Del grito homofóbico a las narcomantas: los elementos que pronosticaron la tragedia del Querétaro-Atlas

El investigador de la UNAM Hugo Sánchez Gudiño, quien lleva más de 20 años estudiando a los grupos de animación de los equipos de fútbol, platicó con Infobae México sobre las señales que se dieron antes de la tragedia del pasado sábado

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El pasado sábado, se registró uno de los hechos más violentos que se han visto en el fútbol mexicano. Ilustración: Jovanni Pérez/Infobae
El pasado sábado, se registró uno de los hechos más violentos que se han visto en el fútbol mexicano. Ilustración: Jovanni Pérez/Infobae

El pasado sábado cinco de marzo se registró uno de los eventos más violentos que se haya vivido en el ámbito deportivo de México. Una riña en el Estadio Corregidora, en el estado de Querétaro, mientras se disputaba un partido entre los equipos Atlas, de Guadalajara, y Querétaro, dejó ver imágenes que pocas veces se han visto en televisión.

Tras la riña entre miembros de las porras La Resistencia, del Querétaro, y la 51 del Atlas, hubo 26 personas heridas trasladadas al hospital, según datos oficiales, de las cuales, tres se encontraban graves. El pasado lunes, el gobierno de Querétaro informó que fueron dados de alta 19 de las 26 personas. Las siete restantes se encontraban en situación delicada y grave.

Tras difundirse información extraoficial de que en el enfrentamiento hubo fallecidos, el gobierno de Querétaro negó esto y dijo que no tenían por qué ocultar nada. Guadalupe Munguía, secretaria de gobierno de Querétaro, aseguró en entrevista para Radiofórmula que no había fallecidos ni desaparecidos, y que el gobierno no estaba escondiendo información.

Como un presagio a lo que sucedió en el Estadio Corregidora, el pasado mes de febrero, presuntos aficionados del equipo Monterrey manifestaron su descontento con el conjunto en el Mundial de Clubes de una manera muy peculiar. Como si se tratara de un conflicto entre Cárteles de la droga, el lunes 7 de febrero, un grupo de personas colgó mantas en Monterrey con amenazas y abandonó hieleras en Abu Dhabi, con fotografías de las caras de Javier Aguirre, entrenador del equipo norteño y la directiva del mismo.

Según autoridades, el hecho dejó 26 personas lesionadas. EFE/Sebastián Laureano Miranda
Según autoridades, el hecho dejó 26 personas lesionadas. EFE/Sebastián Laureano Miranda

Dichas amenazas fueron en respuesta al mal rendimiento del conjunto de futbol.

Tras la riña, en la que se usó una violencia extrema por parte de los aficionados del Querétaro contra los seguidores del Atlas, se esperaba que la Federación Mexicana de Fútbol (Femexfut) sancionara de manera ejemplar al equipo de Querétaro, por no resguardar a los asistentes en su estadio. Sin embargo, el pasado martes, dieron a conocer las sanciones que darían al conjunto, las cuales fueron muy criticadas, pues contrario a lo que se esperaba, éstas fueron calificadas como “ligeras”.

Las sanciones son que el Querétaro perdió ese partido con tres goles a cero, a favor del Atlas; sanción de un año a puerta cerrada jugando como locales, al igual que para equipos femeniles e inferiores; un millón 500 mil pesos de sanción económica; su barra será vetada tres años en condición local y un año como visitante; el Estadio de la Corregidora tendrá un año de veto, entre otras.

Hugo Sánchez Gudiño es profesor e investigador en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y por más de 20 años ha seguido el comportamiento de las barras de los equipos de fútbol mexicano.

El investigador de la UNAM explica, en entrevista para Infobae México, que el modelo barrista que se conoce en México viene de Sudamérica, más específicamente, de Argentina. “Se trae de allá, se trae justamente casi a finales del siglo XX, porque en ese momento el fútbol estaba atravesando una crisis en lo económico y también por una crisis del público, de asistencia del público a los estadios”.

Explica que por esta razón, los directivos del Club Pachuca de aquella época, que fue el primer equipo en traer las barras o grupos de animación a los equipos de fútbol, consideraron que esa era una posible salida a estas crisis. “El objetivo era darle mayor aire, mayor festividad, mayor celebración”, explica el catedrático de la máxima casa de estudios del país.

