Las horas de terror en Nuevo Laredo por el arresto de Juan Gerardo Treviño Chávez, el Huevo, derivaron de que el Cártel del Noreste intentara un culiacanazo para rescatar a su máximo líder y atacaron instalaciones militares, incluidas aquellas donde habitaban familiares del personal castrense.
Los miembros del grupo criminal quisieron emular logros del Cártel de Sinaloa en octubre de 2019, cuando generaron caos, asesinatos, balaceras y bloqueos para que Ovidio Guzmán López fuera regresado a los Chapitos, ante lo que se calificó como una sumisión del Estado Mexicano ordenada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y quien ha justificado que privilegió la protección de la mayoría ante las amenazas.
Pero esta vez, el Cártel del Noreste no cumplió su objetivo. De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la inteligencia para capturar al heredero de los Zetas se intensificó en los últimos tres meses, aunque las operaciones se establecieron desde hace medio año.
Agentes del Ejército y la Guardia Nacional patrullaban inmediaciones de la colonia Hidalgo y, al ser identificados por el brazo armado delincuencial, fueron atacados a balazos. No especificaron que fueran a cumplir una orden, aunque Treviño Chávez cuenta con tres mandamientos judiciales, incluida la que lo llevó a ser deportado a Estados Unidos, su país de origen.
El cabecilla fue detenido en flagrancia cerca de la media noche del 13 de marzo reciente. Tenía dos armas de uso exclusivo a Fuerzas Armadas, sus operadores intentaron frenar la detención y atacaron a los 25 o 30 efectivos federales que se desplazaban en cuatro vehículos blindados, entre camionetas tipo pick up y un Sandcat.
Pero cuando lograron asegurar al Huevo Treviño, las operaciones militares tuvieron que ser apresuradas por la peligrosidad y nivel de importancia dentro del Cártel del Noreste. Pasaron apenas 16 minutos para que fuera evacuado en helicóptero y así evitar su rescate. De inmediato fue trasladado a Piedras Negras, Coahuila.
Las balaceras se escuchaban hasta Laredo, Texas. Pobladores del municipio de tamaulipeco padecieron de nueva cuenta estragos de la narcoguerra que han vivido en los últimos 15 años. Perros ladrando, madres que acostaron a sus hijos debajo de la cama y reportes de la llamada Situación de Riesgo en diversas colonias, alertando a resguardarse. Detonaciones incesantes que apenas indicaban la noche de terror.
Según el informe oficial, los castrenses activaron el plan de defensa para repeler el ataque. No reportaron abatidos ni heridos de ambas partes. Al menos, no lo registraron en el lado del Cártel del Noreste. Fuentes consultadas por este medio en ese momento ya indicaban represalias por el arresto de relevancia, aunque no podían confirmar de quién se trataba.
Tan pronto como se vieron sin su máximo dirigente, miembros del grupo criminal desplegaron 13 narcobloqueos en distintas vías de la ciudad fronteriza. Fueron al sector donde viven familiares de los soldados y ahí realizaron hasta seis ataques a balazos. No hirieron a nadie, aunque las balaceras se escuchaban a las afueras.
También acudieron al cuartel militar, donde agredieron siete veces más durante la noche y madrugada. En total fueron 38 ataques por todo el intento del culiacanazo. Algunos usuarios en redes se quejaban de haber decidido vivir cerca de esas instalaciones castrenses.
Querían que la Sedena cediera como aquel jueves negro, cuando fuerzas federales liberaron por la tarde al hijo de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo. El presidente estaba por viajar de la Ciudad de México a Oaxaca y se enteró del operativo en pleno bastión del Cártel de Sinaloa.
Para ese entonces ya había desventaja frente a la respuesta, instalaciones militares rodeadas, así como el domicilio de Tres Ríos, enfrentamientos y cierre de circulaciones. Antes de tomar el avión ordenó que cedieran a las amenazas delincuenciales para evitar más muertos. Una cincuentena de reos ya se habían fugado del penal de Aguaruto, vehículos quemados y las balaceras equiparaban el escenario a una guerra.
En esta ocasión, los integrantes del Cártel del Noreste quisieron movilizarse en una estrategia similar, pero el Huevo Treviño ya estaba lejos del territorio y en camino a la capital del país para ser puesto a disposición de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada.
Al mismo tiempo, el consulado de Estados Unidos en Nuevo Laredo también registró ataques y llamaron a que sus ciudadanos buscaran refugio en plena situación de emergencia. Posteriormente comunicaron que se reagendaban todas las citas programadas para el 14 de marzo.
Los habitantes compartían videos de los estruendos, civiles armados patrullando y hasta el uso de impactos similares al sonido de granadas. Los Puentes Internacionales I y II fueron bloqueados por un par de horas. Ahí estaban apostados algunos agentes para recibir cualquier intento de incursión al lado estadounidense.
Ya en la Ciudad de México, las autoridades federales verificaron que el Huevo Treviño era perseguido por los delitos de extorsión y asociación delictuosa en Tamaulipas, donde ofrecían una recompensa de 2 millones de pesos por su paradero desde 2018 y era el más buscado. Mientras que en Coahuila le fue girada orden de captura por terrorismo y homicidio doloso.
Sin embargo, el mandamiento judicial de relevancia se obtuvo en Texas, donde le acusan de conspiración para poseer armas de fuego para fomentar el narcotráfico; conspiración para poseer sustancias controladas con la finalidad de distribuir marihuana, cocaína y metanfetaminas; así como lavado de dinero y por emplear a menores de 18 años en sus negocios criminales.
En tanto, casi amanecía en la frontera chica y algunos habitantes se preguntaban si ya era seguro salir de casa para ir a trabajar. Algunos mencionaron que aún se oían las balaceras a las 05:00 horas, por lo que recomendaban seguir escondidos. Para ese momento, escuelas y empresas de la región avisaban suspensiones y reagendas en sus actividades.
Al no contar con registros de actas de nacimiento ni otros documentos que acreditaran su nacionalidad mexicana, también consultaron con el Instituto Nacional de Migración para sustentar que Treviño Chávez era un indocumentado e ingresó desde Estados Unidos. De ahí que se decidió su expulsión y fue enviado vía aérea al estado de Baja California.
Cerca de las 00:20 horas de este 15 de marzo fue entregado al Servicio de Alguaciles y al Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quienes eran acompañados por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) en el puente dentro del aeropuerto que comunica Tijuana con San Ysidro. Fue trasladado por el Ejército y la Fiscalía General de la República.
La caída del Huevo Treviño fue calificada como un golpe de relevancia en la última década. Obtenía ingresos del tráfico de personas migrantes, armas y drogas desde su bastión de Nuevo Laredo. Asumió el mando del Cártel del Noreste con la Tropa del Infierno en 2016, tras la detención de su hermano, Juan Francisco Treviño Chávez. Hasta la fecha se contabilizaron más de 200 agresiones del grupo criminal contra fuerzas de seguridad, donde hubo muertos y heridos.
En Tamaulipas se le atribuyen desapariciones, torturas, asesinatos y extorsiones, pero la justicia por todos esos crímenes aún no se ha establecido ni se sabe cuánto tiempo pasará para que caiga todo el peso de la Ley y se responsabilice al sobrino de los Zetas en sus actividades en México.
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