¿Qué sería de la sociedad sin aquellos espacios llenos de especialistas en la salud que velan y cuidan por el bienestar de la población? Aunque hoy en día no se pueda imaginar un país o una localidad sin centros médicos, antes era común que los hospitales o aquellos lugares de curación e intervención no fueran tan abundantes. Por suerte, con el tiempo esto fue cambiando.
En la época prehispánica la forma en la que se trataba a los enfermos y heridos era muy distinta. La revista Arqueología Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indica que debido a la inexistencia de medicamentos y avances científicos, las mejores recetas para curar a alguien siempre se reducían a esperar los efectos milagrosos de las piedras con minerales y a un baño o un té con hierbas.
Con la llegada de Hernán Cortés y su ejército español se empezaron a transformar diversos ámbitos en el sector religioso, gastronómico, cultural, económico y en el de salud. Debido a que en tiempos precolombinos no existían propiamente los hospitales, las cortes españolas decidieron fundar un sitio especializado para atender a enfermos de todo tipo y de todas las clases sociales.
De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, el hospital más antiguo es el de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno, hoy conocido como Hospital de Jesús. Su construcción es tan antigua que muchos historiadores han debatido si este fue el primer centro de salud del continente.
La misma fuente apunta que supuestamente se construyó en el mismo lugar en el que Hernán Cortés y Moctezuma se encontraron por primera vez en el año 1519, en el viejo camino que conducía a Iztapalapa. La edificación comenzó en 1521 cuando “Cortés ordenó que el hospital fuera construido para atender al público sin distinción entre españoles, indígenas y castas”.
Empezó sus operaciones en 1524 y se nombró al fraile Bartolomé de Olmedo como primer director del edificio. Cabe destacar que en los registros que se conservan de los tiempos de la Nueva España, aparecen diferentes fechas que marcan la inauguración del inmueble.
El nombre fue parte de la estrategia de evangelización que pretendía que los indígenas asociaran los nombres de los lugares con el de algunos santos, de esta forma se logró que se sintieran más identificados con la religión católica.
Después empezó a ser conocido como el Hospital del Marqués en honor a Hernán, quien acababa de recibir el título de marqués del Valle de Oaxaca. Posteriormente, la denominación cambió simplemente a Hospital de Jesús porque el lugar “ganó en una rifa entre hospitales, la imagen de un Jesús crucificado, la cual se consideró milagrosa”.
También existe otra versión del INAH que explica que el nombre cambió en el siglo XVII debido a que una indígena llamada “Petronila Jerónima al morir dejó una imagen de Jesús de Nazareno, hecho que fue muy significativo para las personas del lugar”.
Cabe destacar que gracias a que el conquistador español lo convirtió en una institución laica y colectiva, el edificio logró sobrevivir aún después de las Leyes de Reforma. Con el tiempo, las instalaciones se fueron remodelando y aprovechando para cubrir la demanda de centros de salud en la capital.
El hospital aún sigue en pie y todavía forma parte de los edificios que adornan las calles de Pino Suárez, República de El Salvador, Mesones y 20 de noviembre. La construcción sigue conservando su estilo colonial y desde el siglo XVI hasta el día de hoy no ha dejado de funcionar.
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