Es de todos sabido que la institucionalización inclusiva de las organizaciones es una deuda de la región Latinoamericana para con el mundo y sus habitantes y los Consejos de Administración no son la excepción, por contraproducente que parezca la aseveración.
Hace algunos meses una firma de consultoría en recursos humanos me compartió un artículo que habla sobre cómo están compuestos los Consejos de Administración de las empresas en América Latina. El reporte se basa principalmente en cuatro factores que se analizan de forma muy completa en dicho texto y que son: diversidad de género, relación consejero / accionista, edad y compensaciones.
Respecto de dichos factores llaman la atención diversos datos de los cuales, para efectos del presente análisis, sólo se mencionarán algunos para referencia del lector.
● Diversidad de Género: Sólo el 4% de las empresas incluidas en el estudio contaban con una participación mayor al 50% de mujeres dentro de sus Consejos de Administración.
● Relación consejero / accionista: El 65% de los cargos de consejeros en América Latina, son ocupados por personas que tienen relación cercana con alguno de los accionistas.
● Edad: En nuestra región, el 37% de los consejeros oscila entre los 51 y 60 años de edad y entre los 61 y 70 años de edad un 23%
● Compensaciones: En América Latina, cuando se retribuye al consejero (69% de los casos), sólo al 8% se le hace de forma variable, es decir, en función a los resultados de la empresa.
Con base en la información anterior resulta claro que existen áreas de oportunidad en la región con relación a la integración de los Consejos de Administración como, por ejemplo, mayor igualdad de género, una mayor independencia entre el consejo y los accionistas, un plan de formación del gobierno corporativo y un plan de remuneraciones que vaya en función al desempeño de las empresas y no tanto sobre una base fija, entre otras.
Sin embargo, aún y cuando las empresas existentes pueden ir adquiriendo mejores prácticas para la conformación de sus consejos de administración, también es importante analizar las circunstancias que pudieran estar limitando que estas prácticas se lleven a cabo.
Por ejemplo, no debería sorprendernos que existan áreas de oportunidad tan básicas en la estructuración de un Consejo de Administración si en la región existe una cultura de informalidad económica; de acuerdo al informe de la Organización Internacional del Trabajo “Panorama Laboral ALC 2021″, el 49% de la fuerza laboral se encuentra en el sector informal, el problema es de raíz.
Adicionalmente, en la zona existen pocos entes reguladores que permitan una mayor institucionalización y bursatilización de las compañías, que las apoyen no sólo para la obtención de recursos y crecimiento, sino también que de cierta forma las obliguen a una mejor y mayor rendición de cuentas y revelación de información que sea veraz y oportuna.
En Latinoamérica casi la totalidad o la mayoría de las empresas que están obligadas a presentar información a terceros son empresas públicas, es decir, que cotizan en las bolsas de valores de sus países.
En países como Estados Unidos y Canadá existen mercados alternos donde las empresas pueden emitir acciones ante el público inversionista sin estar listadas en las grandes bolsas de valores. Esto les permite obtener fuentes de financiamiento, pero también las obligan a hacer pública, ante el público inversionista, mucha de su información, y esto es un catalizador para que las empresas busquen establecer un gobierno corporativo que las lleve a conformar un Consejo de Administración de acuerdo a las prácticas y estándares globales.
La creación de un Consejo de Administración adecuado, que considere una mayor paridad de género, de acuerdo a como se ha podido ver en otros ámbitos a nivel mundial donde la participación de la mujer es cada vez más relevante y trascendente, donde exista una mayor independencia entre Consejo de Administración y accionistas, reduciendo los posibles conflictos de interés entre las partes y donde se lleven a cabo remuneraciones a los miembros del mismo que estén alineadas con los resultados de las empresas será una pieza importante para mejorar la institucionalización de las mismas, lo cual es primordial para lograr un crecimiento económico sostenido, reducir la informalidad y mejorar la rendición de cuentas. Todos ganamos.
*Carlos Díaz Negrete es profesor de contabilidad y finanzas de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Monterrey.
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