El investigador de la UNAM lleva más de 20 años siguiendo a las barras de los equipos del fútbol mexicano y explica qué señales había de que podía suceder una riña como la del sábado

Tras los resultados favorables que trajo la barra del Pachuca, otros equipos copiaron el modelo. Sin embargo, al llegar el siglo XXI, muchos de los miembros de esos grupos comenzaron a enterarse de cómo eran en Argentina, y les agradó. “De alguna manera sintieron una admiración, y en Argentina sí son grupos muy violentos que no solo actúan en el ámbito deportivo, también en el político y en el crimen organizado”, explica Sánchez Gudiño.

El profesor apunta que por eso es que en México se empezaron a imitar las actividades de las barras argentinas, los cánticos, las rivalidades, etc. Sánchez Gudiño menciona que a inicios del siglo XXI también, con el inició de las redes sociales, estos grupos toman esos espacios como campos de batalla, amenazándose y agrediéndose por medio de ellas. “Las barras encuentran en el espacio virtual su primer campo de batalla, y eso fascina a mucha gente joven que los va nutriendo, la de los Pumas que es famosísima, la del América, porque convocaban a miles de jóvenes, entonces, como los que comandan la barra es un pequeño grupo, en donde están los más violentos, el grueso ya son gente más tranquila pero que se uniforma como si fuera un grupo paramilitar a la hora de la acción”.

Comenta que desde entonces se han registrado varios hechos violentos, sin embargo, ninguno como el que se registró el pasado sábado en el partido entre el Atlas y el Querétaro. “La primera diferencia es que hay redes sociales, que de manera simultánea cualquier aficionado, con su teléfono, graba o fotografía, y de manera simultánea millones de personas se enteraron de un hecho violento.

“La segunda diferencia es que la violencia que se expresó aquí no es la clásica, digamos, de los barristas, sino una violencia más sádica, con rasgos más cercanos a los cárteles, con un modus operante muy parecido al de los cárteles, desde quitarles la camiseta a las potenciales víctimas y golpearlos, a hombres ensangrentados con medio cuerpo descubierto, hasta las otras víctimas, esas en los cárteles, que los descamisan, un poco la crueldad y la saña con la que golpeaban en las personas”, explicó.

El presidente del Club, Gabriel Solares, mostró su apoyo a las barras de Querétaro (Foto: Twitter / Club_Queretaro)
El presidente del Club, Gabriel Solares, mostró su apoyo a las barras de Querétaro (Foto: Twitter / Club_Queretaro)

También explica que otro de los elementos que tienen que ver son los antecedentes penales de los líderes de ambas barras, tanto la del Querétaro, como la del Atlas, y que aunque no está totalmente comprobado, se les vincula con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) o con los huachicoleros del cártel de Santa Rosa de Lima.

“Finalmente, hay una complicidad de la empresa de seguridad, que se supone que debería de haber articulado protocolos con estos grupos, porque incluso se ve en las imágenes como algunos elementos de seguridad acompañan a los agresores, entonces ya no es una violencia como la de antes, sino ya es una violencia que parece comprobar una hipótesis que nosotros hemos venido trabajando, acerca de qué hay una infiltración en las barras deportivas, y que bueno, esta infiltración de los cárteles está ahí presente y eso es lo que detona todo este escándalo mediático”, recalca el catedrático.

Sánchez Gudiño dice que ya se habían identificado una serie de hechos violentos que se venían dando en el equipo de Monterrey, y algunos otros del norte del país. “Eso aunado a otros indicadores que ya venía yo registrando. Al menos yo encontraba cuatro indicadores que anticipaban una preocupación de que algo pudiera desbordarse o suceder en las próximas semanas. El primero: el grito homofóbico, que no se pudo controlar aún con todas las sanciones, campañas, regaños y demás. El segundo elemento es que ese grito homofóbico, aunque fue el que tuvo mayor fijación en los medios, va acompañado de otros gritos, que también, curiosamente, tienen que ver con tipo narcocorridos, gritos que tienen una connotación vinculada también a los cárteles”.

También, menciona las mantas aparecidas en Monterrey, que el profesor relaciona con las narcomantas, que son colocadas en lugares públicos, en donde hay mucho tránsito de gente, y en donde amenazan a entrenadores, jugadores y directivos.

