Brecha salarial, inseguridad y violencia: relatos de la odisea de ser mujer en México

Como parte de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, Infobae México escuchó la historia de mujeres ejemplares que se sobrepusieron a complicados contextos, representativos del día a día de millones de mujeres en el país

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Cada 8 de marzo las
Cada 8 de marzo las calles de distintas ciudades del país se pintan de morado y por cada rincón resuena el eco de las voces de todas aquellas mujeres que salen a manifestarse en contra de la violencia de género que por años ha perpetrado la sociedad mexicana, así como por la igualdad de sus derechos. (Fotoarte: Jovani Pérez / Infobae México)

En 2020, datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) apuntaron a que 51.2% de la población de México corresponde al sexo femenino, no obstante, la brecha de género sigue abierta en cada sector de la población.

Tan solo en lo que refiere al mercado laboral el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señaló en 2021 que en México la brecha salarial fue del 13%, es decir, por cada 100 pesos que percibió un hombre en promedio por su trabajo al mes, una mujer recibió 87. Del mismo modo, las mujeres invirtieron 2.6 veces más tiempo que los hombres en tareas de cuidado no remuneradas.

Adicionalmente a esos datos se agrega la cuestión de seguridad de las mujeres en el país en donde información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que al menos 10 mujeres son asesinadas diariamente en México.

Si esto no es lo suficientemente alarmante, el mismo instituto informó que en 2021, el 22.8% de las mujeres declararon haber enfrentado intimidación sexual, en comparación con el 5.8% en los hombres. En cuanto a abuso sexual, el caso de las mujeres (7.3%) es poco más de cinco puntos porcentuales por encima del de los hombres.

A pesar del panorama tan desalentador que diariamente las mexicanas enfrentan, detrás de cada una de las 64 millones 540 mil 634 mujeres que habitan en el país hay historias de sacrificio, esfuerzo y resiliencia por lo que en el marco del Día Internacional de la Mujer, Infobae México se dio a la tarea de recabar algunos relatos de mujeres ejemplares que han logrado sobreponerse a las adversidades de toda la odisea que es ser mujer en México.

Organizaciones feministas y sociedad civil
Organizaciones feministas y sociedad civil buscan la reivindicación femenina en la sociedad, justicia, seguridad e igualdad de derechos. (Foto: EFE/ Madla Hartz)

Con la voz entrecortada y sus ojos vidriosos la señora María de Lourdes Peralta recordó uno de los sucesos más traumáticos que tuvo que enfrentar cuando aún era una niña de 6 años; el abuso sexual por parte de su hermano dejó grandes estragos en su vida y, aunque han pasado 70 años del detestable suceso, aún prevalece en su memoria el amargo recuerdo.

“Desconocía realmente lo que había pasado y callé, pero tiempo después me di cuenta de la afectación emocional”, recordó Yuyu, como ahora de cariño la llaman sus nietos.

A pesar de ello, la resiliencia de la señora Lourdes devino de su madre, quien desde pequeña le inculcó la independencia económica. A los 11 años Yuyu ya estudiaba y trabajaba, dedicaba gran parte de su tiempo a las labores que la carnicería y la pescadería de su familia requerían.

Fue hasta que el amor llegó a su vida que se volvió a enfrentar al machismo bajo el cual la sociedad mexicana se ha estructurado pues durante su juventud Yuyu creció bajo la premisa de que el hombre mandaba y la mujer debía permanecer sumisa.

Tras convertirse en madre, la señora Lourdes Peralta tuvo que encontrar el equilibrio perfecto en su vida para seguir trabajando y al mismo tiempo cuidar de sus dos hijos. Como desde pequeña le gustó el comercio, probó suerte en diferentes giros para poder llevar el pan a su mesa.

“No me importaba, yo ponía una mesita y una estufa en la banqueta afuera de mi casa, y mientras trabajaba echaba un ojo a mis hijos que siempre andaban cerca”, rememoró la señora Lourdes.

El matrimonio de Yuyu duró 17 años, y aunque admite que no todo en la relación fue malo, confesó haberse cansado de las humillaciones e irresponsabilidades de quien es el padre de sus hijos, por lo que al ser una mujer trabajadora e independiente, optó por separarse.

A sus 76 años Yuyu se sigue dedicando al comercio, y compartió que una de las mayores satisfacciones que ha tenido ha sido ver a su hijo egresar de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como ver también a sus nietos convertirte en profesionistas.

“Bendito sea Dios que los esfuerzos que yo hice me han dado frutos maravillosos”, declaró la señora Lourdes.

Del 72.3% de las mujeres
Del 72.3% de las mujeres mayores de 15 años que tienen hijos o hijas, el 7% son madres solteras (FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM)

Aunque la precariedad laboral para las mujeres en México habla por sí sola, la maternidad también es uno de los factores que acentúa la brecha de género pues además de cumplir con sus respectivas jornadas laborales, millones de mujeres tienen que buscar el tiempo de atender a sus hijos, situación que deslumbra aún más en el caso de las madres solteras.

