Un grupo de ciéntificos mexicanos a bordo del buque oceanográfico El Puma inició una expedición a la zona conocida como la Brecha de Guerrero con la misión de rescatar siete sismómetros del fondo marino, los cuales han medido la actividad en esa franja sismica desde 2019 y que debieron ser recogidos en 2020, sin embargo, la crisis sanitaria por Covid-19 impidió llevara a cabo este trabajo.
El equipo está compuesto por ocho científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y uno de la Universidad de Kioto, en Japón. Los investigadores Víctor Manuel Cruz Atienza y Yoshihiro Ito lideran estos trabajos de rescate de los instrumentos de registro y medición de los movimientos generados por las placas tectónicas.
El buque partió desde Mazatlán, en Sinaloa y tiene previsto recorrer 1.438 millas náuticas durante once días con la esperanza de que los sismómetros se encuentren funcionales y puedan extaer los datos que resultan tan valiosos para este proyecto de investigación que lleva seis años.
La actividad sísmica de la Brecha de Guerrero, que abarca entre 160 y 200 kilómetros de longitud, despierta particular interés en la comunidad científica debido a que en los últimos 120 años no se ha producido en ella un terremoto de consideración, por lo que es preciso analizar los datos para comprender si la energía se ha liberado lentamente hacia los costados o se ha concentrado en algún punto.
Sobre este punto, Sara Franco, doctora en sismología y miembro de esta expedición, explica que desde 1997 se observa con atención a la costa de Guerro y se analiza la deformación de la corteza de terrestre asociada a los temblores, en los que se registra la existencia de los llamados sismos lentos.
“Este tipo de sismos provocan una transmisión de la energía acumulada hacia los límites de la brecha”, y esto podría explicar que los grandes terremotos ocurren en la periferia y no en el mismo centro de esta zona, detalló la ciéntifica mexicana.
Este equipo científico que lleva a cabo la expedición considera que desde diciembre de 2021 la Brecha de Guerrero está bajo el influjo de la acción de un sismo lento. Solo en marzo de 2022 se han registrado dos sismos de fuerza moderada, 4.8 y 4 grados de intensidad, con epicentro en la Brecha de Guerrero, lo que da cuenta de su permanente actividad.
Para los investigadores es un objetivo comprender las consecuencias de este fenómeno para determinar si supone una liberación de energía hacia los extremos, o bien, si existe el riesgo latente de un terremoto de una fuerte magnitud, aunque se aclara con enfasis que es imposible adelantarse y especular sobre la intensidad.
El éxito de esta misión resulta trascendental para las políticas de protección civil y ayudaría a despejar, con datos claros, los rumores y las falsas noticias sobre un eventual temblor de gran magnitud sobre la costa de Guerrero y sus efectos en el centro del país.
Ante la necesidad de ponderar los estudios científicos, en una reunión celebrada el 21 de enero pasado, el Comité Directivo de Plataformas Oceanográficas de la UNAM (COPO), acordó con este equipo de especialistas realizar el viaje.
El geofísico de la UNAM Víctor Manuel Cruz Atienza junto a su colega de la Universidad de Kyoto Yohihiro Ito son los responsables del equipo mexicano-japonés que estudia desde hace seis años la brecha. Además de recuperar el instrumental colocado desde hace tres años en el lecho marino, la misión también tiene previsto colocar nuevos sismómetros.
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