El investigador de la UNAM lleva más de 20 años siguiendo a las barras de los equipos del fútbol mexicano y explica qué señales había de que podía suceder una riña como la del sábado

También, señala las redes sociales, y como algunos jugadores reconocidos de algunos equipos comparten mensajes de agradecimiento con algunos capos de los cárteles. “Un cuarto elemento, pues esto que hizo la porra de Rayados de, en una hielera, llevar (imágenes con) cabezas del entrenador, de jugadores, de directivos, como le hace un cártel, con los descabezados. Con todos esos indicadores, se anticipaba que había un elemento tóxico en estos grupos, una cartelización, y que bastaba una chispa para que se prendiera la mecha, y en efecto, eso lo dijimos un par de semanas atrás, y el domingo una pequeña chispa hizo estallar esto”.

El profesor de la UNAM explica que referente a lo político, los dos gobernadores directamente involucrados, que serían Mauricio Kuri, de Querétaro, y Enrique Alfaro, de Jalisco, se mostraron muy aterrorizados y sorprendidos, con ello revelaron que no hicieron su “tarea”, que era coordinarse con las autoridades deportivas de su entidad para tener protocolos de seguridad, en caso de que algo como lo que ocurrió, pasara.

“La tarea de estos gobiernos es tener una agenda, y en esa agenda de actividades de eventos, tener un pronóstico, según su conocimiento, si hay rivalidad o no, si es un juego de alto riesgo, si es un juego tranquilo, entonces se ve que no hicieron su tarea, se ve que les valió, entonces obviamente, al ocurrir la tragedia, ambos políticos están preocupados, les puede costar su empleo, porque es un deporte que mueve a millones de personas”, enfatiza Sánchez Gudiño.

En referencia a la violencia que utilizan las barras de los equipos, Sánchez Gudiño señala que es una cultura. “El modelo del barrista, del barra brava argentino, que se ha posicionado en México, un barra brava mexicano, es un modelo que incluye eso, o sea, el barrista es un fanático en extremo, es un personaje que se pinta la cara, que echa confetis, que, metafóricamente, traga veneno, que ve el estadio como un campo de batalla, que ve al barrista contrario como un enemigo a muerte, que se pone la camiseta, se enreda la bandera de su equipo como un patriota, con una identidad patriótica, y la tribuna se convierte, para el barrista, en un campo de batalla”.

El especialista explicó que la violencia vivida en el partido es comparada con la que se utiliza en los cárteles de la delincuencia organizada. EFE/Sebastián Laureano Miranda
El especialista explicó que la violencia vivida en el partido es comparada con la que se utiliza en los cárteles de la delincuencia organizada. EFE/Sebastián Laureano Miranda

Menciona que el los miembros de estos grupos tienen, entre sus metas, eliminar al contrario. “Y en la cultura argentina, que eso se ha traducido acá, a México, el barrista, algo que lo hace orgulloso es narrar sus peleas callejeras: a cuántos golpeó, a cuántos acuchilló, a cuántos mandó al hospital, eso es como su anecdotario cotidiano. Entonces, eso al barrista lo coloca en una jerarquía dentro de la organización, eso pasa en Argentina, aquí en México, es como el modelo de las pandillas, pero versión mexicana: golpear a más, acuchillarlos, matarlos, eso te da un prestigio y genera una cultura de la violencia”.

El catedrático dice que si a ese perfil del pandillero se le suma el modelo de la cartelización, con sus sicarios que tiene su propia cultura de la violencia, al juntarlos, se obtiene un “coctel explosivo”.

Sobre las barras, menciona que en México forman parte del organigrama de los equipos, por lo que estos les regala boletos, les permite la entrada, les da lugares especiales, les regala playeras, les permite establecer contacto directo con los jugadores, convivencias con los ídolos, además, las directivas les pagan el transporte para cuando los equipos juegan fuera de su localidad, les pagan viáticos, hospedaje. “También les permiten una serie de negocios colaterales fuera de los estadios donde son locales, por ejemplo, la venta de comida, la venta de playeras, de atuendos deportivos del equipo local, obviamente la venta de alcohol, que también se las permiten, y de la reventa y una serie de negocios colaterales que gravitan alrededor de los estadios, estos barristas tienen esas concesiones y esos apoyos.

“Se ha dicho que los equipos crearon un pequeño Frankenstein, un pequeño monstruito que hoy no pueden controlar, se les ha salido de control, ahorita ya fueron incrustados por estos cárteles, que es gente que no negocia, no platica, como se ve en las escenas del fin de semana, es gente que va a dejarte inconsciente, a matarte o a acuchillarte, entonces, ese es, digamos, el giro que da la violencia que tenían estos grupos, ahora, pues, un dolor de cabeza y una pesadilla para sus propios creadores”, concluye el investigador.

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