El Censo de Población y Vivienda de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) detalló que el 72.3% de las mujeres de 15 años y más residentes en nuestro país, ha tenido al menos una hija o hijo y de ellas el 7% son madres solteras. Del mismo modo, la tasa de participación económica de las madres solteras es de 75.2%.

Las cifras pueden registrar la cantidad de mujeres que han tenido que sacar a sus hijos adelante por la paternidad irresponsable que algunos hombres elijen ejercer, sin embargo, los números nunca van a reflejar todo el sacrificio que hay de por medio como los que tuvo que hacer la señora Maribel Juárez.

Maribel tenía 15 años cuando tuvo que enfrentar el primer golpe duro de su vida pues tras una serie de complicaciones en el nacimiento de su hermano, su madre falleció a los 40 años de edad, dejando a dos muchachas adolescentes, un pequeño de 7 años y un bebé recién nacido.

El padre de Maribel era militar en aquellos tiempos y solía viajar constantemente por trabajo, por lo que ella y su hermana Verónica de 14 años tuvieron que empezar a asumir las responsabilidades del hogar, desde aprender a cocinar una sopa y lavar los uniformes de su padre, hasta tratar de criar, y atender a su hermano que aún era muy pequeño para asimilar la ausencia de su madre.

El tiempo transcurrió y recién cumplidos los 16 años Maribel comenzó a trabajar para el Gobierno del entonces Distrito Federal, al mismo tiempo, un vecino de la colonia en donde solía vivir comenzaba a cortejarla, su sentido del humor y las dulces palabras que le decía lograron conquistarla de modo que al poco tiempo se casaron y se convirtieron en padres de su primera hija.

En un inicio ambos trataron de salir adelante, trabajaban de sol a sol para poder costear los gastos de la renta, servicios, vestido y calzado de su pequeña hasta que, 7 años después del nacimiento de su primogénita, se convirtieron en padres nuevamente. Sin embargo, esta no sería la única sorpresa que la vida les daría ya que tras un método anticonceptivo fallido y un embarazo de riesgo, su tercera hija dio su primer respiro en este mundo en 1998.

Entre pañales, llantos e inocencia, Maribel tuvo que recurrir al apoyo de las estancias infantiles del DIF para poder equilibrar su vida laboral con su maternidad y, aunque parecía poder sobrellevarlo, su matrimonio no corrió con la misma suerte pues aquel hombre que algún día le había prometido quedarse toda la vida con ella, terminó enamorándose de otra mujer, dejando a la deriva a la madre de sus tres hijas.

De un día para otro las promesas se borraron y aquel sueño de tener una familia tradicional se desvaneció de la vida de Maribel, ahora sus hijas únicamente recibían visitas esporádicas de su padre y un mínimo apoyo económico.

Mientras, ella todos los días se trasladaba desde el municipio de Naucalpan en transporte público con una niña aún de brazos y otras dos pequeñas de 3 y 10 años, además de que diariamente cumplía con su jornada laboral, hacía los quehaceres del hogar, preparaba la comida y por supuesto atendía todas las necesidades escolares y personales que sus hijas fueron requiriendo con el pasar de los años.

“Cuando él se fue me sentí muy triste, caí en depresión pero sabía que tenía que aferrarme a seguir para sacar adelante a mis hijas”, relató la señora Maribel.

Adicional a su trabajo en el Gobierno del entonces Distrito Federal, Maribel siempre buscó la forma de llevar un ingreso extra a su casa por lo que era común verla entre las oficinas vendiendo sándwiches, gelatinas, botanas, cigarros, entre otros productos. Sabía que aunque no tuviera lujos, comida y techo nunca les faltaría a su hijas, aún así todo el tiempo esperaba que el padre de sus hijas las buscara.

“Él se alejó, él no sabía de Reyes Magos ni de Navidades, todo cambió...aún así llegó un punto en el que ya no me importaba si me aportaba dinero para ellas o no, lo único que esperaba era que conviviera con sus hijas y que no se perdiera de verlas crecer.”, recordó.

Su ex marido buscó estar cerca de sus hijas a su manera hasta que de nuevo la tragedia llegó a la vida de Maribel cuando a través de una llamada se le avisó que el padre de sus hijas había sufrido un accidente automovilístico, en cuestión de días aquel hombre falleció.

Actualmente han transcurrido más años de los que las hijas de Maribel pudieron convivir con su padre y, aunque el recuerdo aún es doloroso reconocen que el sacrificio de su madre ha sido el motor que las ha sacado a flote y que las ha enseñado a sobreponerse ante todas las adversidades.

Maribel continúa trabajando para el Gobierno de la ahora Ciudad de México, tiene 2 nietos y el tercero viene en camino, sus hijas ya son adultas profesionistas y realizadas que se encuentran tratando de enfrentar la vida a su manera, recordando siempre hasta donde las ha llevado el sudor de la frente de su madre.

