Valentina Alazrraki, veterana periodista mexicana, quien por décadas se ha desencuelto como corresponsal en el Vaticano, compartió la víspera, a través de sus redes sociales, el emotivo encuentro que sostuvo con Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de la ciudad norteña de Monterrey e hijo del político del PRI, Luis Donaldo Colosio, quien aspiraba a la presidencia de México en 1994, cuando fue asesinado.
La periodista empezó contando que tuvo un breve paso por Monterrey, capital del estado de Nuevo León, donde aprovechó para encontrarse con el edil, a quien conoció de niño cuando este hizo su primera comunión en la Santa Sede.
“Fue un encuentro absolutamente privado que yo pedí porque siempre quise volver a ver al niño que hace 28 años viajó a Italia y el Vaticano con Diana Laura, su extraordinaria mamá. Su papá había fallecido 4 meses antes. Su mamá estaba ya muy enferma. En esa ocasión fueron a ver al papa Juan Pablo II en la residencia de Castelgandolfo. Luis Donaldo hizo ese día su primera comunión de manos del papa”, relató Alazraki.
Asimismo, la corresponsal deja entrever más detalles que llenan de emotividad dicho capítulo: habían pasado ya cuatro meses del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en las elecciones de 1994, quien el 23 de marzo de ese año llegó a Tijuana para realizar eventos de proselitismo cuando, en un acto en el barrio de Lomas Taurinas recibió un par de disparos que sellaron su muerte.
Alazraki señala en su publicación otro hecho que volvió entrañable dicho encuentro en el Vaticano: Diana Laura estaba bastante enferma de cáncer; ella fallecería pocos meses después de esa ocasión, motivo que dejó a Colosio Riojas en la orfandad.
“Inmediatamente después realicé una larga entrevista que me marcó profundamente. Fue un encuentro entre dos mujeres con sus penas y sus duelos. Quizás la entrevista que más me conmovió en estos 47 años de labor informativa. Quise volver a ver a ‘ese niño’ para recordar ese momento que tanto me marcó a mí y seguramente a él también. Le agradezco los minutos que me dedicó. Quería compartirlo con ustedes”, finalizó la periodista en su mensaje.
Valentina Alazraki es un periodista 67 años de edad. Nació en Ciudad de México en 1955, hija de una actriz italiana y un director de cine y teatro mexicano de ascendencia turca que se divorciaron cuando ella era una niña pequeña.
Desde 1974 ha trabajado como corresponsal en el Vaticano e Italia del gigante de medios mexicanos Televisa. Antes de la pandemia del COVID-19, en 2019, la periodista fue reconocida por su viaje papal número 150, cifra a la que muy pocos han llegado.
Ella se presenta como una periodista, mujer laica católico-romana y madre. Ha sido contundente en sus paticipaciones ante clérigos de la Iglesia en el tema de la pederastia. Precisamente en una de sus intervenciones advirtió que si la institución no empezaba a reconocer y admitir públicamente sus pecados, y a superar el escándalo en lugar de encubrirlo o dejar de esconder la cabeza como avestruces, la opinión pública y de los fieles sería aún más despiadada. Y los periodistas, dijo, no se andarían con rodeos.
Aunque ha pasado la mayor parte de su vida en Italia y no en México, ella asegura que con orgullo se considera “completamente mexicana”. En una ocasión para el New York Times decía: “Mi esposo dice que me transformo cuando estoy en México y cuando estoy con mexicanos. Soy una persona distinta”. Asegura que su lado italiano solo sale a relucir al cocinar. “Es mi pasión y soy muy buena cocinera”.
Se dice también admiradora del pueblo mexicano, y en especial a sus mujeres; conoció a algunas mexicanas cuando hizo una investigación para un libro acerca de la violencia en contra de la mujer para una fundación católica. “Reaccionan con gran fortaleza ante situaciones muy difíciles”, señalaba.
Cuando falleció el papa Pablo VI, Alazraki era una reportera principiante de la televisora mexicana y ayudó a cubrir el breve papado de Juan Pablo I. Su gran salto se presentó cuando tendió su famosa emboscada al papa Juan Pablo II, poco después de su elección en 1978, y antes de su primer viaje al extranjero a México. En aquella ocasión, ella salió de un salto de detrás de unas macetas y le obsequió un sombrero. “Ahora que lo pienso, estaba loca”, señalaba. “Pero funcionó”.
Su gran privilegio como periodista, afirma, “está ligado a la sensación de haber tocado la historia con mis manos”. Alazraki habló en dicha entrevista de haber visto a Juan Pablo II con Fidel Castro en Cuba, con la madre Teresa en una de sus casas para los desamparados y con Nelson Mandela al final del apartheid. Habló de la visita de Benedicto XVI, un papa alemán, a Auschwitz, y de cuando el papa Francisco se reunió en Cuba con Cirilo I, patriarca de la iglesia ortodoxa rusa. “Esos momentos se quedan contigo”.
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