Sin duda alguna, uno de los personajes más polémicos e importantes de la historia de México es el general José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa, o Pancho Villa. Él fue uno de los principales ciudadanos en levantarse en armas en contra del gobierno de Porfirio Díaz, quien gobernó el país por más de 30 años.
A lo largo de la Revolución Mexicana, comenzada en 1910, Villa tuvo varias hazañas, entre ellas, llegar a la capital mexicana con el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata. En la capital, entraron a Palacio Nacional y comieron un banquete, además de tomarse algunas fotografías, en una de ellas, Villa aparece sentado en la Silla Presidencial.
Sin embargo, el General Villa, tuvo otros momentos dignos de recordar. Uno de ellos, fue cuando invadió a los Estados Unidos, un día como hoy, nueve de marzo, pero de 1916. El Centauro del Norte, como también era conocido, junto a sus tropas revolucionarias, invadieron el poblado de Columbus, en Nuevo México. Se estima que fueron unos 600 elementos pertenecientes a la División del Norte, Ejército liderado por Villa, para atravesar la frontera entre México y Estados Unidos para invadir el pueblo fronterizo.
Debido a esto, Villa es conocido como el único mexicano, e incluso, el único latinoamericano en invadir al país más poderoso del mundo. Como respuesta por el ataque del mexicano, el gobierno de Estados Unidos envió a más de 5 mil soldados con la intención de cazar al líder revolucionario. Aunque el número de militares que lo buscaban, en pocos días se logró duplicar, Villa no pudo ser atrapado por los soldados del país vecino.
Esta se trató de la segunda invasión que hubo en suelo estadounidense en su historia, la primera fue cuando la marina británica desembarcó en la costa oeste del país, en 1814.
El ataque de Villa provocó que se creara un mito al rededor de la figura del Centauro del Norte, alentado por por la conflictiva relación que tenía México con su vecino del norte. Antes de este incidente, Estados Unidos había invadido el territorio mexicano en dos ocasiones, la primera en la guerra que comenzó en 1846 y culminó en 1848, y en la que México perdió más de la mitad de su territorio, con estados como Texas, Nuevo México y California.
Así fue como la expedición de Villa se convirtió en un ícono. Según especialistas consultados por la BBC, la decisión de atacar al pueblo estadounidense aparentemente no existió ánimo de venganza.
Villa pensaba que el presidente Venustiano Carranza pretendía firmar un acuerdo de colaboración con el gobierno de Estados Unidos que, según el revolucionario, ponía en riesgo la soberanía de México. Y aunque el pacto nunca existió, el “Centauro del Norte” estaba convencido de que sí.
Esta historia de la invasión al país más poderoso del mundo, es solo una de las miles que rondan alrededor del revolucionario, sobre quien se construyeron mitos y leyendas, pero que más de un siglo después es un ícono para los mexicanos.
Doroteo Arango nació en 1878 y murió en 1923, y fue un bandido que pasó gran parte de su vida huyendo de la justicia mexicana, pues desde adolescente fue asaltante de caminos y ladrón de ganado.
El escritor y actual director del Fondo de Cultura Económica (FCE) Paco Ignacio Taibo II, explica en su libro “Pancho Villa. Una biografía narrativa” que el Caudillo del Norte “solía despertarse, casi siempre, en un lugar diferente del que originalmente había elegido para dormir”.
Una costumbre de sus años fuera de la ley. “Tenía miedo de que la debilidad de las horas de sueño fuera su perdición”. Para 1910 se unió al Plan de San Luis, que fue promovido por Francisco I. Madero, con el que llamaba al país a levantarse en armas contra el entonces presidente Porfirio Díaz. El Plan fue la respuesta al fraude en las elecciones de ese año, donde Madero fue candidato. Ese fue el inicio de la Revolución Mexicana.
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