El machismo se ha colado
El machismo se ha colado en las actividades más cotidianas de las mujeres (Fotoarte/Steve Allen Infobae)

Con el pasar del tiempo, al significado de ser mujer se le ha dado una connotación basada en estereotipos que hasta la fecha siguen guiando muchas de las conductas de la sociedad mexicana, las cuales forman parte del día a día de todas los infortunios que las mujeres en México viven.

En 2020, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) estimó que, durante el segundo semestre de ese año, casi 5 millones de mujeres fueron víctimas de delitos sexuales y/o acoso callejero, del mismo modo que el 98.6% de los casos de violencia sexual de ese periodo, no fueron denunciados.

De nuevo, el machismo ha alcanzado diferentes fibras del tejido social que es México y se ha hecho presente hasta en las actividades más cotidianas de las mujeres, o al menos así lo percibe a sus 26 años Alicia Peña.

Con la mirada muy profunda y sus manos nerviosas en sus piernas, Alicia recordó la primera vez que un hombre tocó su cuerpo, tenía 7 años y el responsable era su primo de 19. Aunque en el momento no lograba comprender qué era lo que realmente pasaba, la situación le pareció de lo más incómoda por lo que evitaba tener cualquier tipo de contacto con él. Fue hasta años después que se lo confesó a su madre.

Los años pasaron y Alicia comenzó a darse cuenta de algunas diferencias cotidianas entre los hombres y las mujeres, no entendía porque si se supone eran iguales, las convenciones sociales señalaban y juzgaban en mayor medida a las mujeres, simplemente por serlo.

“Cuando iba en la primaria las maestras regañaban a las niñas si sus faldas estaban por arriba de la rodilla, ‘los están provocando’, nos decía la directora. Yo no entendía porque ese detalle les parecía tan escandaloso, si cuando a uno de mis compañeros ‘jugando’ se asomó por debajo de la falda de mi amiga, y a todos les pareció gracioso”, recordó Alicia.

A lo largo de su vida, Alicia reconoce que se ha caracterizado por su carácter fuerte y su gran habilidad de no quedarse callada ante lo que le incomoda por más que el miedo la haya invadido en algunas situaciones como lo fue la vez que sufrió acoso sexual en el Metrobús de la Ciudad de México.

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando regresaba de la preparatoria a su casa, venía en el vagón mixto del Metrobús con sus audífonos puestos y distraída en su teléfono hasta que un joven intervino en su pacífica aurora para decirle que el sujeto que se encontraba atrás de ella venía tomando fotografías debajo de su vestido.

De inmediato, el hombre de edad avanzada negó las acusaciones y trató de bajarse en la siguiente estación, Alicia se quedó paralizada ante lo que estaba sucediendo, hasta que el mismo chico que en un inicio le avisó, le dijo que hiciera algo y que si quería él mismo la acompañaba con los policías de la estación.

“Ese momento duró pocos minutos pero en mi cabeza fue una eternidad, no sabía qué hacer o cómo reaccionar simplemente en mi cabeza resonaban las voces de los demás pasajeros opinando ‘déjenlo bajar es un adulto mayor’, ‘Ay ya niña ni que estuvieras tan guapa’, ‘También para qué se viste así, solitas se lo buscan’”, compartió Alicia

Gracias al chico que le avisó y con todo el miedo y coraje que traía en las venas, Alicia pudo pedir ayuda a los policías de la estación Jardín Pushkin quienes detuvieron al señor y revisaron su celular. Al hacerlo, descubrieron que no solo esta no era la primera vez que el hombre grababa a mujeres de esta forma en el transporte público sino también una gran cantidad de pornografía.

Alicia procedió legalmente y el hombre recibió su sanción correspondiente, sin embargo, ahora tomar el Metrobús evoca en ella recuerdos desagradables que la hacen permanecer alerta ante lo que sucede a su alrededor en todo momento.

“Aprendes a acostumbrarte, aprendes a aguantar, aunque eso no sea lo ideal. Aún falta mucho camino que recorrer para lograr una sociedad igualitaria en el país”, reflexionó Alicia.

Ser mujer en México es ver todos los días en las noticias o en redes sociales un rostro diferente de mujeres desaparecidas, es avisar antes de salir de tu casa como vas vestida, mandar tu ubicación en tiempo real en caso de que a algún depravado decida hacerte en el camino, aguantar miradas lascivas en el transporte público. Es ser señalada y juzgada constantemente por tus decisiones, desde el como te vistes y lo que haces con tu cuerpo e incluso la forma en la que decides ejerces tu sexualidad o tu maternidad y a pesar de todo, seguir siendo catalogada como el “sexo débil”.

Ser mujer en México es una odisea, una aventura con claroscuros en la que aún hay muchas cosas por arreglar, afortunadamente el tiempo y las generaciones cambian, cada vez más mujeres alzan la voz y buscan reivindicar su papel en la historia, ya no como espectadoras sino como agentes de cambio de una sociedad más justa, segura e igualitaria para todos.

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