El Síndrome de Sueño Insuficiente es uno de los trastornos del sueño que más impera en la sociedad actual, especialmente por el uso nocturno de aparatos con estímulos luminosos, visuales y sonoros (celulares, videojuegos, televisiones, etcétera).
Así lo señaló Rafael Santana Miranda, médico responsable de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien además advirtió que la falta de sueños puede desencadenar enfermedades crónico-degenerativas como la obesidad, diabetes, hipertensión o cáncer.
“No le dedicamos el tiempo necesario a este fenómeno complejo que llamamos dormir y nuestra sociedad padece una restricción en esta necesidad biológica”.
En el marco del Día Mundial del Sueño, celebrado el próximo 18 de marzo, el especialista aseguró que, si bien la tecnología ha sido una gran aliada para incentivar el aprendizaje durante la pandemia del COVID-19, también es potencial para alterar el ciclo circadiano, ocasionando que el cerebro se active ante la presencia de luz.
“Esto nos puede robar muchas horas. Sólo con educación y disciplina tenemos que aprender y enseñar a los menores, cuyo cerebro está en desarrollo. Es importante limitar la cantidad de luz”, aclaró.
Respecto a las y los menores, Santana Miranda recomienda suspender las actividades que implique cualquier dispositivo electrónico tres horas antes de dormir. Asimismo, señala una preferencia por evitar su uso con lactantes e infantes de nivel preescolar.
“Tenemos que estar expuestos a la oscuridad para que, de manera natural, se desencadenen una serie de eventos como la liberación de melatonina, que inducen al sueño y participan para que este sea reparador”.
Otros trastornos que, de igual modo, se han reforzado entre la sociedad a raíz del confinamiento son aquellos del estado de ánimo e insomnio secundario; esto, porque la falta de socialización ha orillado a la depresión y ansiedad, además de una crisis de estrés ocasionada por la gran crisis económica del cual el mundo fue víctima.
De igual modo, el especialista señaló que un buen ciclo de sueño (de seis a nueve horas aproximadamente) debe complementarse con buena alimentación y ejercicio diario: “Hay que darse tiempo para dormir con todo y las grandes exigencias de la vida”.
Científicos han señalado que las personas que no han padecido de coronavirus también sufren mayor cansancio, así como problemas para tomar decisiones y falta de concentración.
Un estudio del Hospital General de Massachusetts demostró que las alteraciones en el estilo de vida durante la pandemia pueden haber desencadenado una inflamación en el cerebro que contribuye a la fatiga, las dificultades de concentración y la depresión.
Además de provocar 440 millones de contagios y casi 6 millones de muertes en todo el mundo, la situación sanitaria ha causado importantes trastornos sociales y económicos que han afectado la vida de la población mundial de múltiples maneras.
Los investigadores del instituto analizaron datos de imágenes cerebrales, realizaron pruebas de comportamiento y recolectaron muestras de sangre de múltiples voluntarios no infectados: 57 antes y 15 después de que se implementaran las medidas de confinamiento estricto. establecidas en varios países para limitar la movilidad así frenar la propagación del coronavirus.
Después de los confinamientos, los participantes del estudio demostraron niveles cerebrales elevados de dos marcadores de neuroinflamación: la proteína translocadora (medida mediante tomografía por emisión de positrones) y el mioinositol (medido mediante espectroscopia de resonancia magnética), en comparación con los participantes previos al confinamiento.
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