Calle de Madero: la avenida creada por Hernán Cortés y renombrada por Pancho Villa

La historia de la calle Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es muy antigua; ahí han pasado muchos hechos históricos, por ejemplo, fue la primer calle en donde se instaló luz eléctrica en la capital

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Madero es una de las
Madero es una de las calles más transitadas del país. FOTO: MARIO JASSO/CUARTOSCURO.COM

La Ciudad de México tiene un sin fin de historias que contar. Sus calles, sus museos, sus parques, y su gente, tienen un pasado que en ocasiones se remonta a décadas, e incluso siglos pasados.

Una de las calles que más historia tiene en la capital, es sin duda alguna, la calle de Madero, ubicada en el Centro Histórico, la cual es uno de los accesos principales para ingresar al Zócalo capitalino, en donde se encuentra el Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana, dos de los edificios más antiguos y representativos de la ciudad.

La historia de la calle Madero es también muy antigua, pues es una de las primeras que se trazaron en la capital, y sus orígenes datan de la época de la Conquista. Su apertura fue ordenada por el conquistador español Hernán Cortés, con la intensión de que él y sus soldados y aliados indígenas tuvieran una vía de escape en caso de que tuvieran que irse ante una rebelión indígena, recordando lo que les había pasado en la calle de Tacuba, en donde les cortaron los puentes y fue una matanza impresionante para ellos.

Así fue como comenzó la historia de esta calle, posteriormente, con el paso del tiempo, se asentaron en ellas las familias más ricas de la capital, así como las tiendas más exclusivas. En esta calle se construyó el Convento de la Profesa, ubicado hasta la fecha en las esquinas de la calle Madero e Isabel la Católica, enfrente del museo del Estanquillo, y de San Francisco, que se encuentra, hasta la fecha, a un costado de la Torre Latinoamericana.

El revolucionario Pancho Villa poniendo
El revolucionario Pancho Villa poniendo un letrero con el nombre de Madero a la calle llamada Plateros.

En esta calle también se establecieron algunos palacios de las familias más ricas e importantes, como la del minero José de la Borda, quien en su momento fue considerado el hombre más rico de la Nueva España; la Casa de los Azulejos; el Palacio de Iturbide, entre otros.

Esta calle se fue haciendo la costumbre de que la gente saliera a caminar por ella, cuando llevaba el nombre de El Paseo de Plateros, que llegó así, siendo peatonal, hasta 1931, año en que los automóviles le quitaron al peatón el placer de caminar por ella.

Se llamó Plateros desde 1638 porque el virrey Lope de Armendáriz ordenó que todos los plateros que hubiera en la Nueva España se concentraran en ese espacio y no pusieran sus tiendas en ningún otro lugar. Antes de este nombre, llevaba el de San Francisco, pues llevaba hasta el convento que tiene ese nombre.

Lucio Blanco fue un general mexicano que participó en la Revolución Mexicana, y fue quien le puso el nombre de Madero a la calle, sin embargo, los Zapatistas se lo retiraron. Posteriormente, Francisco Villa volvió a ponerle el nombre a la calle, instalando un letrero con ese nombre en el edificio en donde actualmente se encuentra la tienda Zara, en las esquinas de Isabel la Católica y Madero, justo en frente del Convento de la Profesa. Incluso existe una fotografía que atestigua el momento.

En la calle de Madero
En la calle de Madero existen algunos de los edificios históricos más importantes de la Ciudad de México. FOTO: MISAEL VALTIERRA /CUARTOSCURO.COM

En la calle de Madero también fue la primera en la que se puso el alumbrado público en la capital, pues es una calle tan importante, que los primeros 12 postes se colocaron ahí. Esto generó una gran celebración en la ciudad, ya que la gente salía en la noche a ver cómo era el alumbrado, se comenzaron a instalar puestos de fritangas, etcétera. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que comenzaran las quejas, pues había personas que se orinaban en los postes, otras se subían a los postes y trepaban a los balcones de los segundos pisos para robar, e incluso las mujeres se quejaban de que la luz hacía que se les pronunciaran más las arrugas, pues decía, la luz de las velas era más tenue y se percibían menos. Aunado a esto, había gente que pensaba que le hacía daño la luz eléctrica a los ojos.

También en esta calle se colocaron los primeros bares, a finales del porfiriato.

Otro dato destacable es que, en 1839 se tomó la primera fotografía en la ciudad de México, traída por un francés, quien abrió su establecimiento en el número nueve de la calle de Plateros.

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