La Ciudad de México esconde varios misterios en sus mil 485 km², que datan de siglos anteriores, tal es el caso de la que está catalogada como la casa más antigua de la Ciudad de México. En los barrios de la Merced, en la calle Manzanares número 25 se encuentra esta histórica construcción que se remonta al siglo XVI, cuando el territorio formaba parte del extinto Imperio español.
Curiosamente, este inmueble ha sobrevivido a innumerables catástrofes como inundaciones y sobre todo, temblores. Su valor ancestral es tan importante que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro Histórico de la CDMX decidieron incluirlo en el Catálogo de Monumentos Históricos.
El paso de los años se ve reflejado directamente en su estructura y en sus paredes, así lo afirma el doctor Juan Benito Artigas, profesor emérito de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y coordinador de la investigación que se realizó en la construcción.
Cabe destacar que aquel lugar es considerado como uno de los tesoros del país porque —de acuerdo con Benito Artigas — es de las pocas viviendas de tiempos del virreinato que siguen en pie a pesar de diferentes desastres naturales que han azotado a la capital.
Asimismo, el investigador apuntó que: “Es un ejemplo de la creatividad novohispana, porque mantiene la disposición de viviendas contiguas propia de la tradición mesoamericana (15 cuartos alrededor de un patio), con la introducción de elementos de la vivienda española como son los marcos de cantera en torno a puertas y ventanas, y la viguería de madera en sus techos”.
Se trata de una casa cerca de la Capilla del Señor de la Humildad y de la avenida Circunvalación que perteneció a una familia indígena que vivió ahí durante los tiempos de la Conquista española.
Debido al valor histórico y cultural de la edificación, autoridades capitalinas y el INAH comenzaron a trabajar de manera conjunta para remodelarla, aprovechar el espacio y convertirlo en un centro recreativo y educativo para todos los habitantes de la colonia.
De acuerdo con un comunicado del Instituto Nacional de Antropología, después de ocho años de esfuerzo para rescatar y rehabilitar la instalación por parte del Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México, se decidió inaugurar este espacio “para acercar expresiones artísticas y oficios a niños y niñas que habitan no sólo en los barrios La Merced y Tepito, en la alcaldía Cuauhtémoc, sino también en Candelaria de los Patos y Venustiano Carranza”.
Además, Diego Prieto Hernández, director general del INAH subrayó que el trabajo que se llevó a cabo en la calle Manzanares fue parte de las diversas iniciativas para construir mejores espacios de esparcimiento que sumen a la vida cotidiana de las y los vecinos.
Destacó que este tipo de obras tienen un gran peso en la labor con la sociedad porque “resignifican y revitalizan nuestro patrimonio, tendiendo lazos entre el legado arquitectónico y la identidad, lo que lleva a pensar que la historia no es un peso ni un adorno, o una materia que se imparte en la escuela, sino una experiencia para imaginar el futuro en comunidad”.
La restauración de la vivienda fue un gran cambio debido a que antes el sitio era un sumidero de basura que representaba un foco de infección y de inseguridad para la colonia, asimismo, el historiador José Mariano Leyva, agregó que en el callejón de enfrente se encontraba un “carrusel de prostitución”.
Mariano Leyva, también titular del fideicomiso, puso énfasis en el impacto positivo que pueden tener este tipo de esfuerzos, ya que el Centro Cultural Manzanares 25 “es un área donde el pasado se va a comprometer con el futuro, pues alrededor de 800 niñas y niños —en su mayoría desatendidos por sus familias— viven en las cuadras aledañas, quienes ahora pueden convivir y aprender en los talleres que se impartirán dentro de este espacio”.
Tras los notables cambios que se hicieron en esta zona, pasó de ser la casa más antigua de la Ciudad a un edificio histórico que hoy en día alberga miles de actividades para mejorar la calidad de vida de distintas personas.
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