El general Porfirio Díaz es una figura polémica en la historia de México pues es odiado y amado por muchos. Y a pesar de que hoy en día se le conocen y atribuyen diversos avances en el país, su vida amorosa es un tema que interesa a muchos; hay quienes consideran que en ocasiones fue secreta y polémica como con Delfina Ortega y en otras pública, como lo fue su segundo matrimonio con Carmen Romero Rubio.
La primera mujer en su vida fue Delfina Ortega, a quien le llevaba 15 años. Con ella el presidente tuvo ocho hijos de los cuales solo dos llegaron a ser adultos. Lamentablemente, Delfina murió cuando nació su última hija, la cual además vivió pocas horas. Un año después Porfirio Díaz conoció a Carmen Romero, hija del acaudalado Manuel Romero Rubio y decidieron casarse.
El amor que Díaz sentía por su sobrina está manifestado en las cartas que le escribió, además de que abandonó sus creencias masónicas para poder casarse con Delfina por la Iglesia Católica; el matrimonio duró 13 años.
A pesar de que se cree que la relación entre Díaz y Romero pudo haber sido una táctica para que el general construyera un puente entre él y la élite económica de la época, se tiene en registro una carta que le escribió a su segunda esposa cuando estaba aún en proceso de conquistarla:
“Yo debo expresar a usted que la amo. Comprendo que sin una imperdonable presunción no puedo esperar que en ánimo de usted pase otro tanto y por eso no se lo pregunto; pero creo que en un corazón bueno, virgen y presidido de una clara inteligencia como el de usted puede germinar ese poderoso sentimiento, siempre que sea un caballero el que lo cultive y sepa amar tan leal, sincera y absolutamente como usted lo merece y yo lo hago ya desde un modo casi inconsciente”, escribió.
Entre el tiempo de la muerte de su primera esposa y el segundo matrimonio, se tiene registro de que Díaz conoció a una misteriosa mujer de Tlalpan llamada Francisca Ramírez, empleada del Palacio Nacional, con quien tuvo un breve y apasionado romance del cual se procreó a un hijo en mayo de 1880.
Se conoce también sobre una mujer llamada Juana Catarina Romero, la cual era mestiza y vendía cigarros, se dice que fue amante del general durante la Guerra de Reforma pues ella le salvó la vida escondiéndolo bajo su falda en medio de una batalla. Sin embargo, el presidente no la mencionó en ninguna de sus memorias, por lo que sólo se puede observar el cariño con el que Romero le escribía a Díaz cuando subió a la presidencia.
Si bien se tiene registro de algunos de los amores que tuvo Porfirio Díaz, se considera que lo que más quiso el presidente fue la patria y el poder. Esto se puede apreciar en la carta de renuncia que presentó en 1911.
“El Pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra de Intervención, que me secundó patrióticamente en todas las obras emprendidas para impulsar la industria y el comercio de la República, ese pueblo, señores diputados, se ha insurreccionado en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo, es causa de su insurrección”, escribió.
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