A partir del Porfiriato surgió un mayor interés por impulsar el arte y la música en nuestro país con el propósito de refinar a la sociedad, fue la mayor época de resplandor de la música clásica en México. De acuerdo con el artículo de reflexión de Alejandro Mercado Villalobos, existió una fuerte influencia de Europa, principalmente de Italia, Francia y Alemania en las artes y la cultura. Dentro de los géneros que se escuchaban en esa época se encuentran el vals, la ópera, mazurcas y polkas. Y dado que el presidente Díaz tenía cierta afición por la cultura francesa, las clases altas del país tendieron a repetir estos gustos en la música.
El proceso fue impulsado por las élites políticas, pero sobre todo intelectuales de los sectores dominantes como abogados, médicos, profesores, comerciantes ricos e incluso miembros de la iglesia. Se introdujeron instrumentos como el piano y la pianola para producir la música de la época caracterizada por el romanticismo y la música de salón. La música se ejecutaba en espacios privados pero sobre todo públicos, en una diversidad exquisita de festejos colectivos.
La ópera fue un elemento integrador de la sociedad mexicana y un conducto para alcanzar el grado de civilización parecido a los países ampliamente desarrollados de la época, sobre todo las de Verdi y Rossini, dos de los compositores cuyas obras se escuchaban comúnmente en el país. Se realizaron muchas zarzuelas, es decir, composiciones dramáticas y musicales típicamente españolas en ciudades importantes o en teatros improvisados en pueblos y comunidades rurales.
También se escuchaban fantasías, oberturas, marchas, géneros importantes en la construcción del nacionalismo mexicano; un sin fin de valses que fue la forma musical favorita de los bailes porfirianos; scottisch, mazurcas, danzas, himnos los cuales eran comunes escuchar en celebraciones cívicas; polcas, y paulatinamente también se incorporaron géneros modernos de influencia norteamericana como el two step.
Mucha de esta música de concierto se hizo por compositores mexicanos, en diversas partes del país se escucharon piezas de los géneros musicales importados, pero con títulos o ligeros cambios en los motivos musicales relacionados con la realidad social y cultural del México del siglo XIX. Aún así, muchos compositores tomaron temas centrales de canciones que se escuchaban en los espacios urbanos pobres o en ámbitos rurales, para componer piezas que hasta hoy en día son considerados como parte de la tradición musical.
La melancolía inmersa en la música de esta época evocaba a un pasado lleno de conflictos donde la construcción nacional ocurrió en un proceso enmarcado por la Conquista y luego por guerras internas o invasiones extranjeras. Del siglo XIX provienen varias piezas que son significativas en la música considerada mexicana, por ejemplo el vals Sobre las olas de Juventino Rosas (1868-1894), un emblema del nacionalismo que se encuentra en el repertorio de los grupos musicales de orquesta o banda de viento tradicional.
La música europea fue la que se enseñó en las escuelas, academias; en 1825, en la Ciudad de México, se estableció el primer sitio dedicado a enseñar música fuera del orden eclesial, una iniciativa impulsada por el músico José Mariano Elízaga y más tarde, se crearon espacios de instrucción musical a partir de los esfuerzos de Joaquín Beristáin y Joaquín Caballero en 1838, un año después José Antonio Gómez haría lo mismo, y con estos esfuerzos surgiría en 1866, el Conservatorio de Música de la Sociedad Filarmónica Mexicana, que a inicios del porfiriato tomaría el nombre de Conservatorio Nacional de Música de México, y a partir de ahí, sería la principal institución de estudios profesionales de música más importante del país.
Es posible afirmar que durante el Porfiriato, el mexicano tuvo contacto con la ópera y la zarzuela, familiarizándose con los compositores más conocidos, pero también otros como Mozart, Beethoven, Liszt, Gounod, entre otros; además de estar en un panorama de bastante festejo colectivo.
SEGUIR LEYENDO: