señalaron al pronunciarse por una política migratoria que “respete los derechos humanos, que atienda sus causas y que respete las normas establecidas en la ley”.
El más reciente episodio de este tipo de protesta por parte de los migrantes ocurrió el pasado viernes, cuando siete integrantes de la caravana denominada “viacrucis migrante”, hartos de encontrarse varados en la ciudad chiapaneca de Tapachula desde hace semanas, incluso meses, sin que se les resuelva su situación, se cosieron los labios con aguja e hilo, al tiempo que avisaron que a partir de ese momento, cada hora un grupo de personas al interior de la caravana, segunda en lo que va del año, replicaría la acción.
Su intención es presionar a las autoridades para que les entreguen los documentos que les permitan recorrer México de manera libre, con la finalidad de llegar a Estados Unidos, en donde pretenden pedir asilo.
El venezolano Edwin Camacho, uno de los migrante mencionados, advirtió que van a mantener su protesta de suturarse los labios hasta que tengan eco sus peticiones de obtener su estatus legal en el país y si no lo consiguen seguirán con esa práctica.
“No queremos problemas y violencia, únicamente queremos que nos den el paso a nosotros”, expresó Camacho a Efe.
En tanto, su compatriota Matías González, oriundo de Venezuela, pidió al Gobierno de México que les ayude a avanzar porque su objetivo no es quedarse en el país.
“Nosotros pedimos un salvoconducto para salir de la ciudad, ya que ha sido complicado seguir nuestro camino (hacia Estados Unidos)”, apuntó.
Previo a esa acción, integrantes de la caravana migrante se declararon en huelga de hambre al llegar a la comunidad de Álvaro Obregón, tras enfrentarse en dos ocasiones con agentes de la Guardia Nacional (GN) y el personal de migración en la ciudad de Tapachula.
Las autoridades federales detuvieron a cerca de 200 migrantes entre ellos, niños y mujeres embarazadas segmentando a la caravana.
La situación es crítica ya que las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) mantienen un retén en la entrada principal de la comunidad para evitar que salgan de este poblado.
Precisamente, este viernes 1 de abril, cientos de migrantes salieron caminando desde Tapachula, con la finalidad de llegar a la Ciudad de México para regularizar su situación migratoria, pero al avanzar unos kilómetros chocaron con las autoridades federales.
Este nuevo convoy, llamado por su cercanía con la Semana Santa “viacrucis migrante”, partió alrededor de las 07.00 hora local de esta ciudad fronteriza con Guatemala, en la que miles de migrantes llevan semanas e incluso meses varados.
El contingente, formado por hombres, mujeres y niños, tomó sus maletas y emprendió su salida por las calles de la ciudad hasta la carretera costera de Chiapas para enfilar rumbo a la capital, a más de mil kilómetros.
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