El pasado 10 de marzo el alcalde de Aguililla, Michoacán, César Arturo Valencia Caballero, fue asesinado a plena luz del día y frente a varios testigos en las afueras de un campo de fútbol por dos lugartenientes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la zona.
Ricardo Carrillo, alias El Alacrán, y el Zapata, fueron identificados como los autores materiales del asesinato del alcalde, quien resultó triunfador el pasado 6 de junio en una elección que fue calificada de “fantasmal” debido a la pobre participación ciudadana con la que contó y la avasalladora influencia del narco en las votaciones.
Ambos son obedecen a las órdenes de Pedro López Barajas, alias El Pedrín o La Coya, quien se sabe financió la campaña de César Valencia y hace alrededor de tres meses sostuvo con éste una reunión de al menos 20 minutos en las mismas oficinas del Ayuntamiento.
El Alacrán y El Zapata son bien conocidos en Aguililla. Ellos, junto con otros lugartenientes al servicio del cártel de las cuatro letras, fueron los encargados en noviembre del año pasado, por instrucciones de la Coya, de mover a la gente de Aguililla mediante amenazas para que llevaran a cabo un plantón para impedir el avance de los militares en la zona.
Los pobladores que desobedecían estas disposiciones sufrían las consecuencias. El Zapata era el encargado de cortar la luz de las casas de que quienes se negaba a cooperar.
El día que fue asesinado César Arturo Valencia ambos fueron identificados por los pobladores como los sicarios que conducían la motocicleta Honda negra con rojo que se emparejó a la camioneta del edil para atacarlo a tiros. De acuerdo con las descripciones, uno era chaparro, robusto y vestía pantalón de mezclilla y playera azul; mientras que el otro era alto, moreno y llevaba un corte de pelo “tipo militar”.
El hombre que iba sentado atrás del piloto apuntó con una escuadra y le disparó en el rostro a Valencia Caballero. La camioneta avanzó unos metros, pero los tripulantes de la moto la siguieron. El mismo sujeto hizo un segundo disparo. Entonces, la unidad se detuvo por completo.
El hombre que traía el arma en la mano derecha se bajó, dio dos o tres pasos, se acercó a la ventanilla y disparó una vez más. En ese momento fue reconocido por un transeúnte. Después del tercer disparo, El Alacrán se guardó la escuadra detrás de la cintura y subió a la moto. En ese instante el conductor rodeó la camioneta blanca.
La hipótesis de una posible represalia del CJNG por la irrupción el Ejército se apoya en una reunión ocurrida un día antes de que en Aguililla se avistaran helicópteros, decenas de vehículos y más de mil soldados para restablecer el estado de derecho. De acuerdo con un reporte en poder de las autoridades federales, aquel día Valencia Caballero intentó convencer a los mandos castrenses de que no entraran al pueblo.
No conseguirlo fue al parecer su sentencia de muerte. Solo un mes después fue asesinado a quemarropa, y al día siguiente, el cadáver de su asesor, René Cervantes, apareció en Las Parcelas de Castillo. Al parecer, ambos fueron asesinados a la misma hora.
El Pedrín, El Cema, El Alacrán y El Zapata se mostraban sin recato en las calles del pueblo, antes de que irrumpiera el Ejército. El domicilio del Alacrán era conocido por todos. Ahí se localizó la moto Honda empleada en el asesinato. Sin embargo, a pesar de la información recogida por las autoridades, un juez de Apatzingán se niega a obsequiar la orden de aprehensión.
SEGUIR LEYENDO: